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El boxeador bonaerense Fernando Pumita Martínez sigue acopiando presiones y muchas exigencias en cada una de sus defensas del título mundial supermosca de la AMB. Y este domingo repetirá tal experiencia.
La cuarta exposición de su corona se llevará a cabo cerca de las 7.45 de la mañana de nuestro país en Ota City, adyacencias de Tokio, ante el ilustre japonés Kazuto Ioka, 36 años, extitular de la categoría y ganador de cuatro diademas en pesos diferentes: desde 47,600 kg. hasta 52,160 kg. Televisará ESPN.
Martínez, de 33 años, único campeón mundial vigente del pugilismo nacional, afrontará una revancha esperada en un ámbito denso y complejo que aún no asimiló aquella inesperada cancelación de este desquite previsto –en primera instancia- para el 31 de diciembre último, causado por su sorprendente y severa afección contagiada en su arribo a Tokio. Muchos todavía dudan de lo sucedido (sobre todo, los promotores locales).
Si bien Martínez venció por puntos a Ioka con amplitud en el match realizado el 7 de julio pasado, el altísimo nivel expuesto por ambos en esa oportunidad realza este nuevo enfrentamiento. Martínez exhibió una continuidad llamativa y variantes irables en sus impactos; Ioka expuso gran peligrosidad con sus golpes al cuerpo infalibles. Poco frecuente en púgiles actuales.
El argentino tiene un récord legítimo de 27 victorias (11 KO) y 6 derrotas desde su debut profesional con licencia AIBA en 2010. Es favorito 2-1; se mostró simple y humilde como siempre y muy distendido habló con la prensa oriental: “Estoy feliz de llevar a cabo la revancha con Ioka, a quién iro y estoy agradecido. Quiero que algún día venga a Argentina y le voy a enseñar lo rico que comemos en mi país. Mucho mas rico que aquí… Quiero agasajarlo con un asado, con empanadas, con los ravioles que hace mi hermana o con un puchero en mi barrio: la Boca. Ioka es un gran excampeón; de la vieja generación. Yo soy el presente, el campeón de estos días. Que quede claro”.
En relación con el posible planteo táctico, el pupilo de Rodrigo Calabrese dijo muy poco y casi ironizando: “Él va a venir con todo y va a tirar todo y se lo voy a esquivar al estilo de Nicolino Locche… Ya lo verán”. Pocos de los jóvenes presentes en la conferencia de prensa entendieron su mensaje al evocar esa hazaña del boxeo argentino: Locche ante Paul Fují, en 1968, en Tokio, en una demostración única del arte del contragolpe.
Su tiempo de entrenamiento fue bueno, pero nadie sabe cómo afectó ese foco virósico a su organismo. ¿Gripe Aviar? ¿Covid? ¿Influenza A? No hubo diagnóstico certero sobre su enfermedad. Necesitará una respuesta física plena y mantener el ritmo del cotejo anterior para repetir la victoria sobre un Ioka que acumula ahora en su cuerpo todo el castigo propinado por Pumita en el primer pleito. Y eso será vital ¿Se sacó de su interior esa paliza de 36 minutos? ¿Mantiene el poder de absorción al castigo o comenzó a quebrarse?
El japonés, con 31 triunfos (16 KO), 3 reveses y un empate, tiene un sabio andar en el cuadrilátero. Probablemente, esta vez intentará boxear más en larga distancia –es 7 cm más alto– y no pelear tanto en el palo por palo. Su golpe es fuerte y Martinez lo sabe.
Ambos son especialistas en desquites. Martinez lo aprobó cuando volvió a dirimir con el filipino Jerwin Ancajas; Ioka fue ducho ante el mendocino Juan Carlos Reveco y el asiático Doddie Nietes.
Los inversores japoneses (Shisei Promotion) esperan agazapados. Sospecharon que el equipo de Martinez (Chino Maidana Promotions) inició gestiones paralelas y millonarias con los representantes del estadounidense Jesse Bam Rodriguez, campeón del CMB, para poder unificar esos cetros en Las Vegas marginando a Ioka de este tipo de confrontaciones. Es sólo una deducción que puede convertirse en una advertencia clave si se completan los doce rounds. A la hora de aplicar la ley del local y visitante, en una espera boxísticamente eufórica en estos días por los sucesos de sus estrellas: Naoya Inoue y Junto Nakatani.
Será una gran pelea. Tiene todos los condimentos técnicos para serlo y un sinfín de fantasías turbias para potenciarla.