El alcalde de Río de Janeiro endureció las reglas para ir a la playa, pero tuvo que flexibilizarlas ante la avalancha de críticas
La medida provocó el rechazo de músicos y vendedores, que advierten que afecta la identidad cultural y el sustento de miles de trabajadores
6 minutos de lectura'
RIO DE JANEIRO .- Luego de que el ayuntamiento de Río de Janeiro anunciara la intención de imponer normas más estrictas para el uso del espacio público, se desataron críticas y protestas por parte de vendedores ambulantes y músicos que dependen de la playa para subsistir. El nuevo decreto, que regula con severidad la actividad en la zona costera y que entrará en vigor el 1° de junio, generó una fuerte reacción social.
Frente a la polémica, el alcalde Eduardo Paes se reunió este martes con los sectores más afectados y anunció una serie de flexibilizaciones. Entre los cambios, se permitirá nuevamente la música en vivo y la venta de bebidas en botellas de vidrio en los kioscos, aunque bajo ciertas condiciones. Además, se autorizará el uso de nombres comerciales en las tiendas de playa, siempre que respeten un formato visual unificado para evitar la contaminación visual.
De todos modos, la norma que restringe el uso de sillas en la arena por parte de los vendedores de las tiendas continúa vigente.
“La playa no es tierra de nadie, vamos a regular esto”, declaró Baes, luego de la reunión de este martes.
En el caso de los kioscos, Paes anunció que la música en vivo volverá a estar permitida, aunque sujeta a un esquema de autorregulación. La fiscalización quedará en manos de Orla Rio, la empresa concesionaria que istra cerca de 300 kioscos en la ciudad. Aquellos que no cumplan con las normas podrán ser sancionados con multas de entre 1000 y 2000 reales. En caso de reincidencia, el concesionario responsable podrá ser reemplazado.
El alcalde de Río de Janeiro emitió a mediados de mayo el decreto original que establecía nuevas normas para el frente marítimo de la ciudad, con el argumento de que buscaba “preservar el orden urbano, la seguridad pública y el medio ambiente”, además de fomentar una convivencia pacífica entre turistas y residentes.
Las medidas restringían la venta de alimentos y bebidas, el alquiler de sillas, los altavoces e incluso la música en vivo en kioscos sin permisos oficiales. Además, las carpas sólo podrían tener un número en lugar de los nombres a menudo creativos por los que muchos son actualmente conocidos.

Algunos recibieron con satisfacción la medida para abordar lo que perciben como una actividad caótica en la playa, pero otros dicen que el decreto amenaza la dinámica cultural de la playa en Río y los medios de vida de muchos músicos y vendedores locales que pueden encontrar difícil o imposible obtener permisos.
La decisión de regular la música en el frente marítimo tocó una fibra especialmente sensible. Quien haya recorrido esas playas reconoce la atmósfera única marcada por la samba que suena en los kioscos, los vendedores ambulantes ofreciendo caipirinhas y las sillas distribuidas a lo largo de la arena.
“Es difícil imaginar Río de Janeiro sin bossa nova, sin samba en la playa”, comentó Julio Trindade, quien trabaja como DJ en los kioscos. “Mientras el mundo canta La chica de Ipanema, nosotros no podremos tocarla en la playa”.
Las restricciones a la música equivalen a “silenciar el alma del frente marítimo. Compromete el espíritu de un Río democrático, musical, vibrante y auténtico”, señaló Orla Rio en un comunicado.
Marcha atrás
Antes de la exitosa gestión de los vendedores ambulantes y los dueños de kioscos que lograron reunirse con el alcalde para modificar algunos puntos del decreto, ya se habían alzado voces desde el ámbito legal en contra de la medida.
El Instituto Brasileño de Ciudadanía (Ibraci), una organización sin fines de lucro dedicada a la defensa de los derechos sociales y del consumidor, había presentado la semana pasada una demanda solicitando la suspensión de los artículos que restringen la música en vivo, argumentando que esas disposiciones atentaban contra el libre ejercicio de la actividad económica. Sin embargo, un juez dictaminó que la entidad no tenía legitimidad para presentar la queja, decisión que el instituto apeló.
Aunque el alcalde defendió públicamente la necesidad de mantener reglas estrictas para preservar el orden urbano, algunos legisladores sostienen que tanto la legislación vigente como la fuerte reacción de trabajadores y bañistas podrían forzar nuevas flexibilizaciones en puntos particularmente sensibles, como la prohibición del uso de banderas o la eliminación de nombres en los puestos de playa.
Una de las críticas más duras vino de la concejal local Dani Balbi, quien se expresó enérgicamente en redes sociales: “¿Cuál es el sentido de realizar grandes eventos con artistas internacionales y descuidar a las personas que crean cultura todos los días en la ciudad?”, escribió en X, en alusión a los recientes recitales de Lady Gaga y Madonna.
Balbi también cuestionó la imposición de reemplazar los nombres comerciales de los puestos por números. “Forzar a los vendedores a quitar el nombre de sus negocios compromete la identidad de la marca y la lealtad de los clientes, que usan esa ubicación como referencia”, advirtió.
La actividad económica que se desarrolla en las playas de Río de Janeiro —sin contar kioscos, bares y restaurantes— genera anualmente unos 710 millones de dólares, según un informe publicado en 2022 por el Ayuntamiento de la ciudad.
Cada año, millones de turistas y residentes acuden a las playas cariocas, donde muchos disfrutan del tradicional maíz dulce, queso asado o incluso compran bikinis y dispositivos electrónicos ofrecidos por los vendedores ambulantes que recorren la arena.
Enojo y preocupación
La noticia del nuevo decreto, que busca restringir la actividad de los vendedores ambulantes no registrados, desató una oleada de enojo y preocupación entre quienes dependen de ese trabajo para subsistir.
“Es trágico”, lamentó Juan Marcos, un joven de 24 años que vende camarones en palitos en la playa de Copacabana y vive en una favela cercana. “Corremos como locos todo el día, solo para llevar algo de dinero a casa. ¿Qué vamos a hacer ahora?”.
Según Maria de Lourdes do Carmo, de 50 años, líder del Movimiento Unido de Vendedores Ambulantes (MUCA), el verdadero problema es que el Ayuntamiento no entrega suficientes permisos para operar legalmente. “Necesitamos autorizaciones, pero no se dan”, afirmó Do Carmo, conocida como “María de los Vendedores Ambulantes”.
Agencia AP y diario O Globo
Otras noticias de Río de Janeiro
Retoma una batalla de Francisco. El fuerte llamado de León XIV en su primer videomensaje para un evento en Río de Janeiro
"Un campamento de fans". Cuenta regresiva: así se vive la previa del show de Lady Gaga en la playa de Copacabana
La "Miami de Río". La zona de rascacielos, playas agrestes y malls que se convirtió en favorita de argentinos
- 1
Hay que prepararse para varios años de calor extremo, advierten los principales meteorólogos del mundo
- 2
Una monja brasileña sorprendió con una demostración de beatbox en un programa de TV
- 3
Israel anuncia 22 nuevos asentamientos en Cisjordania pese a las presiones y amenazas de sanciones de sus aliados
- 4
Conmoción en Italia por el brutal femicidio de una adolescente de 14 años a manos de su exnovio