Mía Folino: del video viral a los 9 meses con Hilda Lizarazu, su mamá, cantando con Charly García a su parecido con Rosalía
Aunque tuvo una etapa en la que pensó dedicarse a otra cosa, la influencia fue más fuerte; después de muchos shows junto a su mamá y como parte de la banda de Dante Spinetta, ahora presenta su primer disco
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Mía Folino no hacía más que llorar. Tenía sólo 9 meses de vida cuando se encontró con su vocación por primera vez. Corría el 27 de octubre de 2001 y su mamá, Hilda Lizarazu, intentaba calmar el llanto de su bebita para poder subir a cantar junto a Charly García en el histórico festejo de sus 50 años. “Subila con vos. Va a quedar en la historia”, dijo, visionario, León Gieco.
Aquella noche, en el Teatro Coliseo, Mía subió al escenario acunada en los brazos de su mamá rockera y al ritmo de “Buscando un símbolo de paz” calmó su temple y se encontró con su destino, ese que hoy, a los 24, reafirma con el lanzamiento de su primer disco, Fuga.
—El estilo de tu disco es muy distinto a la música que hacen las cantantes más populares de tu edad hoy, como Tini, Emilia o María Becerra...
—Es una búsqueda que emprendí hace tiempo, es un disco que navega diferentes sonoridades pop. Me tomé casi 8 años para sacar un disco; a los 16 ya tenía canciones propias, pero gracias a Dios no salieron (risas). Mi búsqueda tiene que ver con encontrar en dónde me siento sincera y genuina y a veces es muy difícil no sonar parecido al resto o a lo que sabés que funciona. Lo que más me importa es que mi música sea genuina, si pensás que lo que hacés es una porquería ¿Cómo salís a defenderlo en un escenario?
—Absorbiste la pasión por la música desde muy chica. ¿Cómo fue crecer rodeada de un ambiente rockero?
—Nunca nadie vino a decirme lo que tenía o no que hacer, pero sí, crecí al lado de mi mamá que hace lo que se le canta. Se tira al piso en los shows, su performance en escena es como una definición de libertinaje. Yo tengo otro estilo.
—Te mostrás con una actitud muy madura...
—Me autopercibo como una señora en el cuerpo de una adolescente. Empecé a tocar de adolescente, a los 16, entonces ya me da fiaca tocar a las 3 de la mañana o salir a bailar. Siento que ya lo hice y que ya me aburrió.
—¿Tuviste una época muy rockera?
—Sí, no sé si rockera, pero si que iba a bailar los domingos, me dormía a las 5 de la mañana y al otro día iba al cole. Entonces ahora ya no. El mejor plan que puedo tener es quedarme durmiendo un domingo.
—La ironía de ser hija de rockeros...
—Sí, igual mi vieja es cero salidora. A las 22.30 de la noche le suena la alarma para irse a dormir.
—¿Tiene una alarma para irse a dormir?
—Sí, porque se levanta re temprano. Es cero el estereotipo de rockero que uno imagina.
—¿Vos también te levantás temprano?
—Lamentablemente ese rasgo no lo heredé porque me cuesta madrugar. Sí es verdad que me siento un poco más estructurada o más seria que mi mamá, en la estética y también en la forma de ser. A veces le digo: “Actúo de tu mamá”. Cuando vivíamos juntas yo le decía: “Dejaste los platos en cualquier lado”.
—¿Se peleaban por esas cosas?
—No nos peleábamos, pero yo le marcaba cosas porque soy más ordenada. Soy muy ordenada y todo el tiempo le decía: “¿Qué es esto? Esto no va acá”. Pero más allá de esas cosas nos llevamos bárbaro.
—Hace poco se hizo viral un video de tu mamá con vos cantando en un escenario cuando eras bebé. ¿Qué te pasó con eso?
—Lo vi en pandemia por primera vez. ¡No sabemos quién lo rescató! Es hermoso y ahí me doy cuenta que literalmente mamé esto. A mucha gente le emociona. Entiendo lo que representa. Ahora es otra época, ya está mucho más aceptado el hecho de ver mujeres arriba de un escenario. Las artistas que más la rompen de Argentina son mujeres, pero igualmente algo sigue chocando de esa imagen, ¿viste? En el video aparecen comentarios como: “¡Qué irresponsable! ¿Cómo sube al bebé?”. Qué sé yo, inventan. Un poco es la imagen que le quieren adjudicar a una mina rockera. Piensan que sí o sí tiene que ser reventada. Algunos ponen comentarios preguntando si el bebé quedó sordo. “No, el bebé es Mía Folino, quedó bárbaro”.
—¿Vos alguna vez pensaste que tu mamá había sido irresponsable?
—No, para nada. De hecho esa anécdota surge porque yo no quería que mi mamá me suelte. Cada vez que me dejaba, a mi me agarraba un ataque de llanto. Entonces León Gieco le dijo “Subila al escenario”. Ella me puso algodoncitos tipo tapones y me subió con ella. Si no me ponía eso, por ahí sí me hubiese quedado sorda. En esas épocas que no se usaban In Ear (auriculares intraurales), que era todo con monitores de piso, los volúmenes que manejaban eran tremendos, por algo toda esa generación de músicos están sordos ahora.
—¿En serio?
—Y sí. Hubo toda una generación de músicos que no tenían la conciencia de cuidarse como ahora. Me doy cuenta sobre todo cuando toco con gente más de esa generación, porque ponen el volumen fuertísimo para poder escuchar bien.
—Tocaste en el Quilmes Rock hace poco. ¿Cómo te sentiste?
—Espectacular. Fue toda una nueva experiencia para mí, porque más allá de que mil veces toqué en escenarios grandes con mucha más gente de la que había ese día, no es lo mismo estar tocando temas de otros, de invitada o haciendo coros que tocar tu disco y decir: “Bueno, esta soy yo, esta es mi banda, esta es mi música”. Lo redisfruté. Recibí muy buenos comentarios, muy buena onda. Aparte me tocó abrir un escenario que también es re difícil. Es una responsabilidad.
—¿Y quién estaba ahí para apoyarte?
—Había familia, amigos, después fue llegando más gente que no conocía. Estaban mis papás.
—¿Qué dijo tu mamá?
—Estaba re contenta. Me filmó un montón de videos haciéndome zoom ¡Se ve solo mi cara y nada del escenario! (risas), así que después la cargaba: “Mamá, filmá el escenario!” Estaba Lito [Vitale, pareja de Lizarazu] también.
—Te llevás muy bien con él, ¿verdad?
—Sí, Lito vino a ayudarme con el sonido. Lo hice madrugar, pobre. Él me re banca siempre en todo lo que hago, es un tipazo.
—Charly García es muy amigo de tu mamá ¿Pudiste hablar con él en el último tiempo?
—Con Charly no, no hablé. Mi vieja sí lo fue a visitar. Él siempre me tira buena onda. No le mostré mi disco porque me da vergüenza.
—¿Te da vergüenza?
—Sí. No sé, una vez mi mamá le mandó una versión que yo había hecho de un tema de él, “Adela en el carrousel” y casi la mato. Le dije: “Mamá, ¿cómo le vas a mandar eso?”.
—¡Hay confianza!
—Sí, pero que le mande una versión de ella, ¡no mía! (risas). Hacer una versión de un tema de Charly es toda una responsabilidad.
—¿Le gustó?
—Mi mamá me dijo que sí. Es lo que dice ella.
—¿No le creés?
—¡Qué sé yo! No sé, ni idea, no quiero saber (risas) ¿Quién no ira a Charly?
—Vos lo conocés desde otro lado, más cercano...
—Sí, pero a la vez siempre supe quién era. Muy rápidamente entendí la magnitud de su obra y también tuve la oportunidad de viajar de chica, a los 8 o 9 años, acompañarlos a alguna gira y su música siempre me gustó. Me re divertía que mi mamá le hiciera coros a ese tipo y yo irme de gira con ellos. No era algo recurrente, no es que me llevaban a Israel, pero viajes cortos sí compartí con ellos.
—Lo vivías como algo normal...
—Me divertía, porque siempre me gustó la música. Mi papá en esa época también era manager, entonces era la rutina de ellos, era su mundo.
—¿Nunca pensaste en dedicarte a otra cosa?
—Tuve un momento más rebelde en el que quise ser distinta a mis papás. La gente me veía con la guitarra o el piano y me decían: “Ay, vos vas a hacer música” y yo decía: “No, de ninguna manera”. Después me encontré haciéndola y empecé como corista mientras estaba en el colegio. De hecho no fui a la entrega de diplomas de quinto año porque tenía un show y mi mamá estaba enfurecida. Fue ella a buscar mi diploma.
—¿En serio?
—Sí. Tenía un show con una banda. En realidad, la prueba de sonido. Le dije a mi mamá: “Iré a probar sonido. De ninguna manera voy a ir a la entrega de diplomas”. Me importaba mucho más la prueba de sonido que ir a la entrega de diplomas. Así que fue ella.
—Compartiste una gira larga con tu mamá, ¿no?
—Sí, cuando terminé el colegio, en 2018, mi mamá hizo una gira por Europa de tres meses y yo la acompañé. Mi mamá me dijo que si iba con ella tenía que trabajar, así que hice la apertura de casi todos sus shows. Me acuerdo que en Granada hice un tema medio flamenco, medio gitano y mi mamá decía: “Esta piba no tiene vergüenza. Viene a Granada que es la meca del flamenco a cantar una nana gitana” (risas). Está muy orgullosa.
—Tenés un parecido con Rosalía...
—¡Me lo dicen mucho! De hecho en esa gira, en Madrid fui un día a un lugar que tocaba un grupo de flamenco y unos tipos me decían: “Eh, tú, Rosalía, que ya no me reconoces” . Yo les trataba de explicar que no era Rosalía, pero no me creían. “Anda, tía. No te acordás”. Se terminaron sacando una foto conmigo. El dueño, que era argentino, vino y me dijo: “Piensan de verdad que sos Rosalía, no hay forma que entiendan, están desde las 5 de la tarde tomando cañas. Así que se sacaron una foto conmigo pensando que era ella y nos matábamos de risa.
—Tu primer disco cuenta con la colaboración de Dante Spinetta...
—Tenemos una relación muy linda, la verdad es que lo re quiero y, salvando las distancias, tenemos una vida un poco parecida: los dos tenemos padres músicos y elegimos transitar la misma carrera que ellos. Tenemos charlas muy profundas y para mí fue re especial que acepte la invitación para formar parte de mi primer disco. Compartimos muchos viajes, estuve en su banda. Para mí, su papá, aunque no lo conocí, es un ídolo. Yo a Dante lo conocí porque siempre fui fan de Illya Kuryaki. Después se enteró que yo era hija de Hilda.
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