Nile Rodgers & Chic, en un show potente que recorrió éxitos propios y ajenos y puso a bailar al Movistar Arena
El ícono de la música disco regresó al país para recorrer todos sus hits y dejó en claro por qué es uno de los artistas más importantes de la historia del pop
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“Cuando empezamos, nadie se estaba moviendo. Ahora que están todos bailando, vamos a arrancar de nuevo”, advirtió Nile Rodgers antes de arremeter por segunda vez con “Le Freak”, la canción con la que noventa minutos antes había iniciado su cuarto show en la Argentina. El espectáculo ya estaba oficialmente terminado, pero el público estaba tan extasiado que el guitarrista sintió que no podía irse así sin más. Si hubiera repetido el concierto entero, todos se habrían quedado bailando en el Movistar Arena hasta el amanecer.
Pocas cosas son tan hedonistas como la música de Chic, la banda que Rodgers lideró en plena fiebre disco durante la década del 70. El neoyorquino no solo ayudó a forjar la identidad del género, sino que con su guitarra rítmica -limpia, compacta y funky- logró desarrollar un sonido inconfundible que marcó a fuego todos los intentos futuros (de Queen a Dua Lipa) de incursionar en ese ritmo que nació en los clubes nocturnos de la Gran Manzana. Su compañero Bernard Edwards fue otra pieza imprescindible para la canonización de la música disco. Artífice de una técnica llamada chucking, creó con el bajo un groove mágico que fue fundacional para toda la música bailable desde ese momento hasta la actualidad.
A pesar de haber logrado varios hits, Chic no sobrevivió al movimiento antidisco y a principios de los 80 se separó. Una década más tarde, al observar que su música se reivindicaba -en gran parte gracias al trabajo de Rodgers como productor y compositor en esos años- decidieron volver al ruedo. Sin embargo, la temprana muerte de Edwards en 1996, producto de una neumonía, llevó al grupo hacia un nuevo y abrupto final. En su gira actual, el guitarrista lo recuerda interpretando “Thinking About You”.
Entrados los 2000, Nile rearmó Chic, pero lo convirtió en una especie de porfolio de toda su carrera en el que recorre no solo sus grandes éxitos, sino los de otros artistas con los que colaboró a lo largo del tiempo. El resultado, como era esperable, es una playlist perfecta para mover los pies que levanta a cualquiera, pero también funciona como una clase magistral sobre el pop de la segunda mitad del Siglo XX. Quiérase o no, fue prácticamente imposible no reconocer alguna de las canciones que sonaron anoche, en la que hasta Duran Duran estuvo presente (el músico produjo Notorious en 1986).
Al igual que un DJ, Rodgers es un maestro que sabe a la perfección cómo hilvanar los temas para crear un ambiente festivo que vaya más allá de la nostalgia. Arrancó por el plato principal, un enganchado de éxitos de Chic (“Le Freak” “Everybody Dance”, “Dance, Dance, Dance” y “I Want Your Love”) que transformaron por un momento al estadio de Villa Crespo en el mítico club nocturno Studio 54. Solo faltó la bola de espejos.
Tras una breve escala en la discografía de Sister Sledge -el grupo de hermanas al que Rodgers y Edwards llevaron a la fama con los singles “We Are Family” y “He’s the Greatest Dancer”- y Diana Ross (los dos estuvieron detrás de su álbum más vendido, Diana, que tiene los clásicos “I’m Coming Out” y “Upside Down”), el guitarrista se animó a versionar a Madonna con “Like A Virgin” y “Material Girl”. Sus dos cantantes femeninas, Kimberly Davis y Audrey Martells, salieron airosas al momento de encarnar a la Reina del Pop con dos canciones que, a simple vista, parecían desentonar con la primera parte del show. Sin embargo, no hacen más que dejar en manifiesto la evolución de Rodgers, que produjo el disco que convirtió a la autora de “Like a Prayer” en una superestrella internacional.
Acto seguido apareció “Modern Love”. Otra vez, al mejor modo FM, la banda de Nile aterrizó suavemente y se sumergió en este himno que compuso David Bowie para Let’s Dance (1983), placa que también tuvo a Rodgers como productor y que lo ayudó a expandir su público. Sobre el final volvería a rendir tributo al Duque Blanco, justamente con el clásico que dio nombre a ese álbum, tras una arenga con el público alentada por el baterista Ralph Roll, que incluyó una bandera argentina sobre el escenario y una improvisación sobre el “olé, olé”. “Argentina es funky”, remató.
A pesar de que el punk había bastardeado a la música disco, el guitarrista encontró la manera de mantenerla viva y fresca, ajustada a los tiempos que corrían. No solo eso: sus shows son la muestra perfecta de que Nile Rodgers es un engranaje fundamental del pop y que está más vigente que nunca. La prueba está en la inclusión al repertorio de sus shows de “Get Lucky” y “Lose Yourself to Dance”, los dos hits de Daft Punk que volvieron a meterlo en los rankings, y de “Cuff It”, una canción que coescribió con Beyoncé para su álbum de 2023 Renaissance que ganó un Grammy a la Mejor canción de R&B. En esa misma edición, el fundador de Chic fue reconocido con el Lifetime Achievement Award por su contribución a la música.
Es que él no solo fue importante como productor y compositor. El patrón rítmico que desarrolló con Edwards sirvió de punto de partida tanto para el dance como para el pop moderno. Ambos géneros se apropiaron de su música y ayer lo dejó en evidencia fusionando su composición original con el tema que la sampleó, tal como hizo con “Soup For One” y “Lady (Hear Me Tonight) del dúo de French house Modjo (2000) y con “Chic Cheer” y “Love Like This” de Faith Evans (1998). Así, los puentes entre pasado, presente y futuro se tienden constantemente y lo tienen a Rodgers como principal columna vertebral.
Para el momento del cierre, los espacios entre las ubicaciones del campo ya se habían transformado en una pista de baile. El inoxidable “Good Times” sintetizó a la perfección lo que busca transmitir el artista hoy en día: baile, hedonismo (en exceso), legado (con el bajista Milton Barnes la técnica de Edwards está en buenas manos) e historia, porque la base de ese gran clásico del 79 fue utilizada por The Sugarhill Gang para “Rapper’s Delight”, la primera canción de hip hop registrada en un estudio. En honor a ese hito de la música afroamericana, sobre el final Nile se animó a rapearla apoyado por un solo de bajo que hacía vibrar hasta los huesos. Cuando terminó, la audiencia estaba hambrienta y él solo pudo responder con “Le Freak”, la única canción que podía estar a la altura de esa inesperada situación.
Con 72 años, Nile Rodgers sigue irradiando una energía inagotable. Pero lo más importante es que su espectáculo, con una banda ajustadísima al detalle, deja en claro que a casi cincuenta años de su debut, su herencia musical no solo es indiscutible, sino que está en pleno proceso de redescubrimiento por parte de una audiencia joven que está buscando un sonido más analógico para mover el cuerpo.
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