Familiares, amigos, artistas e intelectuales despidieron a Luis Felipe “Yuyo” Noé en la Legislatura porteña
“Se fue mi mejor amigo”, dijo su hijo cineasta y reveló que había dejado sus deseos póstumos escritos “en una papel azul con dibujos de nubes”; gran valoración de su obra y pensamiento
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El velatorio en la Legislatura porteña del artista Luis Felipe “Yuyo” Noé -genuino “ingeniero del caos”, que intentó vehiculizar una fuerza creativa desbordante en pinturas, clases y ensayos, y que falleció este miércoles a los 91 años- había sido previsto por el autor de Antiestética. Los otros dos “deseos póstumos” eran que fuera velado a cajón cerrado y que su cuerpo no fuera cremado sino llevado al Cementerio de la Recoleta. “Había dejado el sobre en una caja fuerte, en un papel azul con dibujos de nubes”, reveló el cineasta Gaspar Noé a LA NACION en la puerta de la Legislatura, ya que la prensa no tuvo al Salón Presidente Perón. Antes que su actividad como pintor le permitiera ganar becas y viajar por el mundo, Noé trabajó como periodista en los diarios La prensa, El Mundo y El Nacional. Uno de sus primeros escritos estuvo dedicado a su maestro, el pintor Horacio Butler.
“Mi viejo fue mi mejor amigo”, afirmó Gaspar Noé, que llegó a Buenos Aires desde París un día antes de la muerte de su padre. “Tuve la suerte de poder despedirme, igual que me pasó con mi vieja [Nora Murphy]. En la clínica, cuando no podía hablar, él se comunicaba por escrito y hacía de vez en cuando algún garabato. No era su mejor dibujo, pero me lo llevé”, agregó el cineasta con sonrisa melancólica.
El director de Clímax e Irreversible dijo que su padre era “querido por todos”, y añadió: “Siempre creyó en la posteridad, en la segunda vida que dan los museos, los libros, las obras”.

Los dos hijos del artista, Gaspar y la artista Paula Noé Murphy (que llegó acompañada por su colega Mónica Millán), recibieron las condolencias de artistas de todas las generaciones, de Eduardo Stupía, Daniel Santoro, Rep, Lolo Amengual, Diana Dowek, Ana Lucía Maldonado y Marcia Schvartz (“Fue mi maestro”, dijo en la puerta de la Legislatura) a Gustavo Marrone, Marcolina Dipierro, Juan Lecouna, Mauro Koliva, Milagro Torreblanca y Ariel Cortez, entre muchos otros. Susana Herzer, amiga de Noé desde que se conocieron cuando ambos estudiaban Derecho, se abrazó con el hijo del artista.

Con sus hijos, Noé había creado en 2019 la Fundación Luis Felipe Noé. “Yuyo tenía la intención de poder continuar con su legado, con la conservación, la difusión, la promoción de su obra y de su pensamiento -dijo la artista Natalia Revale, que trabaja en la institución junto con las artistas Cecilia Ivanchevich y Lorena Alfonso-. Ha sido una persona muy generosa; hizo brillar a cada uno de los que lo rodeó: tenía ese don”.
Revale contó que Noé había dejado textos inéditos. Una de sus máximas era: “Cuando pienso en el mundo, pinto; cuando pienso en la pintura, escribo”.

El artista catamarqueño Enrique Salvatierra sostuvo que Noé había representado un antes y un después en su carrera. “Nunca había expuesto en galerías y él armó un proyecto que se llamó Ojo al País, con el apoyo del Fondo Nacional de las Artes (FNA) y la Fundación Antorchas, que consistía en exponer obras de artistas del país en el Centro Cultural Borges; a partir de ahí, siempre mantuvimos o; era un ser único”, concluyó. Con Stupía, coordinó en el Borges el ciclo La Línea Piensa.

Diego Perrotta lamentó la partida de Noé. “Perdemos a una figura de la cultura nacional, a un artista del pueblo -dijo, conmovido-. Lo conocí a los dieciséis años, él fue un gran conector entre generaciones de artistas, muy generoso, que vinculó a toda la gente nueva. Siempre lo vamos a extrañar y a recordar”. Cecilia Duhau dijo, a inicios de la década de 1980, había visto una obra de Noé en la galería de Roberto Elía. “Volví cuatro veces a ver ese cuadro, hasta que pregunté si el artista enseñaba y me dijeron que estaba volviendo de París. Así nació una amistad, porque Yuyo seguía siempre a sus alumnos, iba a las exposiciones y nos alentaba. Fue muy importante en mi vida”.

El historiador José Emilio Burucúa, citando a Herodoto, señaló que la vida de una persona recién podía evaluarse cuando esta llegaba a su fin. “La vida de Noé fue feliz y productiva”, afirmó. El sociólogo y coleccionista Aníbal Jozami coincidió con el presidente del FNA, Tulio Andreussi Guzmán, al remarcar que con Noé se iba el último de los cuatro “caballeros” de la Nueva Figuración [Ernesto Deira, Rómulo Macció, Jorge de la Vega y Noé]. “Fue uno de esos artistas que llegaba a toda la gente, no solo a un público culto; con él se termina una época”, reflexionó Jozami.

“Vamos a extrañar a su persona, pero su arte va a quedar, igual que sus libros”, dijo Andreussi Guzmán, que acompañó a su madre, la exdiputada y coleccionista María Cristina Guzmán, que recordó que en su casa se habían reunido, “por última vez”, Noé y Julio Le Parc. El secretario de Cultura de la Nación, Leonardo Cifelli, estuvo presente en la Legislatura para despedir al titán de la pintura argentina, cuya obra enriquece el patrimonio de muchos museos en el país.

“A Yuyo no le gustaba nada que se valorase solo su obra de los años sesenta -opinó la historiadora del arte Andrea Giunta-. Cuando uno le preguntaba por esa época, él reaccionaba. Quería que se lo considerara siempre un contemporáneo de su propio tiempo, siempre un innovador, siempre investigando el lenguaje. Esa vitalidad se siente cuando se observa la actividad que desplegaba cada año, exponiendo, escribiendo, curando, publicando. Yuyo era un artista intelectual. Revalorizaba el hacer pictórico pero también era un pensador que elaboró un pensamiento sobre el arte y sobre el mundo". Noé formó parte del colectivo Artistas Plásticos Solidarios, con León Ferrari, Diana Dowek, Adolfo Nigro, Juan Carlos Romero, Ana Maldonado y Ricardo Longhini, “un grupo que llevó adelante acciones bien intensas, comprometidas, polémicas”, explicó Giunta.

Diana Weschler, historiadora del arte y directora artística de Bienalsur, reconoció que era muy difícil sintetizar la trayectoria de Noé. “En 2012, la muestra antológica Noé: visiones/revisiones en el Museo de la Universidad Nacional Tres de Febrero se fue prolongando porque la gente seguía yendo. Su vitalidad era tal que la gente todavía pregunta cuándo vuelve Noé. Esa fuerza tan vital y proteica provocaba una onda expansiva en el entorno. Con Liliana Piñeiro decimos que hay un club de fans de Yuyo, por la manera en que él atravesó las generaciones con su presencia, de una manera muy sostenida y humilde".

Los editores de los dos últimos libros publicados por Noé conversaron con LA NACION. “Trabajamos juntos en publicar su obra magna, Asumir el caos, que fue un verdadero desafío. Yuyo creía que en el principio estaba el caos y que el hombre y la sociedad inventan formas sociales e intelectuales para mitigar su potencia irreductible”, dijo Julio Patricio Rovelli, de El Cuenco de Plata. Y Diego Erlan contó que había sido apasionante ver trabajar a Noé, escribiendo a mano. “Leerlo te hace ver el arte de otra manera”, dijo sobre El ojo que escribe. Hasta ahora, Noé es el único artista autor de la colección Lector&s del sello Ampersand.

Al final del velatorio, la hija de “Yuyo”, leyó un poema del artista Alberto Greco, y su hijo, un emotivo texto en el que agradeció a las personas que habían cuidado a su padre hasta el último día.
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