Uno de los principios rectores asegua que la inteligencia artificial no reemplaza a los maestros; para que el programa se implemente tiene que haber recursos, capacidad docente y una currícula pedagógica adecuada
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Quién podrá saber manejar la inteligencia artificial depende, en parte, de quién eduque a los profesionales del futuro. Bajo este prisma, el Ministerio de Capital Humano, a través de la Secretaría de Educación, anunció el lanzamiento del Programa Argentino de Innovación de la Educación con Inteligencia Artificial (PaideIA), una iniciativa que busca incorporar el uso pedagógico de la inteligencia artificial en los distintos niveles del sistema educativo.
Según informa el comunicado oficial, el programa está orientado a desarrollar habilidades clave tanto en la educación primaria como en la secundaria. En detalle, tendrá tres ejes estratégicos. Por un lado, apunta a que los alumnos de primaria desarrollen el pensamiento computacional. Es decir, que adquieran herramientas como la descomposición de problemas, identificación de patrones y diseño de algoritmos en contextos lúdicos y significativos.
Por otro lado, busca promover el uso crítico, consciente y ético de herramientas de inteligencia artificial para producir textos, organizar información y resolver problemas concretos en ambos niveles educativos. Además, solamente para los alumnos de secundaria, se quiere incentivar el desarrollo de la inteligencia artificial brindando los conocimientos para programar, analizar datos y modelar sistemas. Así, los alumnos podrán participar activamente en el ecosistema de nuevas tecnologías.
“Este tipo de iniciativas es algo que dentro del campo se venía pidiendo hace años desde muchos espacios. Es un pedido a gritos”, dijo a LA NACION Diego García Francés, educador, consultor de EdTech y director de Relaciones Institucionales de Educabot, una compañía de educación y tecnología. “Es clave que la escuela tome un rol fundamental. Esta formación luego tiene muchos impactos en las diferentes áreas de trabajo, como salud, economía, entre otras”, agregó.
Según el comunicado oficial, entre los principios rectores del programa se destacan que la inteligencia artificial no reemplaza al docente y que debe ser una herramienta colaborativa al servicio del aprendizaje. Esto remarca una clara necesidad de que, a diferencia de muchas otras industrias que van a sufrir una automatización estandarizada en sus tareas laborales, el docente, tal y como lo conocemos, va a seguir siendo siempre un elemento fundamental de la ecuación.
Las nuevas tecnologías brindan grandes beneficios con su implementación. Entre ellos, García Francés destaca la posibilidad que tienen los docentes para dar retroalimentaciones enriquecedoras y personalizadas, un espacio donde se forja el verdadero aprendizaje, pero que es difícil de lograr cuando la profesora tiene muchos alumnos en clase. “Poder tener una retroalimentación del proceso es muy importante”. También se puede automatizar la generación de informes y la comunicación con los familiares.
En esta línea, Camila Mendizábal, profesora especializada en discalculia y magíster en neurociencia de la educación, señaló que la inteligencia artificial es una habilidad que va a ser un requisito en muchos trabajos, como lo es Excel hoy en día. “Las entidades educativas preparan al alumno para su vida después del colegio. Al incorporar la inteligencia artificial, le estás dando herramientas para que se pueda desarrollar en el mundo donde tiene que navegar a la salida del colegio”, explicó.
La experta explicó que esta es una nueva etapa para el sistema educativo de forma global. “En algún momento todo se empezó a hacer. Es un desafío, pero no una limitación”, señaló. Sin embargo, destacó que es importante entender que no hay una currícula pedagógica preexistente de inteligencia artificial. “Para desarrollarla se necesita un equipo interdisciplinario donde los campos de educación, pedagogía y tecnología creen en combinación un programa adecuado que se pueda abarcar en todos los niveles”, detalló.
En paralelo, es importante destacar que todo avance tecnológico viene con el costo de los dispositivos. Para eso, el Ministerio de Capital Humano tiene que estar preparado para brindar el material necesario a cada alumno. Pero los desafíos no se terminan ahí. “Aunque se tenga la currícula adecuada y los recursos necesarios, también hay que contar con profesionales capacitados para enseñar la inteligencia artificial en Argentina”, dijo.
García Francés aclara que hay que tomar como modelo a otros gobiernos en países desarrollados que generan mucha inversión en educación y trabajan seriamente con esto, destronando a las instituciones privadas como “las mejores”. En la Argentina, si bien esa no es la generalidad, el experto dijo que se puede empezar a revertir esa situación, más aún si se quiere comenzar a implementar este tipo de planes. “El Gobierno tiene que destinar la ayuda necesaria para llevar a cabo este programa en las diferentes provincias”, manifestó. “Cada una de ellas tiene que ser transparente para mostrar adónde va la plata”, aseguró.
Por el momento, el programa no se implementó de manera efectiva. Aún está en su etapa beta de implementación, con acciones como la evaluación de plataformas tecnológicas, la elaboración de guías para el uso de la inteligencia artificial generativa, la creación de un catálogo de proyectos de aprendizaje basados en tecnología y el diseño de sistemas de alerta temprana basados en trayectorias educativas reales.