Campamentos “detox” y volver a los juegos de mesa: las estrategias de padres y docentes para limitar el uso del celular
Los consejos fueron dados por Darío Álvarez Klar, fundador de la Red Educativa Itinere; Luciana Schwartz, del movimiento de padres Manos Libres; y Agustín Dellepiane, psicólogo especialista en tecnodependencias
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Generar acuerdos que involucren a todos: padres, docentes y comunidad educativa en general. Según los especialistas, esa es la única receta para retrasar el de las chicas y los chicos a los teléfonos inteligentes y para que, una vez que tengan uno, su uso sea seguro. Hacer el cambio en soledad resulta imposible.
En este punto coincidieron Darío Álvarez Klar, profesor y fundador de la Red Educativa Itinere; Luciana Schwartz, cofundadora del movimiento de padres Manos Libres; y Agustín Dellepiane, psicólogo especialista en tecnodependencias. Los tres participaron de un durante el evento online “Atrapados en las redes: el desafío de acompañar a la infancia y adolescencia en la era digital”.
“Como padres buscamos ocupar un rol más activo en la era digital para acompañar la crianza de nuestros hijos y salir de esa sensación de impotencia, de creer que no podemos hacer nada”, contó Schwartz. Y explicó que los padres de Manos Libres buscan retrasar en sus hijos el a smartphones y redes sociales, esperando por lo menos hasta los 14 años. “La herramienta fundamental que traemos es generar acuerdos en comunidad”, agregó.
Para eso, involucrar al colegio de sus hijos fue un paso indispensable: “Fuimos a hablar con los dueños para contarles que habíamos decidido no darles un teléfono y que nos parecía importante trabajar juntos. Son espacios conversacionales que implican acuerdos de convivencia”.
Ávarez Klar sumó que, para acompañar a los chicos y las chicas en el uso de la tecnología, las escuelas deben trabajar en torno a dos conceptos fundamentales: ciudadanía digital y educación emocional.
Por su parte, Dellepiane, que lleva 19 años atendiendo pacientes que sufren ludopatía y es cofundador de Diálogos para Sumar, un equipo que realiza talleres de prevención, coincidió en que los colegios tienen un rol fundamental para trabajar en la prevención y detección temprana de las tecnoadicciones.
Organizado por Fundación La Nación, el encuentro del que participaron se hizo el viernes pasado y fue transmitido vía streaming en lanacion.com.ar. Psicólogos, pediatras, educadores y especialistas en crianza, entre otros referentes, analizaron los riesgos y desafíos del uso de las pantallas por parte de niños y adolescentes. El objetivo fue ofrecer a la audiencia herramientas prácticas para no dejarlos solos en el territorio digital.
Además, se presentaron las guías “Hablemos de todo”, de Fundación La Nación, que abordan un abanico de problemáticas vinculadas a la salud mental de los chicos y las chicas, y en las que se pueden encontrar desde señales de alerta hasta dónde pedir ayuda.
Padres en acción
Todo empezó por un mensaje en el grupo de WhatsApp que Schwartz compartía con los padres de la división de 4 grado del colegio de Pilar al que asiste su hijo mayor, que hoy tiene 11 años: “Che, ¿y si nos ponemos de acuerdo en esperar a darles a los chicos un smartphone?”. No era una idea nueva. En Inglaterra ya se había iniciado un movimiento en ese sentido. Pero para Luciana la respuesta fue sorprendente. En una hora, en el grupo ya había 200 personas y hoy son 10.000 de distintos puntos del país.
El acuerdo entre padres logró evitar ese reclamo frecuente de los chicos de “todos tienen un celular, menos yo” o “me voy a quedar afuera”. “Retrasar el momento en que accedan a un smartphone no es lo mismo que prohibir. Es esperar: así como esperamos para que aprendan a manejar o a cruzar la calle solos, acá pasa lo mismo. A los siete u ocho años no están listos para tener a todos los riesgos del celular”, reflexionó Schwartz.
Si bien Manos Libres surgió de padres cuyos hijos todavía no tenían un dispositivo, Schwartz subrayó que en el caso de aquellas familias donde ya tengan un celular, “también hay mucho por hacer”. ¿Por dónde se puede empezar? “Por ejemplo, poniéndonos de acuerdo para que no los lleven a las pijamadas o cumpleaños; que no se carguen en las habitaciones o que no los usen en la mesa”, propuso.
En el colegio de su hijo, desde Manos Libres impulsaron varias acciones que fueron muy bien recibidas por la institución. “Cada 15 días los chicos de 4° y 5° año están armando comisiones para pensar cómo formar un colegio libre de smartphones. Involucramos a los mismos chicos para que tomen conciencia y con ellos llegamos a una conclusión: más allá de prohibir, el colegio tiene que generar propuestas”, contó.
Eso, dijo Schwartz, aplica tanto para las escuelas como para las familias: “No es solo prohibir sino generar propuestas de manos libres que tienen que ver con espacios de conexión real. Por ejemplo, una vez al mes una mamá propone su casa para compartir juegos de mesa”.
Desde el movimiento que integra, empezaron a dar charlas en otros colegios: “Generamos espacios donde los chicos cuentan sus propias experiencias. Cuando se crean desde la confianza, se abren. Una nena me dijo ayer que tenía celular y no sabía lo que era el grooming”, alertó Schwartz.
¿Qué le sugiere a otros padres que quieren impulsar la iniciativa de Manos Libres? “Me gusta esa frase que dice que un futuro diferente está a una conversación de distancia. Les diría que empiecen por hablar con los padres de los amigos más cercanos de sus hijos o entre primos. Pueden arrancar por ponerse de acuerdo en que cuando los chicos vayan a la casa de uno, no se pasen toda la juntada jugando a la Play o viendo videos en YouTube”, sugirió Schwartz.
istrar el uso
Álvarez Klar, que es profesor con especialización en Gestión Educativa, consideró que la escuela puede ser “el gran catalizador y facilitador de diálogos” en lo que respecta al uso de los smartphones. “Pero no es la única responsable. Cuando hay un papá que decide retrasar el uso de pantallas, una escuela que istra, un especialista que da datos, esas acciones derraman”, aseguró.
Contó que el año pasado en la Red Itinere organizaron un campamento “detox”, donde se les pidió a los chicos que se comprometieran a no llevar los celulares. “Las frases vinculadas con lo que vieron gracias a no tener un teléfono en la mano, fue impresionante: desde ‘hacía mucho que no miraba el cielo’ hasta ‘hablé con un compañero del que no me acordaba la voz’. Esos guiños nos confirman que hay que bajar la cantidad de horas de uso de celular”, dijo Álvarez Klar.
Para el profesor, formar a los chicos en ciudadanía digital implica crear políticas y acciones que a veces tienen que ver con proponer e imponer ciertas medidas, por ejemplo vinculadas a la reducción del uso de horas.
“Pero también son claves otras acciones. Porque cuando istramos el uso de tecnología en las escuelas por primera vez, lo que vimos fue que eso les estaba quitando horas de sueño a los chicos, porque miraban el celular a la noche. Entonces, la primera medida que tomamos fue desarrollar un vínculo muy cercano y encontrar indicadores en nuestros chicos y chicas de qué les pasa, poder generar espacios de diálogo. Eso es esencial”.
El siguiente paso para Álvarez Klar es trabajar en la sensibilización de padres y docentes, “que no siempre están preparados para abordar estos temas”. “Propusimos un Día del Bienestar, que después pasó a ser una semana y ahora estamos con el mes. Son jornadas en las que llevamos especialistas para ayudarlos a pensar y crear redes que en lugar de atraparnos, nos unan y sostengan”, enfatizó.
Las señales de alerta
Cuando Dellepiane da charlas en escuelas, con frecuencia los docentes le acercan una realidad alarmante: en las aulas, las apuestas online desde el celular son una constante. “Vemos casos de chicos de 13 años que vuelven del colegio a la casa sin comer porque usaron esa plata para apostar. Si bien las mentiras son comunes en los adolescentes, el problema es cuando se vuelve algo compulsivo, no pueden parar y encima esto los lleva a algo destructivo, porque se empiezan a endeudar, a tener problemas con los compañeros, a no prestar atención en clase y a tener dificultades académicas”, detalló Dellepiane.
En esa línea, el especialista subrayó que no todos los chicos que apuesten van a desarrollar una adicción. Y contó que hay tres etapas:
- Apostadores sociales: “Un fenómeno que se da mucho en adolescente son las apuestas conjuntas y es frecuente que lo hagan con otros en las previas o en el colegio. Pero eso puede ir escalando”, advirtió el psicólogo.
- Apostadores problemáticos: “Se genera un vínculo conflictivo con las apuestas. Empiezan a jugar más de lo que tienen, a pedir plata y a perder el control. No es que dejan de hacer otras cosas o que pierden el interés, pero empiezan a tener algunos problemas”, señaló Dellepiane. Y agregó: “El tema con esto es que nadie pide ayuda y piensan que el problema es financiero. Encima en los adolescentes que se creen superhéroes se arma una cosa explosiva porque cuando los padres se enteran de que tiene un problema, el chico ya llegó a una situación de mucha angustia, en algunos casos quizás con ideas suicidas”.
- Adicción: “Es alguien que ya no juega por disfrute sino porque no puede parar de hacerlo. Una adicción le impide a la persona desarrollarse como tal para amar, disfrutar, jugar o estudiar”.
Dellepiane contó que, en general, lo que se ve en niños y adolescentes son casos de apostadores problemáticos: “Son consumos que afectan la vida de los chicos pero no son adicciones que los limitan en todas sus capacidades”. Estar atentos a las señales tempranas, sin embargo, es fundamental para evitar que eso escale. Y la escuela cumple un rol fundamental.
¿Cuáles son las señales de alerta en relación con las apuestas online? Dellepiane enumeró:
- El dinero les empieza “a quemar”. “Todo el dinero está destinado a eso. Si con las adicciones a sustancias tenemos lo que se llama la tolerancia, que es cuando se necesita más dosis de una droga para obtener la misma sensación, con las apuestas pasa algo similar: se necesita más plata y tiempo”.
- Cambio en la modalidad de uso de la tecnología: “La usan mucho más tiempo, por ejemplo a los celulares, y además se esconden”.
- Empiezan a aparecer las mentiras: “Lo hacen como un comportamiento compulsivo”.
- Cambios bruscos de estado de ánimo: “Pasan de la euforia cuando ganan a estar totalmente deprimidos o aislados, sin querer salir de la habitación cuando pierden”.
¿Qué hacer cuando se detecta el problema? “En la familia, abrir el diálogo. En la escuela, trabajar también de manera social, no focalizar el problema en un niño en particular porque la problemática es grupal: puede haber grupos que favorezcan que haya más conductas adictivas y otros que ayuden a resolver o frenar esto”, concluyó el especialista.
Más información
- Si querés ver el evento “Atrapados en las redes”, podés hacerlo en el este link.
- Si querés navegar por las guías Hablemos de Todo, con servicio para padres y adultos sobre las distintas problemáticas de salud mental que afecta a los niños y adolescentes, podés entrar en este link.
- Si querés leer más sobre cómo prevenir el uso problemático de pantallas en niños y adolescentes, podés entrar a la guía “Chicos y pantallas”.