

Encontrá resultados de fútbol en vivo, los próximos partidos, las tablas de posiciones, y todas las estadísticas de los principales torneos del mundo.
El viejo Verón era de Gimnasia: el padre de Juan Ramón. “No entendía de fútbol”, lo desautorizaba la Bruja, con humor, al abuelo de Juan Sebastián. No muchos lo saben, pero el entrañable hombre de esta historia, símbolo del fútbol argentino, ídolo de Estudiantes, era hincha de Boca porque el campeón de 1954 lo atrapó, casi tanto como su irado “Pepino” Borello.
Pero no hay sospechas ni medias verdades: Verón es Estudiantes, ese wing zurdo que provocó que en los 60 y 70 se vendieran escobas como souvenirs por las calles platenses. El campeón del mundo, un coloso del León, escuela de las que se aprende y se enseña.
Juan Ramón Verón, una bandera de la historia de Estudiantes de La Plata y parte de la generación dorada, murió a los 81 años. Según las últimas informaciones, el padre de Juan Sebastián, actual presidente del club y también emblema de la entidad, había estado internado hacía algunas semanas en el Instituto Médico Platense. Si bien su estado de salud había mejorado, e incluso ya no se encontraba en el centro de salud mencionado, en las últimas horas empeoró, hasta el irreversible final, víctima de una insuficiencia renal.
Entre el debut en 1962 y su consolidación en primera, en 1965, pasaron tres años de postergaciones. “Mientras tanto seguí laburando en el frigorífico Armour, en Berisso. Yo estaba en la cámara fría y acomodaba las medias reses que luego se llevaban a los barcos. Trabajaba de 9 de la noche a 3 de la mañana. Tenía 18 años, ya había debutado en primera y no jugaba, y como me había casado, tenía que llevar el mango a casa. Hasta que llegó Osvaldo [Zubeldía], cambió todo en el club y pidió que me hicieran un contrato. Ahí dejé el frigorífico”, le contó a LA NACION un par de años atrás. La Bruja jugaba con el 11 en la espalda. “Sebastián tomó ese número desde las inferiores, sin decirle nada a nadie. Un día apareció con la 11 y no se la sacó más”, contaba JR.
Como la venda por debajo de la rodilla que llevaba Sebastián, un sello de su carrera sin dolencias a la vista. Verón padre también utilizaba esa cinta, pero por necesidad, por unas molestias en los meniscos. Como el 11, otro homenaje silencioso. “Nunca lo hablamos, ocurrió, simplemente sucedió”, resumía Juan Ramón, siempre atento, simpático, aunque prudentemente alejado de los medios.
Crack de un fútbol que solo se escurre entre fantasmas y recuerdos, nació en La Plata el 17 de marzo de 1944. Fue uno de los grandes referentes de Estudiantes de La Plata desde fines de los 60. Además, fue ídolo junto a otras figuras como Carlos Salvador Bilardo, Oscar “Cacho” Malbernat, Carlos Pachamé y Alberto Poletti, entre tantos otros. ¡Qué escuela!
Dentro de sus títulos en el Pincha se destaca, claro que sí, la Copa Intercontinental obtenida en 1968, cuando el equipo dirigido por Osvaldo Zubeldía derrotó a Manchester United por 1 a 0 en Buenos Aires e igualó 1 a 1 en el mítico Old Trafford con un gol del propio Verón a los siete minutos del primer tiempo.
Sobre esa final Intercontinental frente al United, Verón le contó a LA NACION en una entrevista en 2018 cómo nacion eran los ingleses como rivales: “Caballeros hasta el momento del partido. Osvaldo [por Zubeldía] nos mandó a hacer el reconocimiento del campo de juego. Estaban las luces apagadas. Cuando llegamos al centro las prendieron y comenzaron a insultarnos desde los cuatro costados. Y cuando el árbitro pitó el final, que incluso después de eso ellos continuaron la jugada y le pegaron al arco, quisimos dar la vuelta olímpica pero solo pudimos dar un cuarto. No nos dejaron, ni los jugadores ni la policía. Estaban muy enojados y en la cancha no pudimos festejar. Ni entrega de premios hubo. La copa nunca la recibimos, yo recién la vi por primera vez ya en la Argentina”, contó, al detalle.
Verón se desempeñaba como volante ofensivo y como delantero; deslumbraba por su habilidad y su capacidad goleadora. “Me destacaba en los mano a mano. Me encantaba encarar a los defensores, y si había dos, mejor, porque la tiraba entre ambos y se confundían entre ellos. Los pasaba por gambeta y por velocidad. Cabeceaba bastante, sobre todo por ubicación. Con el Bocha sabíamos de memoria dónde tirar la pelota cuando uno de los dos desbordaba”, le contó a El Gráfico, alguna vez.
Debutó en el Pincha el 12 de diciembre de 1962 en una derrota por 4 a 0 contra Boca. Y no volvió a jugar en la primera de Estudiantes hasta 1965. Además de haber actuado en Estudiantes, vistió las camisetas de Panathinaikos, de Grecia, Cúcuta y Junior (ambos de Colombia) y disputó un solo partido en Alianza Fútbol Club, de El Salvador, en un duelo contra el Santos de Pelé. El equipo salvadoreño ganó 2 a 1 y Verón fue el autor de uno de los dos tantos. En toda su carrera, Verón disputó 544 partidos oficiales y anotó 172 goles.
Como delantero del León tuvo tres pasos. La primera fue de 1962 a 1972, cuando obtuvo tres Copas Libertadores (1968, 1969 y 1970) y una Interamericana, en 1969. También, fue parte del equipo que ganó el campeonato metropolitano en 1967. Luego estuvo en 1975-1976 y por último en 1980-1981.
El padre de Juan Sebastián, presidente de Estudiantes, también fue entrenador interino en Estudiantes en 1992 y luego en 2002. Si bien fue un símbolo en el León, también es muy querido en Junior de Barranquilla. En el equipo colombiano brilló en los años 70, cuando ganó un título en local en 1977.
Estudiantes emitió un comunicado oficial por el fallecimiento: “Estudiantes de La Plata comunica con profundo dolor el fallecimiento de Juan Ramón Verón, emblema indiscutido de nuestra historia, referente absoluto de nuestra identidad y símbolo eterno del compromiso, la humildad y la pertenencia que distinguen al Club. Juan Ramón tenía 81 años y se encontraba acompañado por su familia, recibiendo el cariño de todos sus seres queridos. Nacido en La Plata el 17 de marzo de 1944, Juan Ramón Verón fue protagonista central de la época más gloriosa de Estudiantes. Integrante del equipo campeón del Torneo Metropolitano 1967, tricampeón de América (1968, 1969 y 1970), campeón de la Copa Interamericana 1969 y autor del inolvidable gol en Old Trafford que selló la obtención de la Copa Intercontinental el 16 de octubre de 1968, su figura permanece entre las más trascendentes del fútbol argentino.
“Futbolista excepcional, supo ser además un formador comprometido y un referente humano ineludible para generaciones enteras. El club acompaña a nuestro presidente Juan Sebastián Verón y a sus seres queridos en este duro momento que atraviesa a todos los integrantes de la familia albirroja... Estudiantes despide a una de sus máximas leyendas. Su legado, su integridad y su ejemplo vivirán por siempre en la memoria de la institución”.
Nunca se quiso retirar: tenía 41 y seguía pateando contra el olvido. “¿Cómo no va a ser difícil dejar el fútbol si lo más lindo es jugar? Yo tenía más de 40 años y para seguir un poco más me fui a jugar al Federal, a un equipo de Madariaga. Me retiré cuando con un planchazo, me fracturaron la tibia. Después de esa burrada, porque fue una patada sin sentido, nunca más jugué en un club. Tuve algunas experiencias como entrenador, pero como jugar no hay nada. Ninguna actividad vinculada al fútbol llena ese vacío”.
Siempre en el espejo de su hijo pródigo, solía tomar la comparación con fina ironía. “A Sebastián le digo que le faltaron dos minutos para igualarme…, lo cargo. ¡Cómo sufrí esa final del mundo con Barcelona, en 2009, dos minutos faltaban…! Acá en Estudiantes hay muchos ídolos y los hinchas no se la pasan buscando quién es el N° 1, como en Argentina pasa con Maradona y Messi. Además, no hay forma de compararnos porque él jugaba en el medio y yo de delantero. él no hubiese podido jugar en mi lugar y yo en el de él, menos. A mí correr tanto para atrás no me gustaba...”, decía, al trote, al pasar.
Su figura, en cambio, queda enmarcada para toda la vida.