¿Pensaron en la economía los patriotas del 25 de mayo de 1810?
Los protagonistas de la Revolución subestimaron el impacto económico que tendría su gesta
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El viernes 25 de mayo de 1810 un conjunto de patriotas, encabezados por Cornelio Saavedra, desplazó del poder a Baltasar Hidalgo de Cisneros, hasta ese momento titular del Virreinato del Río de la Plata. Lo que se conoce como la Revolución de Mayo fue un hecho porteño, incruento. ¿Cómo habrán pensado los integrantes de la Primera Junta el funcionamiento de la economía, más precisamente, el desenvolvimiento del sector privado, por una parte, y el de las finanzas públicas por la otra? Ignoro, pero como siempre ocurre, cuando uno no piensa, en economía al menos, “la realidad se te viene encima”.
Al respecto, conversé con el inglés George Unwin (1870-1925), quien gracias a una beca estudió en el University College de Cardiff. Después estudió en Oxford. Pasó algunos meses en Berlín, bajo la dirección de Gustav von Schmoller, y luego en la Escuela de Economía de Londres, donde recogió gran cantidad de material referido a la historia de las cofradías, gremios y compañías de la City. Fue profesor en las universidades de Edimburgo y Manchester. Según Leslie A. Clarkson, en palabras de Richard Henry Tawney, Unwin hizo más que cualquier otro académico inglés por expandir el horizonte de la historia económica. En 1904 publicó un grueso volumen, Organización industrial en los siglos XVI y XVII, en el que se expone el conflicto económico esencial del período, no entre el capital y el trabajo, sino entre el capital comercial y el capital industrial.
–En Manchester le ocurrió un evento digno de mención.
–Según Thomas Southcliffe Ashton, “el descubrimiento, por un alumno suyo, de una gran masa de documentos económicos en un antiguo establo en Derbshire condujo a la publicación, en 1924, de Samuel Oldknow y los Arkwrights, en el que se describe a la Revolución Industrial, no como el desastre que muchos habían creído, sino como el semillero de aquellas comunidades voluntarias (la familia moderna, las sociedades de amigos, los sindicatos, las iglesias, las escuelas, las universidades) que en su opinión eran más fundamentales para el crecimiento de la sociedad que el Estado autoritario y coactivo. Unwin falleció algunos meses después de su publicación, en su momento de mayor capacidad intelectual”.
–Ashton apunta otro rasgo interesante.
–Señala que gran parte de lo más característico de mi obra se publicó con carácter póstumo, en un volumen de trabajos preparado por Tawney, junto a una biografía magistral (Estudios en historia económica, publicada en 1927). Pero fue sobre todo en mis conversaciones informales, más que en mis escritos o clases, donde se revelaron mi riqueza de conocimientos históricos, mi suave ironía, mi timidez natural y mi humanidad. Mis ideas económicas surgen casi en su totalidad de Adam Smith.
–Hablemos del impacto económico de la Revolución de Mayo.
–No soy un experto en la materia, pero puedo hacer un par de aportes referidos al sector privado, y otro que tiene que ver con las finanzas públicas.
–Adelante.
–En el caso del sector privado, pensemos en la situación de los exportadores de productos primarios y la de los comerciantes. La primera fue magistralmente retratada en “La representación de los hacendados”, el escrito preparado por Mariano Moreno para peticionar ante el Virrey que cesara la obligación de utilizar barcos españoles en las operaciones de comercio exterior, comprometidas a raíz de la incursión de Napoleón en la península ibérica. Lo cual, tal como era de esperar, generaba contrabando, a cargo de navíos ingleses.
–¿Cuál es la genialidad del documento?
–Que es un modelo de cómo peticionar. Porque Moreno le dice al Virrey: “Usted tiene un problema con sus finanzas. Si legaliza el comercio utilizando navíos ingleses, usted podrá cobrar derechos de exportación… y mis representados podrán vender más caros sus productos, porque dejarían de estar a merced de los contrabandistas”. Brillante.
–¿En manos de quiénes estaban los comercios?
–En manos de españoles y de ingleses. Domingo Belgrano, padre de Manuel, comerciante mayorista, envió a su hijo a Europa, a estudiar los procedimientos istrativos y legales de dicha actividad, tan difícil era. El creador de la bandera, menos mal, se dedicó a cosas más importantes. Pues bien, los comerciantes españoles pudieron seguir ejerciendo su actividad, pero tuvieron que pagar un impuesto, lo cual favoreció a los comerciantes ingleses.
–¿Y qué ocurrió con las finanzas públicas?
–Con determinada frecuencia, una carreta cargada con metales preciosos salía de Potosí rumbo al sur, y depositaba fondos en algunas dependencias del Virreinato. Algo parecido a la actual coparticipación federal de impuestos. Esto, obviamente, fue frenado en seco, generando un inmediato problema en las arcas del nuevo gobierno. La provincia de Santiago del Estero probablemente también sufrió, porque una porción de su economía le proveía madera y mulas a la referida actividad minera.
–No puede ser que los patriotas no hayan calculado esto.
–¿Qué quiere decir “calculado”, De Pablo? A lo sumo, habría que conjeturar si pensaron que el impacto del cambio revolucionario sobre la situación económica iba a ser absorbido rápidamente o no. No lo sé, lo cierto es que los primeros años del nuevo gobierno fueron muy duros en términos económicos. Sobre todo porque los españoles no se resignaron a perder las colonias, sino que intentaron recuperarlas en cuanto la derrota de Napoleón se lo permitió. Lo cual obligó al gobierno patriota a aumentar los gastos militares. Recuerde la famosa carta de Juan Martín de Pueyrredón a José de San Martín, enviándole desde Buenos Aires lo poco que pudo reunir para el ejército que este estaba organizando en Mendoza.
–¿Qué concluimos de todo esto?
–Sacarnos el sombrero ante las dramáticas circunstancias en las cuales los patriotas tuvieron que enfrentar los desafíos. En muchos países pasamos de una versión exagerada de la lucha por la independencia a una versión no menos exagerada en sentido contrario. Ninguna de las dos ayuda a entender, particularmente cuando se trata de lectores jóvenes. Los defectos que tenían San Martín, Belgrano, Güemes, Urquiza, Sarmiento, Mitre, en modo alguno desmerecen sus aportes.
–Particularmente importante es entender los hechos en la época en que ocurrieron.
–Crucial. Cualquier biografía referida a un personaje que vivió en la Edad Media muestra lo dura y riesgosa que era la vida. Pero, sin ir tan lejos, lo mismo se puede decir de la existencia a comienzos del siglo XIX. Preguntar por qué en aquellas épocas no se dirimían los conflictos como algunos recomiendan hacerlo hoy es ignorar este punto elemental.
–Don George, muchas gracias.