Alemania rompe su historia con Adidas, “El Zapatero de la Nación”
Se anunció el final a un vínculo de ocho décadas con grandes conquistas y un lado B con mitos, investigaciones y negocios de todo tipo
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Faltaban apenas horas para que Alemania jugara la final del Mundial 54. ¿Cómo vencer a la superfavorita Hungría de Ferenc Puskas, invicta en cuatro años y 31 partidos y que venía de aplastarla por 8-3 en la primera rueda? Adi Dassler, el fundador de Adidas, se asomó inquieto al balcón del hotel Belvedere, de Berna, junto con su amigo Sep Herberger, DT de Alemania. La lluvia que esperaban comenzó a caer, por fin, cuando ya iban camino al estadio. “Adi, ponele tapones a todos”, ordenó Herberger. Se refería a los novedosos tapones largos intercambiables de aluminio creados por Dassler. Botines que evitaban que el barro quedara pegado a la suela. Mucho más livianos. Claves para lograr esa tarde (4 de julio de 1954), el llamado “Milagro de Berna”. Victoria por 3-2. Alemania, que había sido expulsada del Mundial ‘50 tras el horror del nazismo y seguía deprimida por la posguerra, “volvía a ser alguien”.
“Call me mad! Call me crazy!” (Díganme que estoy loco), estalló por radio el comentarista Herbert Zimmermann tras el gol definitivo de Helmut Rahn. Dos millones de personas en las calles. Herberger, levantado en hombros por sus jugadores, señaló a Dassler. Y la prensa alemana olvidó el pasado nazi de Adi. Lo apodó “el Zapatero de la Nación”. Botines de Adidas lucieron también en las conquistas de las Copas de 1974, 1990 y 2014 (las dos últimos, con camiseta incluida). Es la sociedad más exitosa del fútbol mundial. Casi ochenta años. Hasta que la Federación Alemana de Fútbol (DFB) anunció el jueves pasado que a partir de 2027 cambiará por Nike. “Me hubiese gustado más un poco de patriotismo”, se lamentó el ministro de Economía Robert Habeck. “Un pedazo de patria destruido”, le siguió Karl Lauterbach, ministro de Salud. Como dicen los publicistas de Adidas: “Impossible is nothing” (nada es imposible).

Nike dominará la casa de su enemiga de 2027 a 2034, a cambio de unos cien millones de euros por año (el doble de lo que pagaba Adidas). “Bad boy” para el “fair play” idealizado del deporte, Nike se convirtió en líder de facturación en su rubro pese a un pasado polémico (publicidad agresiva, documental crítico de Michael Moore y mano de obra esclava en plantas asiáticas). Hoy, días de nostalgia en Alemania, casi no hay mención sobre el lado B de Adidas. Primero, porque hay investigaciones que atribuyen la hazaña de Berna 54 (tiempos de mundiales sin controles) al doping y no a los tapones intercambiables de Adi. Inyecciones de pervitin (metanfetamina) que provocaron casos de ictericia en varios jugadores, como recordó, entre otros, un trabajo del historiador Erik Eggers. “El Milagro Alemán”.
Y si papá Adi fue “el Zapatero de la Nación”, Horst, su hijo mayor, fue el verdadero poder. En 1974, le avisaron la noche previa que Joao Havelange ganaría la votación al inglés Stanley Rous. Cambió a tiempo y formó con el brasileño una nueva era de la FIFA. Marketing y negocios. Y sobornos. “Es el número uno de la lista”, no dudó en describírmelo el colega Ken Bensinger, autor del libro “Tarjeta roja”, cuando una vez le pedí que hiciera su ranking de corruptos. A Sepp Blatter, sucesor de Havelange, Horst lo formó con sueldo y oficina propia en la sede de Adidas en Landersheim, en los Alpes ses. En la previa del Mundial de México 86, la revista alemana Der Spiegel ilustró en tapa a la selección germana dentro de una caja de Adidas y título elocuente: “El deporte comprado”.

Todo quedó aún más expuesto a partir de la quiebra de ISL. Una “agencia de sobornos” más que de marketing, como la describió el periodista alemán Thomas Kirstner en su libro “FIFA-Mafia”. Dirigentes comprados de casi todos los deportes. Cuentas suizas. La de la letra “Z” (estableció el juez Thomas Hildbrand) pertenecía a Havelange. “B2″ era la de su yerno, Ricardo Teixeira. Horst (fallecido en 1987, por un cáncer, tenía 51 años) se jactaba de sus archivos estilo CIA o KGB, sus micrófonos ocultos y sus presidentes olímpicos, desde Juan Antonio Samaranch hasta el actual Thomas Bach, elegido por primera vez en Buenos Aires en 2013. “El protegido de Dassler”, tituló al día siguiente de la votación el diario alemán Sueddeutsche Zeitung.
Los tiempos cambian. Controlada desde hace años por capitales extranjeros, Adidas anunció días atrás sus primeras pérdidas anuales en más de treinta años. Murió Franz Beckenbauer, uno de sus íconos. Y Bayern Munich (Adidas es accionista) casi seguramente perderá la Bundesliga. Ahora, a cien días de la Eurocopa que se jugará justamente en Alemania, llega la ruptura bomba anunciada por la DFB. Con Nike, la Federación espera atenuar su déficit anual de 20 millones de euros, agravado por denuncias impositivas y porque la selección cayó en la primera rueda en los dos últimos Mundiales.
Las tres tiras sirvieron, entre tantos, al atleta negro Jesse Owens en su hazaña en los Juegos arios de Berlín 36, a Mark Spitz en su podio polémico de Munich 72, a Muhammad Ali contra George Foreman en Zaire, a Fidel Castro en su ocaso y a Leo Messi para ganarle a Kylian Mbappé (Nike) en Qatar. También usa Adidas el FC Bundestag, el equipo multipartidario del parlamento alemán, donde crecen los debates por la crisis industrial que sufre el país. Una locomotora en problemas. Habrá que ver si Nike, como hace Adidas todos los años, regalará a los legisladores-futbolistas el nuevo uniforme nacional. “Just do it”.
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