La advertencia por las exportaciones de un especialista en comercio internacional
El especialista en comercio internacional y director de la consultora DNI analizó las oportunidades exportadoras del país y los desafíos de competitividad más allá del dólar; “el sector privado tiene que cambiar, tiene que invertir”, dijo


“El nivel de exportaciones de la Argentina es bajísimo”, define Marcelo Elizondo, director de la consultora DNI, al analizar el desempeño del país en el comercio internacional, que sustentó con una comparación regional: debería incrementar un 50% sus ventas al exterior solo para alcanzar un nivel similar al de los vecinos latinoamericanos.
En ese escenario, el especialista advierte que “la Argentina tiene niveles de productividad muy bajos” y plantea que las mejoras deben buscarse a través de herramientas más allá del tipo de cambio, y enumera que cuatro sectores (agro, petróleo, minería y servicios del conocimiento) tienen capacidad de sumar dólares a la economía local.

-Estados Unidos y China acordaron una tregua. ¿Qué escenario se abre para el país?
-La desescalada está consistiendo no en volver a un mundo universalmente globalizado, de todos con todos, sino en una sectorización. Los países se van aliando con acuerdos en clubes de amigos. Por lo tanto, así como Estados Unidos ahora ya celebró acuerdos con Gran Bretaña, con Ucrania y con China, incluso, me parece que Argentina tiene que empezar a encontrar sus socios. Y hay que empezar a avanzar en las negociaciones económicas internacionales. Se avanzó ya con la Unión Europea desde el Mercosur, se está trabajando con Estados Unidos. El mundo busca un fraccionamiento donde hay porciones de países que se alían entre sí, y a eso hay que apuntar.
-¿En qué nichos o en qué sectores puede la Argentina encontrar un espacio para crecer en su participación en el comercio internacional?
-Hay algunos sectores que son, de por sí, por su potencial y por su actualidad, muy internacionales. El agro desde hace mucho tiempo. El país va a exportar este año unos US$86.000 millones, y el 60% va a ser agro, primario y manufactura. Ahí tenés un rubro que tiene claramente capacidad de crecimiento. El sector se vino estancando últimamente por las malas políticas previas, y ahora hay capacidad de recuperación. El segundo es la energía y el petróleo, que ya es el segundo subsector exportador después del sojero y con Vaca Muerta y compañía hay mucho para dar. El tercero es el minero, que viene un poco más atrás, pero hay un potencial enorme. Y luego, tenés algunos otros rubros vinculados con lo que se llama economía del conocimiento, que básicamente son los servicios relativos al capital intelectual, donde la Argentina tiene mucho potencial.

-¿Cómo afecta el nivel del dólar, tras la flexibilización del cepo?
-Hay varias cuestiones. Lo primero es que es muy importante la estabilidad. No hay inserción internacional si vos tenés un país inestable en materia de precios o de tipo de cambio. En los últimos 25 años, Argentina y Venezuela son los dos países que más devaluaron su moneda, y son los dos países con menor crecimiento de sus exportaciones. Por tanto, no siempre devaluar es más competitividad. Ahora, por supuesto, también está lo otro. Los costos y los precios en la Argentina en dólares son altos. Y ahí yo creo que hay que trabajar en una agenda de mejora en la competitividad por reformas estructurales.
-¿Qué reformas hacen falta trabajar o mejorar?
-Por un lado, continuar con las desregulaciones. En segundo lugar, avanzar en algunas reformas más de fondo, como una reforma impositiva. La Argentina tiene un sistema impositivo muy costoso, porque la presión impositiva es muy alta y es muy difícil de istrar. Es muy engorroso y muy burocrático. Me parece, por otro lado, que también hay que avanzar en una reforma laboral para bajar los costos laborales. No solamente en términos de costo vinculado al salario, sino de contingencias como amenazas que las relaciones laborales tienen para las empresas. Y por otro lado, es muy importante que se trabaje la relación entre el Estado Nacional y las provincias. Ahí hay una distribución de fondos que siempre ha hecho ineficiente la istración del presupuesto público
-Puertas adentro de las empresas, ¿cómo es el nivel de competitividad en la comparación internacional?
-La Argentina tiene niveles de productividad muy bajos. Por lo tanto, la competitividad sistémica en la Argentina es baja. Esto es consecuencia de muchos años de una economía inflacionaria, estatizada, intervencionista, que lo que hizo fue que las empresas maximizaran el corto plazo. Cuando uno cambia a una economía estable, lo más importante es empezar a maximizar el largo plazo, menos utilidad por unidad, más inversión, ganar escala, ganar mercados, generar alianzas, proyectos vinculados con las nuevas tecnologías. De modo que me parece que también hay una necesidad, un reseteo en el modelo de negocios y en los modelos de organización de las empresas. Eso no ocurre de un día para el otro, pero es algo que las empresas van a tener que hacer
-El Gobierno tiene un enfoque más aperturista de la economía. ¿Cómo observa ese factor?
-Los niveles de importación en la Argentina son muy bajos. La relación importaciones-PBI es la más baja de toda la región. El país tiene que importar más, sobre todo porque las importaciones alimentan la producción. Lo que más importa son bienes de capital, piezas, partes y rios de máquinas, bienes intermedios. Hay que importar más. Ahora, esa importación adicional requiere que también se exporte más, porque hay que generar los dólares. Y si se exporta más, se permite a las empresas ganar escala y poder competir en mejor condición adentro y afuera. Las empresas van a tener que acostumbrarse, porque una economía más abierta genera más competencia, más desarrollo tecnológico, más oferta para los s y, en definitiva, más inserción tecnológica a nivel internacional.
-¿De qué depende que avancen las reformas que comentaba?
-De muchas cosas. En primer lugar, del capital político del gobierno, que es su capacidad por la fuerza propia y su capacidad de generar alianzas, porque muchas de las reformas requieren pasar por el Congreso o conseguir adhesiones de gobernadores. En segundo lugar, requiere de un trabajo en las distintas jurisdicciones. Entre el presidente y sus ministros y los gobernadores hay mucho que consensuar. Y en tercer lugar, el trabajo entre la política y el sector privado. También el sector privado tiene que cambiar, tiene que invertir, tiene que avanzar en convergencia tecnológica, tiene que modificar modelos de negocios, modelos de organización, apertura y flexibilización. Hay un trabajo integrado que hay que llevar adelante y que la política tiene que aprender a hacer.