Whisky, cigarrillos y obsesiones: Mad Men y todos los secretos de la serie en la que nadie creía
A 10 años de su final, el viaje de Don Draper y Sterling Cooper permanece como piedra angular en la evolución reciente de la narrativa televisiva
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A una década exacta del episodio final de Mad Men, la obra maestra de Matthew Weiner que se despidió de la pantalla en 2015, el legado de Don Draper y su mundo de publicistas, whisky y cigarrillos permanece como un referente fundamental en la televisión contemporánea.
La serie que transformó a AMC, un canal de cable que se limitaba a pasar películas antiguas, en un gigante televisivo y que catapultó a Jon Hamm al estrellato dejó una huella indeleble en la cultura pop. Ese hombre impecablemente trajeado que cae en la secuencia de apertura continúa como uno de los símbolos más reconocibles de la televisión actual.
Mad Men no solo brilló por su calidad narrativa y visual, sino que junto a Los Soprano y Breaking Bad pavimentó el camino hacia la actual era dorada de las series. Así elevó el medio a niveles artísticos antes reservados para el cine y permitió que florecieran las plataformas de streaming con propuestas ambiciosas.
La rigurosidad de Weiner
Uno de los aspectos que distinguió a Mad Men de otras producciones fue la extraordinaria rigurosidad con la que Matthew Weiner supervisaba cada aspecto de la serie, particularmente los guiones. No había lugar para la improvisación en el set, sino que los guiones debían seguirse al pie de la letra.

Jared Harris, quien interpretó a Lane Pryce, confirmó esta dinámica a The Hollywood Reporter en 2015: “Matt era extremadamente meticuloso con cada palabra del guion. No había espacio para improvisar o añadir frases. Todo lo que decías tenía que estar escrito exactamente como aparecía en el papel”.
Christina Hendricks reveló a Business Insider en 2018 que este nivel de precisión no solo se aplicaba a los diálogos: “Matthew llegaba a revisar el lápiz labial que usaba Joan, si el color era el adecuado para la escena y el momento histórico. Su atención al detalle era incomparable”.

Esta rigurosa adherencia al guion y a la visión de Weiner se tradujo en una coherencia estilística y narrativa que pocas series han logrado mantener durante siete temporadas.
El fenómeno impensado
Resulta difícil creer que este programa que redefinió la televisión enfrentó tanto escepticismo inicial. “Terminé el guion y se lo envié a mis agentes. No lo leyeron hasta tres o cuatro meses después”, recordó Weiner para la revista de entretenimiento norteamericana.
El guion terminó en manos de AMC, una cadena sin experiencia en programación original. Christina Wayne, ex vicepresidenta de programación con guion de AMC, relató en la misma entrevista: “Cuando leí el guion de Mad Men, me identifiqué. Era una forma de hacer una película sobre los sesenta semana tras semana”.
“Se citaron todas las posibles razones por las que esto no debería funcionar: es lentísima, es publicidad, todo el mundo fuma, nadie es simpático y punto. No pudimos venderlo”, declaró Rob Sorcher, ex vicepresidente de programación de AMC, acerca de la falta de interés con la que la industria recibió la idea.
Finalmente, AMC decidió financiar el piloto. “El piloto costó 3,3 millones de dólares y lo hicimos en Nueva York durante el receso de Los Soprano. Usamos a todo su equipo”, explicó Wayne al medio de comunicación.
Los personajes

Jon Hamm, ahora inseparable de la imagen de Don Draper, tampoco era la primera opción para el papel. “Estaba al final de la lista de todos. El único que me apoyó desde el principio fue Matthew”, confesó Hamm a The Hollywood Reporter.
“Fui la primera persona en audicionar para Peggy. Matt nos mostró todas las grabaciones de nuestras audiciones en una reunión, y es divertidísimo porque no me parezco en nada a Peggy. Tengo 23 años, soy rubia y bronceada”, contó Elizabet Moss en ese mismo artículo.

Christina Hendricks tomó una decisión arriesgada al elegir Mad Men sobre otro piloto. “La agencia con la que trabajaba me dijo: ‘Saldrá en AMC, es una serie de época, nunca se va a estrenar. ¿Estás loca?’”, recordó la actriz. January Jones, quien interpretó a Betty Draper, originalmente audicionó para el rol de Peggy: “Matt dijo: ‘Bueno, hay otro papel, pero no sé qué va a pasar con ella’. No tenía ninguna escena para mí, así que rápidamente escribió un par”, contó a la publicación.
John Slattery, quien dio vida a Roger Sterling, reveló en el mismo reportaje: “Fui a leer el guion para Don, pero querían que interpretara a Roger. Matt Weiner afirma que estuve de mal humor todo el piloto. Tuve un par de escenas, pero no me involucré tanto emocionalmente porque aún no se veía mucho de Roger”.

El inquietante vecino Glen Bishop, que se obsesiona con Betty, es interpretado por Marten Weiner, hijo de Matthew Weiner. Cuando surgieron acusaciones de nepotismo, el guionista aclaró: “Nunca lo habría considerado si no fuera mi hijo. De hecho, fue idea de otra persona”. Otro dato curioso: Joel Murray, quien interpreta a Freddy Rumsen, es hermano del famoso actor Bill Murray.
Además, Jon Hamm fue profesor de teatro de Ellie Kemper (la pelirroja de Unbreakable Kimmy Schmidt) en el instituto. Años después, los dos terminaron compartiendo pantalla en la comedia Damas de honor.

Y hablando de coincidencias, Vincent Kartheiser (Pete Campbell) estuvo casado desde 2014 hasta 2022 con Alexis Bledel (la misma Rory Gilmore de Gilmore Girls), con quien se conocieron en la serie cuando ella apareció como Beth Dawes, una mujer con la que Pete tuvo un breve romance.
Una máquina del tiempo perfecta

El secreto del impacto perdurable de Mad Men reside en su meticulosa atención al detalle histórico. Para lograr esa inmersión total, el equipo de producción fue obsesivo con los detalles. “Matthew es muy específico y se preocupa muchísimo por cada detalle, empezaba por el interior de los cajones y las carteras”, decía la jefa de utilería Ellen Freund a la revista Time.
Dan Bishop, diseñador de producción, explicó en esa misma nota que los decorados evitaban el error común de las series de época que buscaban la perfección en sus escenografías: “Muchos de los adornos y muebles de la casa de Don y Betty parecían de décadas anteriores”. Esto refleja la visión de Weiner de que “una historia ambientada décadas atrás también trata de las décadas que vinieron antes de eso”.

La diseñadora de vestuario, Janie Bryant, le dijo a Slate: “De hecho, tengo una tradición para Peggy: al comenzar cada temporada, usa un vestido de la temporada anterior. Siempre me encanta esa tradición porque creo que todo está basado en la realidad”. Incluso los cigarrillos, elemento omnipresente en la serie, eran especiales: los actores no fumaban cigarrillos de verdad, sino cigarrillos de hierbas, sin tabaco ni nicotina. Cuando le preguntaron qué se sentía fumar esos cigarrillos, Jon Hamm declaró a Vulture: “Terrible. Saben a una mezcla entre marihuana y jabón”.
La secuencia inicial del título, con la silueta de Don Draper que cae a través de un horizonte desde un rascacielos rodeado de anuncios, se inspiró en la obra del diseñador gráfico Saul Bass. Según Screen Rant, rinde homenaje específicamente a los títulos de apertura de Intriga internacional de Alfred Hitchcock, mientras que la imagen del hombre que cae proviene del afiche de Vértigo, también del director británico.
Una década después del final, la dinámica central de Mad Men sigue fascinando: mientras Don y los demás “mad men” quedaron atrapados en ciclos de autodestrucción, Peggy y Joan superaron obstáculos y evolucionaron.

La serie siguió a Don Draper, un hombre que, como dijo Hamm a The Guardian en 2010, “lucha con una insatisfacción profunda, con el deseo de ser mejor, comprendido o diferente de alguna manera”. Tiempo después, el actor le confesó a The Hollywood Reporter que este personaje le resultaba cada vez más difícil de interpretar: “A medida que la espiral descendente de Don continuaba, se volvió implacable y eso te pasa factura”.
Elisabeth Moss captó perfectamente esta dinámica cuando expresó su esperanza a The New York Times de que Don y Peggy nunca tuvieran una relación romántica: “Quien se acuesta con Don no tiene un largo camino por delante. Acostarse con Don es como el beso de la muerte”.

Según Weiner, Joan Holloway no estaba destinada a convertirse en la potencia en la que se convirtió: “El propósito original de Joan era simplemente ser una guía que enseñara a la gente las costumbres de la oficina”. Sin embargo, la interpretación de Hendricks la convirtió en algo más.
Tiempos difíciles
El camino de Mad Men no fue siempre sencillo. Tras la cuarta temporada, las negociaciones contractuales se complicaron. AMC solicitó recortes en el reparto y el presupuesto, así como episodios más cortos para más anuncios.
“Llegaron con una oferta muy baja y estipulaciones sobre recortar tiempo y añadir anuncios, deshaciéndose del 30 por ciento del reparto. Yo dije: ‘No a todo eso’”, explicó Weiner a The Hollywood Reporter.
“Pensé que era muy probable que no volviéramos. No queríamos volver sin Matt”, señaló Moss. Weiner consultó a colegas como Aaron Sorkin y David Chase sobre cómo sería si lo sacaran del programa, pero finalmente, el guionista consiguió casi todo lo que quería y se anunció que la serie terminaría en su séptima temporada.

Weiner se negó constantemente a repetir fórmulas televisivas exitosas. “La mayor parte de las peleas fueron en el segundo episodio. Les molestó mucho que le prestara atención a Betty. Quería diversificar la serie y pensé que si Don le estaba poniendo los cuernos a esta mujer, esa era la historia. Solo querían que fuera una fórmula en la oficina”, reveló a Time. La decisión de Weiner de no crear un drama procedimental marcó un hito. “La televisión, las series, se basan en la falta de resolución. Incluso en los procedimientos donde el caso está resuelto, Sherlock Holmes volverá la semana que viene. Nadie crece, nadie cambia”.
Hitos
Mad Men se convirtió rápidamente en una favorita de la crítica y de las ceremonias de premios. En total, la serie ganó 16 premios Emmy durante su emisión, incluidos cuatro consecutivos a Mejor serie dramática (en las ceremonias de 2008, 2009, 2010 y 2011), un logro sin precedentes para una cadena de cable básico. Este póker de Emmys la consolidó como uno de los programas más aclamados de la televisión.

En los Globos de Oro, también triunfó con cuatro premios a Mejor serie dramática y Jon Hamm consiguió el trofeo a Mejor actor en una serie dramática en 2008. Curiosamente, Hamm tuvo que esperar hasta 2015, el último año de la serie, para ganar su Emmy como Mejor actor tras ocho nominaciones consecutivas por el mismo papel.
La serie también recibió reconocimientos por los Sindicatos de Actores, Productores y Guionistas, con más de treinta galardones importantes durante sus 7 temporadas. Así se consolidó como una de las series más premiadas de la historia de la televisión.
El adiós
“Todos pasamos por las etapas del duelo: ira, frustración, tristeza y, finalmente, la aceptación”, detalló Hamm acerca de las grabaciones de los episodios finales de la serie.
El elenco experimentó su propio duelo. “Se convirtió en una sucesión de últimos días”, recordó Slattery. “Recuerdo que alguien dijo: ‘Esto va a ser lo más difícil para ti’. Primero, fueron los guionistas los que empezaron a despegarse. Luego se fueron los actores. Luego se fue el equipo y los decorados y luego cerraron los estudios. De repente, vinieron a llevarse la fotocopiadora”, sumó Weiner.
A 10 años de su final, nuevas generaciones descubren la serie. “Mad Men ha resistido el paso del tiempo; se puede aprender mucho al volver a verla. Mucha gente me ha dicho que ha empezado a verla con sus hijos”, reflexionó Hamm en una entrevista con El País de hace unos meses.

Entre las muchas decisiones creativas que marcaron la serie, se destaca la inversión que hizo el programa para utilizar música original de los Beatles. La producción gastó 250 mil dólares en los derechos de la canción “Tomorrow Never Knows”, cuando el promedio de lo que se suele pagar por un tema popular es de cien mil dólares. Esta cifra demuestra tanto la ambición artística del proyecto como el compromiso de AMC con la autenticidad histórica de la serie. “Siempre tuve la sensación de que al programa le faltaba cierta autenticidad porque nunca pudimos tener una grabación maestra de los Beatles en directo”, declaró Weiner al New York Times en 2012. “No solo que alguien cantara su canción o una versión de ella, sino que ellos interpretaran una canción en el programa. Siempre me pareció un fallo. Porque son, probablemente, la banda del siglo XX”.
Para Hamm, la sombra de Don Draper se ha vuelto más llevadera: “Se vuelve más fácil con el tiempo. Han pasado diez años desde que terminamos la serie, veinte años desde que empezó el rodaje. No pienso mucho en Don Draper, pero me alegra hablar de él con quienes sí lo hacen”, aseguró al medio español.

El propio Hamm reconoce los paralelismos entre Don Draper y su más reciente personaje protagonista de la nueva serie de Apple TV+, Your Friends & Neighbors: “Ambos aceptan el hecho de que aparentemente han logrado lo que se suponía que debían lograr, y sin embargo, hay un vacío en ello”.
Como el proyector carrousel de Kodak que Don presenta en un momento emblemático de la serie, Mad Men sigue como una máquina del tiempo que nos lleva a un lugar al que ansiamos volver. Y como dijo Don en ese capítulo: “La nostalgia significa literalmente el dolor de una vieja herida. Es una punzada en el corazón mucho más fuerte que el recuerdo por sí solo”.
Una década después, ese dolor sigue exquisitamente placentero para millones de fans en todo el mundo, y el impacto de Mad Men sigue como definición de lo que se considera televisión de calidad.
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