
Campi: "El humor me salvó la vida"
Su unipersonal en Mar del Plata contó con la supervisión de Antonio Gasalla

MAR DEL PLATA.- Martín "Campi" Campilongo posa para el fotógrafo con el mar como telón de fondo. Tres policías lo miran atentos. Se acercan a él y le piden una foto. "Antes me llevaban detenido", bromea el actor, que este año brilló en Tu cara me suena . Acaba de debutar con Somos familia (ver crítica en página 8) y llevó su espectáculo Campi, el unipersonal a La Feliz (Bristol). Para esta propuesta teatral contó nada menos que con la supervisión artística de Antonio Gasalla.
Campi interpreta allí a seis personajes: Turco, el taxista, el rolinga Pucheta, el famoso Jorge, el millonario Nacho, la abuela doña Beba y el Negro Mario. "Todos tienen en común el barrio, pero no se horrorizan ni se alegran de lo mismo. Resuelven sus problemas de distinto modo". El actor habla de sus personajes como si fuesen personas de carne y hueso: "Jorge está agrandadísimo. Estuvo dos veces nominado por Los Roldán al Martín Fierro", asegura su álter ego.
Campi estudió técnicas de teatro negro y armó cada una de las máscaras y apliques que se ven en escena: "Tengo un taller en mi casa y allí me interno. Uso látex, yeso, gomaespuma. Armo las máscaras y también las dentaduras postizas de acrílico. Tengo este hábito desde que era un croto y hacía las pelucas con barba de choclo. El espíritu es hoy el mismo, la diferencia es la materia prima", explica.
Campi estudió en la escuela de Agustín Alezzo y se formó con Ricardo Bartís y Carlos Gandolfo. "No quería ser de esos actores que están en el bar esperando a que los vengan a buscar para hacer un bolo. Así que escribí algo y salí a la calle." A principios de los noventa repartía sus días entre su videoclub y sus presentaciones a la gorra en las peatonales Florida y Lavalle porteñas y en Villa Gesell. Incluso fue convocado desde Montevideo y viajaba todas las semanas para presentar su unipersonal en la capital uruguaya. La recaudación a la gorra era tan suculenta que Campi cerró el videoclub. Comenzó a tener una presencia en sótanos teatrales y se convirtió en un artista casi de culto, hasta que le llegó la popularidad de la mano de Marcelo Tinelli.
"El humor me salvó la vida. Era el gordo del colegio y Campilongo rima con todo lo que te imagines. Me di cuenta de que si me reía antes, anulaba al enemigo. Gracias al humor podía también vender una entrada y decir mis verdades e intentar que entraran como trompada- dice este «trabajador de la composición»-. Mucha gente piensa que la popularidad te da un trabajo. El camino es inverso: para que sea duradera una carrera, primero viene el trabajo y después la popularidad."
Mirtha, emocionada
Mirtha Legrand llegó a La Feliz y la primera obra que fue a ver fue La laguna dorada, con Charo López y Pepe Soriano. Tras la función la esperaban las cámaras, pero tardó considerables minutos en reponerse de la emoción que le causó la puesta.
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