Marilina Bertoldi: cómo es Para quien trabajas, su impactante nuevo disco
La cantante y guitarrista acaba de lanzar un álbum de pulso rockero y bases electrónicas
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Artista: Marilina Bertoldi. Álbum: Para quien trabajas. Canciones: “Para quien trabajas”, “No quieren más mi rocanrol”, “Autoestima”, “Siglos”, “Bajan de día de noche esperan”, “El gordo”, “Para siempre es un lugar”, “De caza”, “Amanecen ocasos”, “Monstruos”. Discográfica: Sony Music. Nuestra opinión: muy bueno.
Cuando en junio de 2022, Marilina Bertoldi rompió una guitarra durante la presentación de su disco Mojigata, los pájaros que cantan sobre las selvas de internet –bautizados así por el Indio Solari, los s de la red social de Twitter ahora llamada X– saltaron a criticarla como si se hubiese tratado de un crimen. La guitarra, además, era de utilería. “Se me cuestionaron cosas que jamás le cuestionaron a ninguna otra persona que haya roto una guitarra contra el piso”, le dijo la cantante y guitarrista a LA NACION en aquel momento. “Llegaron a decir que no podía romper una guitarra por cómo está la economía, como si yo fuera la culpable. Yo soy una persona que tiene muchísimos motivos para estar enojada y romper una guitarra contra el piso (...) No me victimizo, ya lo entendí: me van a cuestionar todo y lo tengo clarísimo. Y a los chabones que están re pegados nunca le cuestionan nada, pero nada, ¿eh? Ni una sola cosa”.
Pasada la indagatoria ridícula, Marilina Bertoldi –escrutada desde hace un lustro como pocos en el rock argentino– se dedicó a tocar de manera esporádica, a veces con banda, a veces en formato dúo, y sobre todo a pensar su nuevo disco, el recientemente estrenado Para quien trabajas. Y aquella guitarra rota puede verse ahora, en retrospectiva, como un aviso de lo que vendría: el disco menos guitarrero de su carrera. Tanto que abre con el siguiente diálogo junto a su sobrino Milo:
-¿Este teclado?
-Este teclado… uy, con este podés hacer un montón de ruiditos. ¿Querés probar?
-Y vos cantás.
Y enseguida los sintetizadores y las baterías programadas remiten al Charly García y al Spinetta de los 80 (que también referían al Prince de esa misma década). Así empieza el recorrido de media hora y diez canciones: entre cierta calma ganada y una furia ante ese enemigo que nunca descansa. “Yo quiero más de eso, lo que hace feliz. Nada más eso. Me tiene así. Nada más eso, me pueden pedir”, canta en los primeros versos del tema que da nombre al disco. Pero enseguida advierte: “Vienen por eso, por vos / Te juro que sí”.
Marilina Bertoldi, que siempre ha viajado del laboratorio al garage ida y vuelta, hace más pie en el primero que en el segundo a la hora de construir el sonido de Para quien trabajas. “No es que intento hacer rock, quiero dejarlo al rock hace un montón, pero no puedo evitarlo”, le decía riéndose a LA NACION en la entrevista antes mencionada. Entonces, esa furia que antes era directa y a la cara, ahora suena como una textura aplicada a canciones que parecen haber nacido prístinas e higiénicas pero a las que ella, en su carácter de formadora, y por su impronta deformadora, les aplicó un shock de estrés y hartazgo (“Nunca tuve algo tan lindo para romper”, cantará en “Por siempre es un lugar”, una de las viñetas acústicas del disco).
Así, con la bronca como filtro, se la escucha en “Autoestima” –sampleo a Luca Prodan incluido–, la robótica y dark “Amanecen ocasos” y sobre todo en “El gordo”, tal vez con las referencias sonoras más directas a García y Spinetta y con un estribillo que es un llamado al criterio, a la manera de Marilina: “Cierren el orto / Están locos / Por favor, no se limiten con los otros”.
Referente rockero de la comunidad LGTBIQ+, Marilina Bertoldi aboga por un rock performativo y queer en una línea de continuidad, poco transitada y referenciada en general, con Little Richard. Y fiel a sus banderas, cierra su disco con “Monstruos”, un tema compuesto luego del triple lesbicidio en el barrio porteño de Barracas. “Se me va la vida / Deteniendo monstruos”, canta encima de una atmósfera gélida y opresiva.
Pero el cierre incluye otro audio de su otro sobrino, Julián. Según le contó Marilina Bertoldi a Futurock, había perdido su peluche favorito en una plaza. Luego de llorar por no encontrarlo, una policía les dijo que la hija de una familia que estaba cartoneando lo había encontrado en el piso y se lo había quedado. Ahí, Julián dejó de llorar y cuando llegó a su casa le envió a su tía el audio con el que cierra el disco: Y otra cosa, para que no te preocupes, tranquila que ya estoy bien, me siento bien (...) Espero que la estés pasando muy bien, te mando un beso y un abrazo muy grande. Chau.
Entre la música y la vida cotidiana, entre la claridad y la bronca, Marilina construye un humanismo. Como si en los pliegues y repliegues del estilo (en ella siempre hay más estilo que técnica) se balanceara un estado de ánimo a entender y abrazar frente a este presente deshumanizante e individualista.
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