
Las variaciones del judaísmo
Israel y una diversidad milenaria Por Mariano Grondona
El Estado de Israel y el pueblo judío están ocupando el centro de las noticias internacionales. En Alemania se agudiza el neonazismo a un punto tal que de la comunidad judía que queda allí -cerca de 100.000 personas- están pensando en emigrar. Pese a los esfuerzos del presidente Clinton, en Camp David no se avanzó hacia el acuerdo entre el gobierno israelí que preside Ehud Barak y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) de Yasser Arafat. En los Estados Unidos, donde viven casi seis millones de judíos (más que en Israel), un judío integrará una fórmula presidencial por primera vez en la historia. Se trata del senador Joseph Lieberman, judío ortodoxo, que acompañará al candidato demócrata Al Gore en las elecciones presidenciales de noviembre.
Cada una de estas noticias tuvo su impacto. Pero el mayor de todos resultó la declaración del rabino ultraortodoxo Ovadia Yosef, que cuenta con medio millón de seguidores y 17 bancas parlamentarias en Israel. Según Yosef, el Holocausto o Sho´ah fue el castigo que Dios impuso a sus seis millones de víctimas por los pecados que habían cometido sus antecesores.
Si bien Yosef se retractó luego parcialmente, su declaración original convertía a Adolf Hitler en un ángel exterminador (aunque, por cierto, un ángel maligno: no olvidemos que el demonio es un ángel caído). Esta peregrina teoría, que revolvió las aguas de la polémica, vino a subrayar algo que no tenemos suficientemente en cuenta: que el pueblo judío ite un pluralismo abierto a las más variadas posiciones, algo casi inimaginable para la tradición católica.
A partir de Bossuet
En 1688, el obispo Bossuet, el gran orador de la época de Luis XIV, publicó su Historia de las variaciones de las iglesias protestantes para marcar el contraste entre la unidad del catolicismo y las variaciones de las sectas protestantes. Como la verdad, supuestamente, es una, Bossuet usó este contraste para sostener que la religión católica es la verdadera. Pero el contraste que subrayó Bossuet también probaba que, en tanto la autoridad papal aseguró la unidad de los católicos, su ausencia le permitió al protestantismo un proceso incesante de innovaciones.
En esta materia, el judaísmo se halla más cerca del protestantismo que del catolicismo. Después de todo, ni los protestantes ni los judíos tienen Papa.
El "jamón del sándwich"
La pluralidad del judaísmo nació como un fenómeno religioso. Se originó en lo que Paul Johnson, en su libro Historia de los judíos , llama "catedocracia": "el poder de la cátedra". A lo largo de su historia milenaria, los judíos se fueron nucleando en diversas sectas, dispersas por el mundo debido a la Diáspora, alrededor de rabinos o "maestros" que dedicaban su vida al estudio de la Biblia sin ninguna Roma que los sometiera a una única autoridad.
Esta multiplicación de tantas "cátedras" les dio a los judíos una inmensa energía intelectual que después desbordaría hacia la ciencia y el arte. Pero también les dio su extremo pluralismo político. La apariencia monolítica que aún hoy exhiben provino de la necesidad de subsistir frente a sucesivas amenazas. La última de ellas es el cerco de los países árabes en torno de Israel.
En lo político, el primer ministro Barak fracasó en su intento de acordar con Arafat en Camp David no sólo por la intransigencia de los palestinos sino también por las discusiones que cruzan al Estado de Israel. Laborista como Rabin -quien fue asesinado por un judío de ultraderecha- no bien Barak parece ceder en algo a los palestinos, es severamente cuestionado fronteras adentro.
En las últimas semanas, Barak perdió 14 de sus 22 ministros, que fueron renunciando en protesta por sus supuestas claudicaciones frente a Arafat. Pero tampoco su antecesor Benjamin Netanyahu, del partido Likud hoy en la oposición, pudo perdurar, esta vez por demasiado duro.
A Barak, cuya perduración también es improbable, lo aprietan de este modo dos fuerzas formidables. Desde afuera, el mundo árabe. Desde adentro, el disenso israelí. Barak es el jamón de un sándwich. En la guerra, cuando lucha por su supervivencia, Israel es monolítico. Pero en la paz, cuando el problema es elaborar un consenso para el compromiso, vuelve a su milenaria diversidad.