El local sueco pertenecía a una familia local y conserva decenas de vehículos de marcas europeas que ahora saldrán a la venta
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En el mundo empresarial, no todos los fracasos concluyen con un cierre ordenado. En muchas ocasiones, cuando un negocio cesa su actividad, ya sea por problemas financieros, cambios en el mercado o decisiones de gestión, el inventario que alguna vez fue su activo queda olvidado, sin poder ser liquidado o reubicado.
Esta situación, puede convertirse —con el paso del tiempo— en una inesperada oportunidad para otros. El stock que no se vendió, que no fue reclamado o que simplemente quedó atrás, adquiere entonces un nuevo valor: el del tiempo, la rareza y el poco kilometraje. Así, lo que nació como una consecuencia del fracaso comercial, puede transformarse en el punto de partida de un nuevo emprendimiento o en una puerta abierta para los apasionados por lo singular.
Algo en esa línea es lo que ocurrió en Suecia, donde en una escena digna de una película, un youtuber especializado en hallazgos automovilísticos descubrió hace unos meses un concesionario abandonado, cerrado desde hace más de dos décadas pero con su interior casi intacto.
Lo que más sorprendió a Daniel Kolkowski y a sus seguidores fue que en la sala de exposición permanecen estacionados decenas de autos de marcas como BMW, Alfa Romeo, Fiat, Citroën y Volvo, que nunca llegaron a sus compradores.
El establecimiento fue durante décadas un punto de referencia en el rubro automotor sueco. Fundado por Sven Kjellström, un mecánico con vocación emprendedora, el negocio comenzó a principios del siglo XX como un pequeño taller. En la década de 1950, su hijo reconvirtió la empresa familiar en un concesionario dedicado a la importación y venta de autos europeos.

Sin embargo, como muchos otros emprendimientos tradicionales, el concesionario no pudo adaptarse a los cambios del mercado al comenzar el nuevo milenio. Las ventas cayeron y la empresa, ya en manos de nuevos propietarios, cerró sus puertas sin llegar a liquidar el stock de unidades. Desde entonces, el lugar quedó sellado en el tiempo.
La historia tomó un nuevo rumbo gracias a Tomas Malmström, actual responsable del edificio, quien desde hace dos décadas custodia discretamente el lugar. Tras años de inactividad, Malmström decidió que 2025 será el momento de evaluar cuáles de esos vehículos todavía pueden volver a las rutas.
Su intención es restaurar los modelos que se encuentren en condiciones y ponerlos en venta, apuntando al mercado de coleccionistas y amantes de los autos clásicos.
Para muchos entusiastas, se trata de una oportunidad única: adquirir unidades originales, preservadas bajo techo durante veinte años, con la estética y mecánica propias de una época que ya no se fabrica.
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