Racing perdía, pero reaccionó con un show de goles y fútbol, le ganó a Barracas Central y les manda un mensaje a todos
En Sarandí, la Academia se impuso por 3 a 1, con goles de Vietto, Maravilla Martínez y Rocky Balboa
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Parecía dormido en los primeros compases de un baile muy bien jugado por unos y otros. Como en otro asunto, con la cabeza y el cuerpo vaya a saber dónde. Hasta que toma nota de la situación puntual, del rival, del contexto general y tira magia. Magia de la buena, de la que nunca se puede descifrar ni un truco. Cuando quiere, Racing es una maravilla. Sorpresas, destrezas, Santiago Sosa en modo mariscal, Vietto que hace olvidar a Juanfer, Maravilla Martínez bajando una pelota de gol con el muslo izquierdo para una definición sensacional... Hasta la palomita de Rocky Balboa.
Racing juega bien y lindo. Le ganó a Barracas Central por 3 a 1 de visitante, por la primera fecha del torneo Apertura, y le envía un mensaje al fútbol argentino: no todo se trata de River y Boca. La Academia sigue viva, apunta a lo grande. Una excelente noticia: la Copa Sudamericana de 2024 ya quedó atrás. Va por todo, como debe ser. Como lo rubrica su añeja historia.
Durante los primeros 20 minutos el desarrollo fue interrumpido dos veces por el árbitro Fernando Echenique. El encuentro ya tenía algunas cuestiones incómodas, sobre todo, para una primera fecha del torneo que alguna vez se denominó de “los campeones del mundo”. Un viernes laboral de enero, a las 17, en la cancha de Arsenal, en Sarandí (un equipo que actúa en el ascenso), entre Barracas Central, que sigue en primera y juega allí como local hasta que se remodele su escenario, frente a Racing.
En la cancha había unas 5000 personas, como mucho. Afuera, unas 100, a mano limpia con la policía, corridas, gases lacrimógenos. Un pequeño gran bochorno, para el prólogo de una temporada en la que habrá dos Copa de la Liga, en un formato con dos grupos de 15. El juez tomó nota de la situación y debió frenar dos veces el encuentro, ante la poca información de lo que ocurría en las calles, más allá de los sonoros disparos. Cuando volvió la calma, el partido siguió.
La Academia jugó con la soltura que le brinda el colchón de saberse campeón de la Sudamericana. Libre pensador en el ataque, desprovisto de cerrojos en su zona defensiva. Allí apuntó el Barracas Central de Rubén Insua, punzante por las bandas, prolijo y rápido.
Siempre entretenido, más allá de que el partido tuvo una nueva interrupción para refrescarse, la Academia se lanzaba con la fórmula de los tres atacantes (Vietto, Maravilla Martínez y Salas) y el Guapo le contestaba con algunas gambetas de Perrito Barrios, uno de los tantos jugadores que pasaron por San Lorenzo. Facundo Bruera, Iván Tapia y Siro Rosané también fueron titulares.
Y ganaba porque tuvo puntería en uno de los cuatro contraataques punzantes de los que dispuso en la primera mitad. Bruera tocó la pelota a la red y tuvo un festejo que en estos tiempos parece un mensaje equívoco: a los tiros, de modo simbólico, como aquellos tiempos de Daniel Osvaldo en Boca o Rodrigo Mora en River.
En el desorden general, el atractivo estaba servido en bandeja: cualquier cosa podría ocurrir. De pronto, el mundo Racing dejó de extrañar a Juanfer. Un tiro libre magnífico, al ángulo, de Luciano Vietto causó asombro, en la tarde nublada y espesa de Sarandí. Verdaderamente, una obra para aplaudir.
Le costó un triunfo alcanzar la diferencia a la Academia, en un desarrollo cambiante, con situaciones claras para ambos bandos. Porque Barracas Central tiene lo suyo: juega mucho mejor que el año pasado. Pero Racing es Racing: el equipo que conduce Gustavo Costas tiene un ataque voraz. Un pase sensacional de Sosa encontró libre a Maravilla, por el sector derecho. Toda una curiosidad: el delantero bajó la pelota con el muslo y le pegó con alma y vida, arriba, un zurdazo inatajable para Marcos Ledesma. Y para cualquier arquero: hasta Dibu (otro Martínez) lo hubiera sufrido.
El tramo final fue aún más interesante, en una auténtica lucha de estilos entre dos viejos gladiadores del fútbol sudamericano, símbolos de otro tiempo y con actualidad exitosa. Insua tiene 63 y Costas, 61. Actualizados, vigentes, demuestran con argumentos sólidos (cada uno con su libreto y en contextos diametralmente opuestos) que son imprescindibles. Que con la juventud sola no alcanza.
Hasta que los cambios de Costas definieron el muy buen espectáculo. Entraron Zaracho y Rocky Balboa. El primero, un hombre de la casa, levantó la cabeza y tiró un centro letal. En el área, voló el delantero, una palomita directa a la red. Y se acabó la función: Racing juega muy bien al fútbol. Un fútbol champagne.
Lo mejor del partido
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