Maximiliano Aserito Rodríguez, el jockey del viaje inesperado que luchó 19 años para ganar un gran premio
Tras dejar Uruguay a los 17 y formarse en las cuadreras, el Día del Trabajador logró por primera vez imponerse en una carrera del mayor rango internacional
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“Soñaba con este día desde el primero que comencé a correr”, llegó a decir Maximiliano Aserito Rodríguez instantes después de bajarse de Need You Tonight y poco antes de recibir el trofeo del República Argentina. Este 1° de mayo, en Palermo, el jockey uruguayo sintió en carne propia todo aquello que imaginó que una tarde iba a llegar desde que hace 19 años decidió radicarse en la Argentina. Su primer triunfo en un Grupo 1 ya era realidad.
“Yo sabía que trabajando duro iban a mejorar las oportunidades y después, iba a ser cuestión de tiempo. Pero nunca imaginé que mi primera victoria en un gran premio iba a ser en el República Argentina, con tanta gente y con el apoyo que tenía. Ya a la mañana me llamó mucha gente, desde peones hasta amigos, para darme fuerza y apoyarme, y cuando iba para las gateras había personas cerca de la pista que me daban energía, que me decían que era el día”, contextualiza Maxi, de 37 años. Eso explica, en parte, su llanto casi desde que cruzó el disco hasta poco antes de la premiación.
“Esos minutos, que suelen pasarse rápido, para mí esta vez fueron eternos. Se me cruzó todo por la cabeza. Eran imágenes que se me venían una tras otra”, sostiene, y abre grande los ojos en su charla con LA NACION. Con el paso de los días, ahora es todo sonrisa, pero la emoción lo desbordó aquel jueves cuando llegó tres cuerpos delante con el caballo bautizado coincidentemente con la denominación de la primera canción pública del álbum Kick, lanzado en 1987 por la banda australiana de pop INXS. El jinete no había nacido todavía.
Criado en Paysandú, en la orilla vecina del río Uruguay, Aserito Rodríguez creció entre caballos en su tierra, aunque no llegó a competir. “Era peón. Mi papá del corazón (Héctor, la pareja de su madre) era cuidador y yo pasaba mucho tiempo en un stud, crecí en el ambiente. Cuando él dejó me fui a trabajar con otro entrenador, que había sido jockey, y le pedí que me enseñara un poco del oficio”, recuerda. En suelo charrúa no había escuela y la actividad en el hipódromo de la ciudad era escasa. Pero allí mismo se abrió la ventana a una posibilidad.
Decidido, siguió su instinto teatralizando su realidad. “Un día llegaron al stud dos muchachos en una camioneta y dijeron que necesitaban pronto un peón que pudiera galopar y también correr. Cuando fui, un compañero me dijo: ‘te perdiste la oportunidad de ir a la Argentina‘. Pero iban a volver y me quedé esperando. Cuando regresaron, uno me preguntó por el peso y le dije que estaba en 50 kilos y respondí que sí cuando me dijeron si corría, aunque nunca lo había hecho… pero no les dije que tenía el documento vencido; nunca había salido del país. Cuando le conté de la propuesta a mi madre, ella sí se los reveló. Por la cara que pusieron parecía que perdía la oportunidad, pero mis padres les dijeron que no se preocuparan, que eso se iba a solucionar”. Al otro día, todos cruzaron a Entre Ríos, pero Aserito Rodríguez se quedó en Concepción del Uruguay y su familia regresó a casa. Tiempo después supo que quien le habló era el padre de María Cristina Muñoz, la primera entrenadora en ganar el Derby argentino.
Ahí comenzó su otra historia, a los 17 años. “Era peón, galopador, jockey, lo que se necesitara. La verdad es que la primera carrera que corrí fue ahí, no sabía casi nada. Le tomé el gusto a las cuadreras. Agarraba el bolso los fines de semana y me iba a la ciudad o provincia que me mandaran. Cuando ganaba, compraba las películas para tenerlas y verlas”, recuerda. Estaba haciendo la escuela, a su manera, sin profesores. Y consiguió un permiso para correr en Palermo, a caballos del interior del país. “Pasó que otra vez necesitaba el documento en orden. Entonces, Carlos Marcos, del stud La Menchada, me ayudó a tramitar la ciudadanía argentina”, agradece.
A fines de 2010 hizo sus primeros viajes a Buenos Aires y el 4 de abril de 2011 logró su primer triunfo oficial, con Victimario. “Era de mi suegro”, precisa. En 2013, se radicó en Palermo, acompañado de su señora, Daiana. Con ella vivieron más de un temporal, luego junto a su hija Valentina, hoy con 8 años. “Estuve tres meses sin ganar, alquilando en Buenos Aires. Se hacía difícil. Un día volví a casa y le dije que nos íbamos a tener que volver a Concepción, pero justo apareció el apoyo de varios cuidadores del interior y (el entrenador) Omar Labanca me dio trabajo para galopar durante tres años. ¡Pero yo quería correr, porque nuestra recompensa está a la tarde!”, subraya.
El primer triunfo en un clásico de Grupo
Las victorias en cada temporada no abundaban mientras se iba haciendo un lugar, pero le rendían. Hasta que llegó otro cimbronazo: la pandemia del coronavirus. En la Argentina, se paralizó el turf por seis meses en 2020. Sin carreras, sin premios, sin trabajos, sin sueldos. “Toqué fondo, me gasté todo el ahorro. Cuando se pudo circular vivimos un tiempo en Concepción del Uruguay, pero nos quedamos sin nada”, confiesa. Para el jockey, pasar hambre es parte del día a día, pero Maxi ya tenía una niña.
Y en ese “sabía que todo lo bueno iba a llegar” con que el atraviesa sus días desde chico, apareció una propuesta, en San Isidro. Y luego, otras más. “Primero fui a trabajar al stud de Fabio Cacciabué y su jockey principal, Damián Ramella, se estaba retirando; me dieron un lugar y ahí pude hacer pie. Y se abrió la puerta de Robertito Pellegatta, que me dio otro empujón grande”, repasa. Los agradecimientos luego se suceden, uno tras otro. Se apilan los nombres.
Su primer éxito clásico llegó en 2017, con Fantastic Dream. Su primera conquista en una prueba de Grupo la compartió: su montada Obia Star empató con Super Shine el General Luis María Campos (G2) de 2022. “Esa potranca fue mi vidriera todo un año”. Hasta que llegó a su vida Need You Tonight, el reservado del haras El Wing, de Endrigo Gennoni, el hijo de Enzo, el futbolista y DT que pasó por Vélez, Rosario Central y River, entre otros clubes, fallecido en 1998. “Con este caballo voy a poder soñar”, asegura que fue lo primero que se le cruzó por la cabeza cuando comenzó a montarlo y descubrió que tenía buenas condiciones. Vio un futuro en el caballo, un respaldo en la gente. Y ese llanto en el República Argentina es la recopilación de todo lo que atravesó.
La victoria con Need You Tonight en el República Argentina
“A Paysandú no voy hace dos años. Aquella vez corrí un caballo de mi padre. No gané, pero estuvo lindo; fue especial porque ahora es otra vida. Y acá ya me están llamando cuidadores a los que no les corría, gente a la que no conocía”, comparte. Su fortaleza mental, su ambición deportiva, su voluntad de seguir el pulso de su pasión lo pusieron en la marquesina. Como nunca antes.
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