Lando Norris firmó una victoria imperial entre las estrategias y las especulaciones
El británico, con McLaren, se impuso en el Gran Premio de Mónaco; la obligatoriedad de ejecutar dos paradas en boxes y simular múltiples planes de carrera no resultó un atractivo para los pilotos
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Romper con la monotonía y el aburrimiento que desató en Mónaco la Fórmula 1 en la carrera del año pasado era un reto para el Gran Circo. El Consejo Mundial del Deporte Motor de la Federación Internacional del Automóvil (FIA) aprobó una propuesta para aumentar a dos el número de paradas obligatorias en boxes, con el objetivo de promover un mejor espectáculo: el resultado del plan se desdobló entre estrategias, especulaciones y múltiples pensamientos que evidenciaron inconformismo en los protagonistas. Lando Norris (McLaren) cumplió con el designio histórico del piloto que firma la pole position en el Principado: sellar la victoria. Una estadística que se impone por encima de cualquier táctica en el trazado urbano monegasco: en 33 de las 71 visitas, quien el sábado se impuso en la qualy al día siguiente se alzó con el triunfo; en otras 16 oportunidades, el festejo lo ensayó aquel que largó desde el segundo cajón de la grilla.
El experimento mantuvo la expectativa hasta el giro final, porque un accidente que determinara un Virtual Safety Car, el ingreso de un Auto de Seguridad o la detención de la competencia con una bandera roja modificaba el escenario, aunque en carrera pura los cuatro autos que partieron en las dos primeras filas arribaron a la meta en la misma posición, después de girar en 78 oportunidades durante poco más de 1 horas y 40 minutos. Franco Colapinto (Alpine), finalizó en el 13er puesto, mostrando un avance de cinco casilleros, respecto a la posición de largada.
El triunfo robustece a Norris en la carrera por el título, pero también para acorazarse frente a las debilidades que enseñó en algunos pasajes del calendario. El británico fue el primer ganador del año, en Melborune, en la apertura de la temporada: como ahora, un dibujo callejero lo impuso como referencia el sábado al señalar el mejor registro en la prueba de clasificación. Pero desde entonces, y por los siguientes seis grandes premios, sus actuaciones fueron oscilantes: largó segundo en Japón y en Miami; tercero, en China; cuarto, en Emilia Romagna; sexto, en Bahréin y décimo en Arabia Saudita.
Los tropiezos que estaba sufriendo en la Q3 los borró con autoridad en un circuito de precisión, en los que el mínimo fallo equivale a despedirse de pulsear por el primer puesto: le arrebató el primer puesto a Charles Leclerc (Ferrari), vencedor en 2024 y tres veces poleman, y estableció el récord del circuito con un tiempo de 1m09s954/1000 para desandar los 3337 metros.
Ratificar el poderío del auto y que tenía la mente despejada, sin las tormentas que lo envolvieron en el pasado, era la nueva meta de Norris. Los números no siempre son favorables para el piloto, de 25 años, que batalla para ser consistente: sostenerse en la cabeza de la carrera, tras largar primero, después del giro inicial es un desafío personal y en Mónaco cumplió con el objetivo. No tuvo temores en estirar el frenado y bloquear los neumáticos para defenderse del ataque de Leclerc: entendió que proteger la posición era ganar la primera batalla para festejar la victoria. Desde la cima construyó el éxito, el sexto en la F.1, y recortó la diferencia con Oscar Piastri, su compañero de garaje en McLaren, que arribó tercero y se sostiene en lo más alto del campeonato con 161 puntos, tres más de los que suma Norris.
El resumen del Gran Premio de Mónaco
“Me siento genial. Es una carrera larga y agotadora, pero muy divertida. El último cuarto de la carrera fue emocionante, con Charles [Leclerc] detrás de mí y con Max [Verstappen] adelante y a la espera de tener una oportunidad con un Auto de Seguridad. Ganamos en un fin de semana increíble, con la pole y la victoria. Esto es lo que soñaba de niño, así que cumplí uno de mis sueños”, aventuró Norris, que con emoción saludó a su padre Adam y a su madre Cisca Wauman; también su pareja, Magui Corceiro acompañó en el glamoroso circuito.
Las dos detenciones obligatorias para cambiar neumáticos provocaron múltiples especulaciones: desde Verstappen, que demoró su última visita al garaje con la esperanza de una neutralización que lo empujara a la victoria, al juego de equipo que ejecutaron los pilotos de Racing Bulls (RB) y Williams para abrir ventanas de tiempo que impidiera perder puestos tras las paradas. Isack Hadjar y Liam Lawson finalizaron sexto y octavo, sumando 12 puntos para RB; Alexander Albon y Carlos Sainz Jr. ocuparon los dos últimos casilleros que entregan premio y cosecharon tres unidades para la escudería de Grove, que se mantiene quinta en el Mundial de Constructores.
El contraste fue Mercedes, que estiró las detenciones, se enredó en el tráfico, quedó a mercede del plan de los rivales y se marchó sin puntos y sin poder recomponer las falencias de la clasificación, con el accidente de Andrea Kimi Antonelli como mayor disgusto. “Una carrera aburrida con una parda y estratégica, con dos. El año que viene quizás podríamos correr con un auto de Lego”, señaló George Russell (Mercedes), que finalizó 11mo y fue penalizado con un pase y siga por boxes, tras cortar una chicana para adelantar a Albon.
Los pilotos de Williams, que ralentizaron el ritmo como estrategia, cumplieron con la orden del equipo que dirige James Vowles, aunque no se enseñaron satisfechos por el modelo de carrera. “Tuve que ir tres segundos más lento que mi ritmo, o creamos una regla para que no podamos hacerlo o todos lo van a hacer descaradamente en Mónaco”, apuntó Sainz Jr.; “No me gusta, pero es como tenemos que correr en esta pista. Pido disculpas a todos los que estuvieron mirando, una carrera terrible. Con una sola parada hubiera sido lo mismo, pero acá debíamos hacerlo dos veces. No es divertido”, comentó Albon.
El tetracampeón Verstappen tampoco ocultó su desagrado: “Muy aburrido, contando las vueltas que faltaban. No pasaba nada, pero es normal. No es como quiero que se dan las carreras, una bandera roja es sinónimo de un accidente muy duro”, analizó el neerlandés, que con ironía expresó que podía detenerse en la Curva Uno –Sainte Dévote, la patrona de Mónaco-, rezar y continuar.
Tradicional y glamoroso, el Gran Premio de Mónaco es una de las citas emblemáticas del automovilismo mundial y parte de la Triple Corona, junto a las 500 Millas de Indianápolis y las 24 Horas de Le Mans. Una carrera con un ritmo que no destaca la velocidad y a la que los organizadores, la F.1 y la FIA se aferran como a una joya, aunque los pilotos no descubran el brillo.
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