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Saluda con naturalidad a cuanta persona se cruza. Tiene unos lentes de sol grandes y una gorra con el escudo de Huracán en la mano derecha y el celular en la izquierda. Paso rápido y una sonrisa que contagia. Cuenta que tiene una rodilla, la derecha, que lo tiene loco porque se le acumula ácido úrico y le advierte a uno de sus asistentes que si al día siguiente aparece el sol: "Voy a lagartijear en esa reposera". Tan natural como siempre, Antonio Mohamed recibe a LA NACION, no anda con formalismos y no lo detiene el lujo de la concentración del Globo en el Howard Johnson de Ezeiza. Simplemente, un tipo del fútbol que tuvo "suerte".
Invita unos cafés y pide un agua mineral. Parece eléctrico y está pendiente de todo lo que sucede a su alrededor. Sonríe, nunca deja de hacerlo. Es amable, se ocupa por no dejar de serlo. Su único objetivo, repite en más de una oportunidad durante los 40 minutos de charla, es que lo recuerden como una buena persona. El Turco, a los 48 años, dice también que su esencia de Villa Soldati está intacta. Y algo de razón tiene porque no hay señales de aquel jugador extrovertido de Boca y la selección argentina; tampoco hay ínfulas del técnico campeón con Tijuana, América e Independiente. Cuenta sin demasiadas vueltas qué pasó con su frustrada llegada a Boca de la misma manera que siente que el mundo del fútbol está abarrotado de palabras sin sentido. Habla de meditación y también de cómo cambió desde la muerte de su hijo Faryd (falleció en un accidente en Alemania en 2006). No tiene filtro: eso también es parte de su esencia. La charla se produce días antes de la muerte de Norma Matijevich, su madre, a quien menciona más de una vez.
No duda en decir que no va a cambiar mucho en este arranque en Huracán, que apenas puede poner mano. "Es que por lo general uno llega a un club para arreglar lo que estaba mal, pero en este caso el proceso con Alfaro era bueno, entonces, por ahora no voy a cambiar demasiado. Por lo que vi del equipo estamos en condiciones de competir en cualquier escenario", dice Mohamed, que ite que lo motiva saber que su debut será en el clásico ante San Lorenzo, este domingo, por la Superliga.
–En un ambiente tan intenso como el del fútbol, ¿Cómo se hace para no cambiar la esencia y no usar una careta?
–Me vine de España porque querían que no sea yo mismo.
–¿Cómo es eso?
–Claro, querían que sea estructurado, que piense qué declarar, que esté atento a qué pueden decir los demás... Yo siempre me manejé con respeto, siento que no tengo enemigos en el fútbol, que tengo rivales. Entonces, no voy a cambiar. A mis hijos les dije desde chiquitos: No miren en Youtube mis goles, pregunten qué clase de persona soy. Cuando suban a entrenarse con la primera, vean a los utileros o a los doctores y pregunten cómo soy como persona. Si me agrandé porque me fue bien, porque gané plata o porque jugué en la selección. Pregunten si sigo siendo la misma persona y si trata a todos por igual, al barrendero, al que abre la puerta en la Quemita o al presidente del club. Soy así, no le veo otra vuelta. Me gusta la plata como a todos, me gusta ganar como a todos, me gustan las cosas que les gustan a todos los hombres. No tenés que andar de traje y corbata todo el día para ser un tipo respetuoso.
–Sacando el amor y la gratitud, ¿Por qué volver a Huracán, a esta altura de tu carrera?
–No había necesidad económica, porque los últimos 10 años me fue como nunca imaginé en mi vida. Desde 2010 a 2018 me fue excelente. Así que de plata no se trata. Tengo hijos más grandes, mi vieja está complicada de salud, así que dije clavo bandera acá y listo. Pensaba que si era Boca agarraba, sino iba a descansar; incluso, les dije a todos los de mi cuerpo técnico mi idea. No tenía pensado agarrar Huracán, pero qué iba a pensar que el entrenador del Globo se iba a ir al club con el que yo tenía casi todo arreglado. Porque ya había hablado con Boca y estaba muy cerca. Estaba en Cancún de vacaciones esperando el llamado de Boca para firmar, pero arregla Burdisso [Nicolás] y se da vuelta todo. Y quién iba a pensar que era Alfaro el elegido por Boca y yo iba a quedar en el medio con Huracán sin entrenador… Cuando ellos me ofrecen venir acá no podía decir que no. Y por qué no me iba a regalar esta chance de dirigir al Globo en Primera y en la Copa Libertadores.