Sebastián Piñera: un líder que aún busca su lugar en la historia
En este nuevo mandato como presidente de Chile, su principal desafío será reforzar su credibilidad
SANTIAGO, CHILE.- Sebastián Piñera quebró con 20 años de gobiernos de centroizquierda al gobernar Chile entre 2010 y 2014. Fue una gestión centrada en el crecimiento económico y en un objetivo que se encargó de reiterar con pasión: llevar al país al desarrollo. Si bien pudo exhibir buenos números en finanzas, empleo y crecimiento, la inesperada caída del cobre hacia el final de su mandato y el destape de los casos de corrupción en política y negocios más potentes de las últimas décadas, le impidieron decir que se acercó a la meta.
A ello se sumó que los candidatos a sucederlo desde la derecha terminaron salpicados por esos mismos casos o avasallados por el regreso de Michelle Bachelet desde la ONU, con una popularidad entonces a toda prueba.

En medio de la caída de políticos y empresarios por juicios en tribunales, Piñera se preocupó de dirigir dos fundaciones para resguardar y promover su legado. Fue mucho más que lanzar una página web con las leyes que sacó o recorrer el mundo con el papelito de los 33 mineros de Atacama, quizás su proeza más visible, que volvió a destacar anoche en su discurso como presidente electo.
Piñera se preocupó de guardarse para un segundo tiempo, que consiguió con el favor del desprestigio del actual gobierno, que vivió las peores caídas en el precio del cobre y también fue salpicado por la corrupción.
El ex mandatario tendrá que gobernar ahora con el norte puesto nuevamente en llevar a Chile al club de países desarrollados si quiere entrar en la historia como el presidente que lo consiguió, pero sabe que no podrá hacerlo en cuatro años y que tiene que estar preparado para escenarios más adversos que antes.
Los chilenos ya perdieron la candidez y el sistema electoral cambió completamente la configuración del Congreso. La búsqueda de acuerdos para conseguir mayorías se parece cada vez más a los sistemas europeos y los nuevos actores políticos en promedio tienen 28 o 29 años.
En ese contexto, la primera lucha del nuevo presidente será por mantener su credibilidad. Si antes tuvo que vender sus empresas y dar señales de que había separado sus negocios de la política (sigue siendo su principal problema), los errores del final de la campaña, como el falso apoyo de Patch Adams a su candidatura, harán que sus salidas de libreto ya no sean tan simpáticas como en su primer mandato.
Piñera regresa con 68 años de edad y le van a perdonar menos cosas. Si prometió que mantendrá la universidad gratis de Michelle Bachelet, a lo que siempre se había opuesto, será muy difícil que pueda echar pie atrás.
Son varios los compromisos sociales a los que se vio obligado a respaldar para lograr los votos que le permitieron la victoria (la primera vuelta no fue lo que esperaba, 36%). Si no adhiere, es poco probable que entregue el poder a alguien de su sector, como el diputado Felipe Kast, quien se perfiló en la primaria de Chile Vamos. Y si no asegura ocho años de gobierno.
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