Nacho Duato siempre tiene algo para decir: “A veces pienso que soy un hombre del regreso, en lugar del progreso”
Al coreógrafo español le encanta que lo llamen “el nuevo Petipá”, hace una oda al clasicismo, se enoja con los reyes y con Aznar, repudia las guerras y pone a la tecnología en su lugar; en los mismos veinte minutos, también habla de “Por vos muero”, la obra que regresa mañana al Teatro Colón
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A los 68 años, parafraseando el refrán, Nacho Duato no ha perdido el pelo ni las mañas. El coreógrafo y director español llama por teléfono desde su academia en Madrid, donde en pocos días estrenará un nuevo espectáculo sobre la paz (justamente en tiempo de guerras), pero podría haber estado en Rusia: lleva quince años ya como director de la compañía del Teatro Mikhailovsky, que en este momento tiene en cartel una versión suya de El lago de los cisnes. Decíamos: a esta altura no le han crecido pelos en la lengua, al fin y al cabo, por algo lo tildaban en la juventud de enfant terrible, y no iba a cambiar en la madurez. Hay frases que no caducan para este reconocido artista de la danza, como esa que dice que los modernos le dicen que es muy clásico y los clásicos le dicen que es muy moderno, con la que en 2009 titulábamos en LA NACION una entrevista a propósito de su visita, con la Compañía Nacional de Danza de España, para dar un verdadero banquete de su repertorio, durante diez días, en el Teatro San Martín.
Y luego ya no volvió, aunque esta ciudad -dice- le fascina, pero queda a doce horas de avión y ya no está para estos trotes. La agenda acaba de devolverlo a su país después de hacer Remansos en Ciudad del Cabo y en breve tendrá que embarcarse a San Petersburgo -vía Casablanca o Estambul, por las restricciones- para poner el cuerpo y las ideas al servicio de una nueva creación de Raymonda. “¡Lo siento mucho, porque me encanta Buenos Aires, el Colón y soy amigo de Julio Bocca!, se lamenta de su ausencia, con aviso, pero a su vez con la tranquilidad de haber dejado en manos de África Guzmán, quien ha bailado sus obras durante veinte años, la reposición de Por vos muero, en el Programa mixto que estrena mañana el Ballet Estable. A la compañía le queda muy bien este trabajo, que interpretó ya en distintas ocasiones.
-A esta altura, 30 años después, ¿qué lugar ocupa Por vos muero en tu reportorio? Miguel Bosé, que le puso la voz a los recitados de Garcilaso que incorporaste, cree que es un hito, un antes y un después, un “must”, indica en el video que grabó para el Colón.
-Eso lo dice él [se ríe]. La obra de un coreógrafo no está ceñida a un ballet, ni es un hito, ni hay un momento en el que el coreógrafo cambia. La voz de un coreógrafo sigue durante toda su vida. Creo que mi trabajo es desde Jardí Tancat hasta lo último que acabo de hacer, Cantus. Es una cadena, no se puede quitar un eslabón; uno te lleva al otro. Tampoco puedo escoger ni señalar que uno solo haya cambiado mi forma de ver la vida. No, no. Todo es un mismo discurso y todo es importante. ¡Y eso que llevo 110 ballets!
-Y con el paso de los años, ¿los ves distintos a esos “eslabones”?
-Desde que me fui a Rusia, hace 15 años, y he empezado a hacer clásico y dejado de bailar... Eso sí: dejar de bailar te hace cambiar tu forma de coreografiar y tu vocabulario. Incluso ves al bailarín de otra manera cuando ya no eres el intérprete. Por ejemplo, me fijo más en el cuerpo de los bailarines, en sus posibilidades; antes yo enseñaba todo, ahora no puedo, mi físico no me lo permite. Estoy por empezar una creación de Raymonda, he hecho Lago de los cisnes, La bayadera, La bella durmiente, y estar en o con lo clásico me hizo cambiar la forma de trabajar el contemporáneo. Cada vez me gusta más y creo más en el clásico y los ballets de repertorio. Soy tan feliz y tan suertudo de haber podido ir a San Petersburgo, a mis 53 años, y conocido una nueva cultura, un nuevo idioma. Ahora allá me llaman “el nuevo Petipá”, imagínate, por ser el primer extranjero después de 103 años que ha dirigido un teatro ruso.
-¿Y te pesa o te queda cómodo ese traje?
-¡Me encanta! Los modernos me dicen que soy muy clásico, los clásicos me dicen que soy muy moderno. No saben dónde encasillarme. A mí no se me caen los anillos. A veces creo que estoy un poco loco, porque Jirí Kylián, por ejemplo, creo que nunca hubiera aceptado dirigir una compañía de ballet clásico, ni Mats Ek o William Forsythe. Julio Bocca era un bailarín maravilloso de clásico, o Maximiliano Guerra; he trabajado también con Paloma Herrera, les hice un paso a dos precioso con Ángel Corella cuando estaban en el American Ballet. El clasicismo, incluso en arquitectura, es lo que más me gusta. En moda prefiero Dior: cuanto menos, más. A veces pienso que soy un hombre del regreso, en lugar que del progreso. Si ahora pudiese ir en Buenos Aires, iría en barco [se ríe].
-¡Por qué no! Dicen que es una experiencia maravillosa.
-Seguro, quiero ir a San Petersburgo en barco, estar ahí, atracar una semana. Como en la película Muerte en Venecia, con esa llegada en el barco.
-También sos clásico para el cine: en estos días estabas fascinado compartiendo escenas de Paul Newman en El largo y cálido verano en tu cuenta de instagram.
-¡Qué maravilla! Las películas de hoy en día no me gustan mucho, la verdad, no hay nada como los años 50 y 60. Sobre todo el glamour, fíjate: antes teníamos a Lauren Bacall y Ava Gardner, ahora tenemos a Lady Gaga y Salma Hayek [se ríe]. ¡Por favor, ha cambiado mucho la cosa!

-Volviendo a Por vos muero, ¿fue la música del Siglo de Oro o los versos de Garcilaso: qué vino primero?
-Primero, la música. Conocí a Jordi Savall cuando hice Arcangelo, basado en los maravillosos Concerti Grossi de Corelli, y él lo dirigió con su orquesta. Empecé a oír música del Siglo de Oro, cosas pequeñitas, músicas de la corte (La perra mora, una zarabanda, un minué), y entonces dije: ¿por qué no poner poemas en el medio. Me encanta Garcilaso porque es un Inca, su padre era peruano y su madre una princesa, y tiene unos cánticos maravillosos. Entonces leí su obra y escogí todo lo que tenía que ver con el amor, con la muerte y con el baile. Ya lo ves: “Por vos nací, por vos tengo la vida, por vos he de morir, y por vos muero”. Luego, necesitaba alguien que lo recitase y Miguel tiene una voz bonita, muy musical, entonces le pedí que lo grabara.
-De algún modo esos sonetos funcionan como el hilo conductor.
-Claro. Además estoy harto de que España sea la pandereta, los toros y la castañuela. Yo muestro una España de verdad, la del Renacimiento, la del Siglo XV… Bueno, con la Conquista ya no estoy tan de acuerdo, porque encuentro que fue una colonización y un gran genocidio por otro lado. Toda esa época del descubrimiento, la España de los reyes, de las catedrales, de Velázquez, de Cervantes, de Calderón de la Barca o Quevedo. Esa es la España que quiero representar. Yo soy de Valencia, no tengo nada que ver con las castañuelas; me encuentro mucho más griego, fenicio, sumerio, de África, aunque parezca del norte porque soy rubio, pero mi sangre es mediterránea.
-Y sobre la estética: la gama de colores, las máscaras, los faldones.
-Mi padre ha tenido toda la vida fábrica de sedas, desde mi bisabuelo; por lo tanto, siempre tuve mucho trato con la seda. Por ejemplo, yo mismo diseñé los vestuarios de Por vos muero. En mi última coreografía uso una gran tela. Las máscaras, en cambio, me parecen muy del siglo XV, de esconderse, como detrás de un abanico, el carnaval de Venecia, algo así.
-Y qué dice este clásico que ahora sos vos de las redes sociales: además de la película que comentábamos, en los últimos días te enojaste con los reyes, repudiaste al certamen Eurovisión…
-Sí, y me metí con Aznar también porque defiende el genocidio que está ocurriendo ahora mismo en Gaza y se pone del lado de Netanyahu, no lo puedo entender, ¡un señor que nos ha llevado a una guerra de Irak! El rey tiene el trono, el presidente tiene el parlamento, la alcalde tiene su despacho y el Papa el Vaticano, pues yo tengo Instagram, nadie me va a callar. A veces estoy enfadado y no es suficiente que se lo diga a mi amigo o la persona que tenga al lado, necesito compartirlo con más gente. Algunos me critican y me dicen que soy un rojo; me da lo mismo, pero me desahogo.
-Hace varios años, décadas, eras el enfant terrible de la danza.
-Nunca me he callado, he sido muy transparente, soy un poco bocaza, es verdad. Nací en una dictadura. A los chicos jóvenes les digo: “Qué suerte que han nacido en una España libre, democrática, pueden expresarse como son; este va así, la otra se pone pendientes… Es tan natural. Si hubieras nacido en mi época...“. Hemos luchado mucho para esta sociedad de ahora. Desde muy joven he reivindicado quién soy, cómo soy y he dicho lo que pienso. Sino, ¿para qué?, no sirve de nada vivir.
-En medio de esto, retomo el descubrimiento que decías que hiciste en Rusia, y te pregunto por tu visión de la guerra.
-Estoy en contra de las guerras; ahora bien, hay guerras y guerras. Es muy difícil disociar el pueblo del que gobierna. Cuando vivía en España y había una dictadura, estaba trabajando en Londres, en el Mercury Theater, y a mí no me llamaban franquista. Quiero decir: no todo ruso es Putin, los rusos están avergonzados de lo que está pasando. Pero cómo iba a dejar Putin que pusieran misiles en las puertas de su casa. Ahora a Rusia le han puesto sanciones: yo tengo que ir por Casablanca o por Estambul, no puedo traer dinero, ya sabes. En cambio, Israel no tiene una sanción, ni media. A Rusia se lo sacó de Eurovisión [debido a su invasión a Ucrania]; Israel por poco gana Eurovisión. Hay una gran diferencia entre una guerra y la otra, las dos son execrables.
-¿Qué cosas te parecen interesante y cuáles vacuas en la cultura de hoy?
-Creo que la tecnología hizo que el hombre se aleje de su propio corazón. El materialismo y el consumismo propiciaron una sociedad compuesta por gente muy cosificada. Nos creímos que la tecnología es respuesta para todo y no es así. Es maravillosa y en los últimos años dio un paso gigante, sobre todo con la IA, pero las preguntas más importantes del ser humano, como qué hay más allá, de dónde venimos, qué es el amor, eso no te lo puede responder Google, porque no se le pone la piel de gallina. Para alcanzar la belleza, necesitas momentos de introspección y de silencio, y en medio de esta vorágine es muy difícil. Estaba el otro día en el Museo del Prado, porque vivo muy cerca y voy seguido a ver a mi amigo Diego Velázquez, y mientras contemplaba sentado Las meninas veía pasar a la gente con su móvil que decía: “Uy, pero que bonito”. Si tu quieres sentir la belleza, precisas una media hora de silencio y hoy en día pocos la tienen. Lo mismo pasa con la música: los nuevos coreógrafos no escuchan música. Las cuatro sinfonías de Brahms duran dos horas; una ópera, casi tres; si oyes los Nocturnos de Chopin tienes que sentarte dos horas y pico. Los jóvenes no tienen esa paciencia, los niños no saben quién es Debussy o Ravel. Lo mismo con leer. Hay demasiadas series, demasiado Netflix; yo no tengo nada de todo eso.

-Bueno, Instagram sí.
-Por mi academia, sí, y por poner mis cuadros [Duato tiene su faceta de artista visual], y también porque a la gente le gusta que ponga una foto de cuando era guapo.
-Pensé que eso lo hacías porque sentías nostalgia de ese pasado.
-¡No, si me encuentro mejor ahora que antes! A la gente le gusta. Igual tengo muy pocos seguidores, tampoco me preocupo mucho.
-Mencionabas a la inteligencia artificial: en este momento de tanto debate en las artes sobre los alcances de la herramienta, ¿crees que la coreografía está a salvo?
-Creo que sí, que está a salvo. Jirí Kylián no ha usado un video en su vida, Mats Ek no ha usado un video en su vida, Balanchine no ha usado un video en su vida, Martha Graham no ha usado un video en su vida, yo no he usado un video en vida. Cuando no tienes nada que decir con la danza, metes un video, un holograma, pones veinte luces dando vueltas por el escenario. La danza más bonita es la folklórica, la que se baila en la plaza del pueblo, por eso me gusta Por vos muero, que es un poco reivindicar cómo se expresaba, porque se bailaba en la corte, pero se bailaba en la calle, en un bautismo y en un entierro. Y ese es el tipo de danza que a mí me gusta.
-Y se supone que es algo que hacemos todos, desde que tenemos pocos meses de vida.
-Bailar y tocar las palmas, o sentir el latido del corazón, tener un ritmo, oír el viento. Esos sentidos son muy importantes.

Para agendar
Por vos muero, de Nacho Duato, se verá en el marco del Programa mixto del Ballet Estable del Teatro Colón, con dirección de Julio Bocca. Estreno: jueves 29, a las 20. Funciones: viernes 30 y sábado 31, y del martes 3 al sábado 7 a las 20; domingos 1° y 8 de junio, a las 17.
Perifoneos. Conversaciones previas a cada función con los coreógrafos, músicos y bailarines que intervienen en las diferentes obras. Ingreso por la puerta de la calle Libertad, una hora antes del espectáculo.
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