“Les ofrezco todo lo poco que tengo y que soy”. Con humildad, León XIV asumió como obispo de Roma
El Pontífice tomó posesión de la Basílica de San Juan de Letrán y prometió estar “a la escucha de todos, para aprender, comprender y decidir juntos”; también fue a la Basílica de Santa María la Mayor para venerar a la Virgen Salus Populi Romani, protectora de la capital y la tumba de Francisco
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ROMA.- En su tercer domingo como papa, León XIV le dedicó su jornada a la ciudad de Roma, corazón del catolicismo. Por la tarde, en una ceremonia solemne, asumió oficialmente como obispo de Roma al tomar posesión de la Basílica de San Juan de Letrán, recibió un homenaje del alcalde de la capital a los pies del Capitolio, donde le impartió una bendición a la ciudad y visitó nuevamente la Basílica de Santa María la Mayor para venerar a la Virgen Salus Populi Romani, de la que era devoto su predecesor y para rezar ante la tumba de Francisco.
Robert Francis Prevost, el primer papa agustino y estadounidense, pero también peruano, se mostró en todo momento emocionado, pero contenido y sobre todo, humilde. Luego de sentarse en la “cathedra romana” de la Basílica de San Juan de Letrán, símbolo de su autoridad, se presentó como obispo de Roma “a la escucha de todos, para aprender, comprender y decidir juntos”. “Cristiano con ustedes y obispo para ustedes”, dijo también, citando a San Agustín.
“Les pido que me ayuden a realizarlo mediante un esfuerzo común de oración y de caridad, recordando las palabras de san León Magno: ‘Que en todas las cosas que hacemos rectamente, Cristo es quien realiza la obra de nuestro ministerio. No nos gloriamos en nosotros, que nada podemos sin Él, sino en aquel que es nuestro poder’”, evocó.
“A estas palabras quisiera agregar las del beato Juan Pablo I, que el 23 de septiembre de 1978, con el rostro radiante y sereno que ya le había valido el apelativo de ‘el Papa de la sonrisa’, saludaba así a su nueva familia diocesana: ‘San Pío X, al entrar como patriarca en Venecia, exclamó en San Marcos: ‘¿Qué sería de mí, venecianos, si no los amara?’ Algo parecido digo yo a los romanos: puedo asegurarles que los amo, que solamente deseo servirlos y poner a disposición de todos mis pobres fuerzas, todo lo poco que tengo y que soy. También yo quisiera expresarles todo mi afecto, con el deseo de compartir con ustedes, en el camino común, alegrías y dolores, fatigas y esperanzas. Del mismo modo, les ofrezco ‘todo lo poco que tengo y que soy’, y eso lo confío a la intercesión de los santos Pedro y Pablo y a la de tantos otros hermanos y hermanas cuya santidad ha iluminado la historia de esta Iglesia y las calles de esta ciudad”, aseguró.
Lo escuchaban entonces decenas de cardenales, obispos y sacerdotes que concelebraron junto a él una misa solemne marcada por bellísimos coros en la Basílica de San Juan de Letrán, colmada para la ocasión. Fue el papa León XIII, de quien el nuevo Pontífice tomó el nombre, el que en 1884 hizo restaurar esta iglesia pontificia y movió la cátedra de este templo, en el que quiso ser sepultado junto a otros 21 sucesores de Pedro.
Al principio de su homilía, León XIV, de 69 años, subrayó que la Iglesia de Roma es heredera de una gran historia, consolidada en el testimonio de Pedro, de Pablo y de innumerables mártires, y “tiene una misión única, perfectamente indicada por lo que está escrito en la fachada de esta catedral: ser mater ómnium ecclesiarum, Madre de todas las Iglesias”.
Recordó luego que “frecuentemente el papa Francisco nos invitaba a reflexionar sobre la dimensión materna de la Iglesia y sobre las características que le son propias: la ternura, la disponibilidad al sacrificio y esa capacidad de escucha que permite no sólo socorrer, sino a menudo prever las necesidades y las expectativas, antes incluso de que se formulen. Son rasgos que deseamos que vayan creciendo en el Pueblo de Dios en todas partes, también aquí, en nuestra gran familia diocesana: en los fieles, en los pastores y, antes que nadie, en mí mismo”, afirmó.
Saludó luego desde el balcón central de la basílica a las centenares de personas que siguieron afuera a través de pantallas gigantes la celebración. “¡Gracias por caminar juntos!”, exclamó, al llamar a los fieles presentes, especialmente durante el Jubileo en curso, a ser testimonios de esperanza en un mundo que sufre por guerras, violencia y pobreza.
Antes, a los pies de la colina del Capitolio -sede de la comuna de Roma-, donde recibió el homenaje del alcalde, Roberto Gualtieri y el aplauso de una multitud, León XIV también pronunció palabras llenas de humildad: “Al iniciar oficialmente mi ministerio como pastor de esta diócesis, siento la grave pero apasionada responsabilidad de servir a todos sus , teniendo en el corazón ante todo la fe del pueblo de Dios y, por tanto, el bien común de la sociedad”, dijo. “Para este último propósito somos colaboradores, cada uno en nuestro propio ámbito institucional. Inmediatamente después de la elección, recordé a los hermanos y hermanas reunidos en la Plaza de San Pedro que soy con ellos cristiano y para ellos obispo: de modo especial, hoy puedo decir que para ustedes y con ustedes ¡soy romano!”, agregó.
“Hoy puedo decir que por vosotros y con vosotros ¡soy romano!”#LeónXIV recibe el homenaje de #Roma en nombre del alcalde @gualtierieurope, a los pies del #Campidoglio, el Ayuntamiento de Roma. pic.twitter.com/H5y6m3TlP8
— Eva Fernández (@evaenlaradio) May 25, 2025
Subrayó después la importancia de estar cerca de los más necesitados. “Desde hace dos milenios la Iglesia vive su apostolado en Roma, anunciando el Evangelio de Cristo y dedicándose a la caridad. La educación de los jóvenes y la asistencia a los que sufren, la dedicación a los menos favorecidos y el cultivo de las artes son expresiones de ese cuidado de la dignidad humana que debemos sostener en todo momento, especialmente hacia los pequeños, los débiles y los pobres”, subrayó.
Al mediodía, cuando por primera vez se asomó a la ventana de su despacho del tercer piso del Palacio Apostólico para la tradicional oración mariana del Regina Coeli, el Papa agradeció a los miles de presentes en la Plaza de San Pedro las muestras de cariño. Y, como su predecesor, pidió que rezaran por él.
“Estoy todavía en los inicios de mi ministerio entre ustedes y deseo agradecerles ante todo el afecto que me están manifestando, al mismo tiempo les pido que me sostengan con su oración y cercanía”, exhortó, desatando aplausos.
“En todo aquello a lo que el Señor nos llama, tanto en el camino de la vida como en el de la fe, nos sentimos a veces insuficientes. Sin embargo, el Evangelio de este domingo justamente nos dice que no debemos fijarnos en nuestras fuerzas, sino en la misericordia del Señor que nos ha elegido, seguros de que el Espíritu Santo nos guía y nos enseña todo”, resaltó.
Desde hace pocos días he comenzado mi ministerio entre ustedes y deseo ante todo agradecerles el afecto que me están manifestando, al mismo tiempo les pido que me sostengan con su oración y cercanía.
— Papa León XIV (@Pontifex_es) May 25, 2025
Al recordar, por otro lado, el décimo aniversario de la encíclia Laudato sí, sobre el cuidado de la casa común, de Francisco, llamó a todos a seguir estando comprometidos a escuchar “el doble grito de la Tierra y de los pobres”.
La jornada dedicada a Roma concluyó pasadas las 19.30 locales en la Basílica de Santa María la Mayor, a la que León XIV llegó en papamóvil desde la Basílica de San Juan de Letrán. Allí, luego de rezar ante el ícono de la Virgen Salus Populi Romani, a quien le imploró que cuidara a Roma y a los romanos, el Papa se detuvo algunos minutos a rezar ante la simple tumba de Francisco, como ya había hecho al día siguiente de haber sido elegido.
Ahora @Pontifex_es rezando nuevamente ante la tumba de Francisco en la Basílica de Santa María la Mayor, después de haber venerado a la Virgen Salus Populi Romani y tomado posesión de la cátedra romana en la Basílica de San Juan de Letrán pic.twitter.com/fAANpT8Jt5
— Elisabetta Piqué (@bettapique) May 25, 2025
Luego, también desde allí se asomó a saludar a la multitud desde el balcón central de la basílica. Entonces agradeció a las miles de personas presentes en el barrio del Esquilino, revolucionado por su presencia y renovó su devoción a la Virgen Salus Populi Romani, considerada la protectora de la capital, a quien le imploró que “nos ayude a caminar juntos, unidos como una única familia de Dios”. Aclamado al grito de “¡Leone! ¡Leone!“, se despidió, finalmente, con un simple “¡Buenas noches todos y muchas gracias!”.
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