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Cuando el 7 de mayo su Paris Saint-Germain se impuso en la semifinal de la Champions League ante el Arsenal inglés, Luis Enrique contestó una de las preguntas recordando a Xana, su hija fallecida en 2019 cuando tenía solamente nueve años: “Le gustaba mucho las fiestas, donde esté sigue haciéndolas. Recuerdo una foto increíble de la final en Berlín [su Barcelona le ganó 3-1 a Juventus en 2015], donde plantó en el campo una bandera del Barça. Deseo hacer lo mismo con el PSG. Ella no estará físicamente, pero sí espiritualmente”.
Este sábado, cuando los parisinos vapulearon 5-0 a Inter, en Munich, y levantaron la primera “Orejona” en 55 años de vida institucional, fue la postal. Se podría decir que también fue el motor, pero el español pone cada cosa en su lugar y aprecia los gestos, aunque no se presta al vínculo de la niña con un resultado como el de ayer: “No necesito ganar un trofeo para sentirla, está todos los días conmigo”.
¿Cómo se sigue? ¿Qué poder hay que tener? Si con sólo escucharlo hablar de ella y describirla, los ojos se humedecen sin estar en esa piel que decidió en 2019 alejarse de la conducción de la selección de España. No había nada que comunicar. Debía pasar con ella el tiempo que le permitiese el osteosarcoma, un cáncer que afecta a los huesos.
No se trata de una persona dura que se prohíbe escupir el dolor. Verdaderamente tiene la receta y, si bien vale la pena escuchar sus afirmaciones procesadas, alcanza con mirarlo. Sonríe. Una y otra vez. En el Allianz Arena y cada día, ya que es “sacar lo positivo de lo negativo”.
Pero aquel deseo de revivir ese recuerdo, ahora también en suelo alemán (vaya destino), quedó grabado. Entonces, una vez consumada la goleada, la tribuna sa sacó a relucir una bonita tela con la ilustración de Luis Enrique clavando una bandera azul y roja en el círculo central junto a Xana, una jugadora más con el ‘8’ en su espalda, el número que lució hace diez años.
“Un detalle que me pone muy contento, es muy bonito”, reconoció. A su vez, él mismo se cambió la remera durante los festejos, pasando a lucir una con un dibujo similar, aunque referenciando a la “Fundación Xana” que el DT creó ante su partida para ayudar a niños con enfermedades graves y, sobre todo, a sus padres.
Está en cada detalle. Mientras los suyos empezaban a levantar el título y el plantel italiano los aplaudía, les devolvió el gesto desde el estrado y, ante la prensa, los destacó: “Los elogio, esperaron respetuosamente nuestra celebración pese al dolor. Es una gran enseñanza para los niños: también hay que saber perder”. Por eso, muchos de sus dirigidos lo describen con una palabra: “Genio”.
El asturiano sabe vivir. Volvió a ponerle la firma a un equipo que quedará en la historia, como aquel Barcelona. Aunque con diferencias, ya que arrancó la temporada sin Kylian Mbappé, la estrella hasta hace un año: no se le borró la sonrisa y lo expuso en su documental (“No tenéis ni p… idea”), en el cual muestra su parte más íntima en el fútbol, pero también tras el golpe familiar. “Sin él seremos mejores. No tendremos un jugador que haga 40 o 50 goles, pero los haremos entre todos”, pronosticó.
Una obra que entre 2023 y 2024 no pudo, a pesar de poseer un liderazgo innegable que quedó grabado a la hora de una charla táctica con el propio Mbappé. Ya que “Kiki” había dicho que le gustaba Michael Jordan, utilizó al exbasquetbolista para incentivarlo a ejercer la presión desde el ataque: “Agarraba de los hue… a sus compañeros y defendía como un hijo de p… Si tú presionas y eres ejemplo, ¿sabes lo que tenemos? Una p… máquina de equipo. ¡Eso es un líder, eso es Jordan!”.
No es casualidad que su vaticinio sobre el equipo se cumpliera sin la estrella que hoy juega para Real Madrid, pero mucho menos su sentencia tras la consagración: “Sólo por cómo defendió y presionó en esta final, le daría el Balón de Oro a Ousmane Dembélé. Eso es liderar a un equipo desde la humildad”. Quizás, Luis Enrique necesitó triunfar en Munich para que el mensaje llegase claro a la Casa Blanca.
Dos tripletes a nivel clubes (con Barcelona y PSG), al igual que Pep Guardiola (con los blaugranas y Manchester City), un récord con el que ya deja una huella imborrable en la historia. Todo un maestro, el español exhibe sus marcas, pero sigue adelante con Xana caminando a su lado.