
Hombre de la gran ciudad
LA ESPERA INFINITA Por Enrique Medina-(Galerna)-346 páginas-($ 18)
Desde Las tumbas (1972), su primera novela, Enrique Medina se reveló como un escritor cuestionador y frontal, dueño de un lenguaje descarnado con el que retrató personajes marginados de esta ciudad que fagocita ilusiones y esperanzas. En La espera infinita es nuevamente la urbe porteña el escenario de las andazas del protagonista, el Tipo, un hombre perseguido por sus obsesiones, sus recuerdos y sus frustraciones cotidianas.
El Tipo puede ser cualquiera de los habitantes de la gran ciudad. Es un solitario a ultranza que siempre deseó llegar a ser pintor exitoso. Pero la vida, su vida, lo acorraló a cada instante. Militante político en la década del setenta, fracasado como marido y como padre, hoy lucha contra el alcohol y la abulia de tertulias de café, y encuentra desahogo en los chistes populares o espiando a sus vecinas desde la ventana de su departamento. El Tipo es un perdedor en un Buenos Aires convertido en jungla de cemento. Amigos ganados por el cinismo, ex amantes que son recuerdos marcados a fuego y una hermana que no logra comprender su particular forma de transitar la existencia lo rodean como fantasmas codiciosos de cerrarle el camino. Mientras tanto, el Tipo no halla sentido a su propia vida y se refugia en el caparazón de su tristeza.
Como en toda su novelística, en La espera infinita Enrique Medina retrata con lucidez personajes de honda carnadura dramática y se apoya en un lenguaje que puede ser suave pero que, casi siempre, refleja con un oído infalible los giros y la dureza de las palabras cotidianas impregnadas de un altisonante vocabulario.
La obra combina a veces lo sórdido con pinceladas esperanzadoras, tal como uno podría imaginar la vida de quienes transitan todos los días a nuestro lado. Y como Medina no le teme a la dureza de la verdad, en La espera infinita retoma esa mirada crítica y desencantada que recorre toda su obra y que desnuda, en esta novela, el sufrimiento de la marginación y el camino sin retorno de una vida vacía, con ausencias imposibles de llenar.