Orianna Cárdenas: cómo llegó a ser “Inga” en El Eternauta, su recuerdo de Venezuela y la emoción por haber cumplido un gran sueño
La actriz, de 25 años, dialoga con LA NACION acerca de sus primeros tiempos en la Argentina y lo mucho que esperó por hacer realidad su deseo
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Lista para hablar con LA NACION, Orianna Cárdenas tiene su pelo enrulado por arriba de los hombros, sus pestañas están perfectamente marcadas, lleva un vestido negro, tacos y las uñas largas y pintadas de oscuro. Poco se parece a Ingrid (Inga), la joven delivery venezolana de El Eternauta que se une al grupo de Juan Salvo (Ricardo Darín), rapada, con short y zapatillas, cómoda para trabajar durante una larga noche de verano. Sin embargo, alcanza con escucharla hablar para entender que tienen mucho más en común de lo que a simple vista se ve. Una en la realidad y otra en la ficción, ambas llegaron desde Venezuela a buscar un futuro mejor y, con la premisa de Oesterheld de que “nadie se salva solo”, continúan en la búsqueda.
A muy temprana edad Orianna tuvo que aprender de pérdidas cuando a sus 13 años falleció su mamá y su padre se quedó criándolas a ella y a sus hermanas. Al terminar el colegio sabía que si quería vivir de la actuación debería irse de su país. Argentina no fue su primera opción, pero luego de en su infancia haber visto Patito Feo, Floricienta y otras series infantiles, se presentó como una buena alternativa. Los primeros años no fueron fáciles -estos tampoco- y tuvo que trabajar de todo para poder hacerse un espacio por estas tierras.

Durante la pandemia un nuevo duelo: esta vez su papá, que estaba en su tierra natal a más de cinco mil kilómetros. No se pudo despedir, como tampoco Inga pudo despedirse de su hermano en la serie de Netflix: ambas tuvieron que levantarse y seguir en medio del dolor y del caos mundial, como tantas personas que en el 2020 pasaron situaciones similares y se identifican con el personaje de la serie de Stagnaro. En diálogo con LA NACION contó cómo fue su camino y cómo vive el día después.
—¿Cómo estás viviendo estos días, con el éxito de la serie?
—Me cuesta traer los pies a la tierra porque es mi sueño más grande, en algún momento llegué a ver como imposible poder actuar y me cayó en una producción gigante y hermosa. Estoy tratando de caer, muy feliz. Tengo dos hermanas acá (en la Argentina) y son muy fans. Mi hermana mayor tiene un bebé de cuatro años y él también está fanatizado porque le encanta el tema de los aliens. La verdad es que yo tenía una expectativa y se superó completamente porque es ya una cosa a nivel mundial.

—¿Y en la calle te reconoce la gente?
—Todavía no... Sí me pasa mucho de que se me quedan viendo como de reojo, pero entiendo también que es por esto de que como tengo ahora cabello y en el momento de la serie yo estaba rapada, genera dudas. Sí me han pedido una que otra foto.
—El look, el pelo, ¿fue para el personaje o ya te habías rapado antes del casting?
—Me llegó un flyer que decía que necesitaban una venezolana para una serie, todavía no sabía que era para El Eternauta, no sabía que era para Netflix, ni quiénes actuaban. Y me pasó que mando las fotos y yo tenía el cabello como ahora (arriba de los hombros) y al mes y medio, aproximadamente dos meses, me vuelven a escribir y justo me había rapado; les dije que me había rapado y me dijeron que les servía.
—¿Qué tenés vos de tu personaje, Inga?
—Tengo algunas cositas… Tengo que itir, la terquedad, pero la resiliencia también.

—Inga sabe ver el lado bueno de las cosas, le pasa algo terrible y sin embargo no duda en ayudar y mirar hacia adelante...
—Inga tiene mucho por lo que vivir, quiere sobrevivir. Eso es algo que también iro mucho de ella, la resiliencia; no importa el obstáculo que se le pone, ella va a seguir. Y creo que esto tiene que ver con esta frase de Oesterheld, esto del héroe en colectivo, este grupo que empieza con ella siendo una ocupa, ella lo ve como su nueva familia y coincide en que tienen que ayudarse entre todos.
—¿Qué sabías de El Eternauta?
—Es muy loco. Mi idea cuando vine para acá, además de un futuro mejor ya que lamentablemente mi país no me lo podía dar, era estudiar. Empecé a estudiar Indumentaria en la FADU, y en el CBC nos mandaron a hacer una infografía sobre un cómic, y yo elegí El Eternauta. En ese momento me encantó, soy muy fan de la ciencia ficción, pero jamás en mi vida me imaginé que iba a terminar años después haciéndolo. Es más, se me hizo la piel de gallina (señala con una mano su brazo opuesto). Siento que fue como una manifestación inconsciente.
—¿Volviste a buscar ese TP que habías hecho?
—No sé dónde quedó porque me mudé varias veces pero quedó acá (señala su corazón), en el ambiente y en el corazón. Qué loca esta aproximación a lo que me iba a pasar ahora.
!["Bruno [Stagnaro] me permitió ponerle jerga y ponerle un poquito de mi granito de arena, que siento que fue bastante bonito", dice la actriz venezolana](https://resizer.glanacion.com/resizer/v2/bruno-stagnaro-me-permitio-ponerle-jerga-y-KKZOGEGSEFDG3ED4LAPXGC2H6U.jpg?auth=f6225bdf0fce9798540d0e6ab7d77740f5f3a00e90769d7afeb6f81eeec17e4a&width=420&height=630&quality=70&smart=true)
—De todas formas, en esa versión original del comic no está Inga... ¿Cómo fue componerla de cero?
—La serie está basada en la actualidad, pero con toda la esencia del cómic original y considero que Bruno (Stagnaro) y Ariel (Staltari), agarraron este personaje venezolano, migrante, que trabaja de delivery tomando la actualidad de Argentina, que somos bastantes los que estamos acá. Y fue muy hermoso. Bruno me permitió ponerle jerga y ponerle un poquito de mi granito de arena, que siento que fue bastante bonito.
—Y también, en contraposición a ella, está el personaje de Ariel Staltari, que viene de visita después de haber emigrado en el 2001. Tal vez eso hace que peguen onda....
—Sí, al principio me costaba un poco entender el romance de ellos dos. En mi cabeza pienso que eso sería en lo que menos pensaría si hay un apocalipsis. Pero después de entrar en la piel de Inga y también leer toda la historia, está bonito darle este espacio. Soy full enamoradiza y considero que el amor está en todos lados. Bueno, a ellos los agarró en medio de esto.
—Esta serie después del 2020 toma otro significado, entendemos que un apocalipsis puede estar mucho más cerca. ¿Lo creés así?
—En el 2020 falleció mi papá en Venezuela. No me pude despedir. Y era eso, este duelo que me estaba llegando, también todo este caos de desesperación que tuvimos todos de ‘¿qué va a pasar?’. Encerrados de la noche a la mañana, no sabíamos qué hacer. Ese pánico y también ese luto que se me generó, fue una mezcla bastante difícil para mí. Y viendo a los personajes me dio esa esperanza, esas ganas de vivir que tienen, de permanecer juntos, y creo que lo comparo un poquito con ese momento que me tocó. Pensaba en mi hermana menor que ya está acá con nosotros, pero en ese momento estaba en Venezuela.
—Es que a Inga le pasa lo mismo, tiene una pérdida muy grande y tiene que salir adelante, sin tiempo de llorar.
—Es que ella quiere vivir, es lo que más recalco de ella, quiere sobrevivir a pesar de las lamentables situaciones que le pasan en el medio.
—¿Cómo fue que llegaste a la Argentina?
—Mi hermana mayor se había venido un año antes. Al principio tenía la idea de irme para los Estados Unidos. No se me dio y yo soy una persona que considera que todo está escrito y por algo fue, porque si no, no estaríamos acá hablando. Yo crecí con Patito Feo, Floricienta, o sea, le tenía el ojo a la Argentina en cuanto al cine y la televisión. Mi hermana me dijo que viniera y no perdía nada, porque yo quería irme.
—¿Estaba muy difícil la situación allá?
—En mi casa, sí. Y un poco de frustración, tenía 18, uno se quiere comer el mundo. Y yo decía “no puedo comerme el mundo porque estoy muy pendiente en trabajar para poder ayudar”. Y a los seis meses me vine para acá.
—¿Volviste a Venezuela?
—Ya no me queda tanta familia allá, me gustaría volver para estar en mis playas, reconectar con la comida, que por supuesto acá hay mucha comida de nosotros, pero como casa no. De verdad extraño mi país, pero extraño lo que fue, que hoy día ya no está. Entonces me quedo con el lindo recuerdo. Cuesta, pero algo que siempre tuve en la cabeza, que mi papá me enseñó mucho, porque mi mamá falleció cuando tenía 13 y mi papá me crió, era que ellos siempre van a estar. Tal vez no terrenalmente, pero siempre van a estar.

—¿Crees que están acá acompañándote en este gran momento?
—Sí, siempre, siempre. Lo que pasa es que me abrumo un poco porque es mi primer trabajo grande y también pasar de ser como una mundana, por así decirlo, a todo esto que está pasando, no me esperaba tal magnitud la verdad. Y sí, los siento conmigo apoyándome un montón.
—¿Llegaron a saber que querías ser actriz?
—Mi papá sí, mi mamá no. Siempre fui fan de las películas, las series, el teatro. De chica, pasando por la situación de lo de mi mamá, no tenía en la cabeza que la actuación fuera una carrera. Fui creciendo y me di cuenta de que sí se podía y me acuerdo haberle contado a mi papá, siempre fue una persona que nos apoyó muchísimo, pero en su momento como que muy dulcemente me decía que me podía morir de hambre si seguía por acá; pero después empecé a demostrarle que además era una manera mía de expresarme y canalizar muchas emociones.
—¿Cómo fueron tus primeros tiempos en Argentina?
—Al principio estuve viviendo con mi hermana un tiempo y después me mudé con mi mejor amiga, que nos conocemos desde los tres años. No planeamos venir juntas, yo me vine y a las dos semanas se vino ella. Es familia y me ha bancado muchísimo también en todo este camino de la actuación, yo sé que ella es de mis fans. Emigrar conlleva un luto que siempre me va a acompañar, solamente que se aprende a sobrellevarlo. Tener a mi hermana mayor y a mi mejor amiga me ayudó, pero fue complicado. Fue llegar a un país que tiene una cultura distinta, que el acento también me costó un poco al principio entender, por el tema de las jergas y esas cosas, aunque ahora tengo bastantes jergas argentinas.
—¿Y en lo laboral?
—Trabajando desde el momento uno, porque lamentablemente mi papá no me pudo ayudar, que yo sé que si hubiese tenido la oportunidad, lo hubiera hecho. Trabajé de recepcionista, de secretaria, de customer en una aseguradora de viajes, en un bar.
—¿Y acá empezaste a estudiar?
—Sí, en Venezuela hice teatro, pero cuando estaba muy chica en la escuela y acá empecé a hacer cursos, seminarios, bastante teatro. Igual considero que todavía no me las sé todas, ¿no? Más bien, ahorita es el comienzo y todavía me faltan muchas cosas, y me gustaría poder continuar con esos estudios. El primer trabajo de actriz fue una publicidad que hice para una joyería, algunas campañas y publicidades más relacionadas con el modelaje.

—¿Por qué dejaste la facultad?
—Se me hizo un poco complicado el tema de trabajar toda la mañana y tarde. Yo estaba estudiando en las noches. Vivía en ese momento en Caballito, casi Flores, y bueno, la FADU está en la otra punta.
—¿Ahora vivís de la actuación?
—Por el momento no, estoy en una agencia de seguros de viaje. No puedo vivir cien por ciento de la actuación pero me encantaría, espero poder lograrlo en algún momento pronto. En mi trabajo ya sabían (que estaría en El Eternauta) porque entré a mediados del 2024 y se los conté, en la entrevista me preguntaban “¿cómo te ves en la empresa?” y yo estoy agradecida y es una oportunidad de crecimiento, pero mi deseo es vivir de la actuación, espero que se me pueda dar. A veces hasta me dicen Inga.
—¿Quedaron familiares en Venezuela?
—Sí, pero lejanos. Como buenos venezolanos estamos todos prácticamente regados por el mundo.
—¿Y con tu papá tenías la intención de que él viniera también a la Argentina?
—No, fue un hombre muy de “Mi vida en Venezuela y en Venezuela me muero” y se le cumplió. Pero sí estaba en nuestros planes que nos visitara.
—¿Y la gente de Argentina cómo te trató?
—Hermoso. Yo de verdad tengo la dicha de poder decir que bien, obviamente hubo xenofobia. Es muy poca la gente que te hace pasar momentos incómodos. Mayormente con gente ya de tercera edad, grande, que puedo entender hasta cierto punto de dónde viene esta situación, pero no comparto, por supuesto, pero no ha sido muy poca. Es más, yo amo a los argentinos, de verdad estoy muy contenta y agradecida también de que me hayan abierto las puertas para poder vivir en su país, que es maravilloso y sin duda mi segundo hogar.
—¿Pudiste conocer otros lugares de la Argentina, además de Buenos Aires?
—Sí, mayormente las playas, porque caribeña al fin, me gusta la playa. En marzo fue mi cumpleaños y fui a Mendoza. Todavía me queda, tuve la oportunidad de recorrer muchos lugarcitos de Venezuela porque mi papá era muy aventurero.
—¿Cómo es tu presente?
—Ahorita estoy viviendo con una de mis mejores amigas, que es argentina. Y estoy muy feliz. Me cuesta acostumbrarme a esto, hoy a la mañana me eché mi lloradita, porque voy cayendo de a poquito en la cuenta de que se me cumplió el sueño que de verdad creí que era imposible, y rodeada de gente talentosa: Carla Peterson, por supuesto Ricardo Darín, Marcelo Subiotto... Los iraba desde hace mucho tiempo y poder estar así, como estamos nosotros hablando con ellos, es increíble. Jamás pensé que iba a ser de esta magnitud el , que es muy bonito, pero también da nervios. ¡Qué gigante está siendo esto! Andrea (Pietra), Ari (Staltari), César (Troncoso), con todos fuimos una familia después de seis meses de rodaje.

—¿Cómo sigue tu año?
—Espero con todo el corazón poder tener más proyectos pronto. Me encantaría incursionar full en el teatro.
—Hablaste mucho de los sueños... ¿Qué le dirías a alguien que está en la misma situación que vos?
—Sé que esto es muy cliché y que se ha escuchado muchísimo, pero sigan los sueños. Perdón (se emociona y lagrimea). Estuve cinco años donde siempre me decían que “no” y uno se desanima. Me pasó que estuve muy desilusionada y luego me cayó este sí, que es tremendo sí, de los más grandes, fue una puerta gigante y se me cumplió un sueño que veía imposible. Entonces, de verdad: esfuércense, trabajen, uno quiere tirar la toalla pero “una lloradita y a seguir”.
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