Reseña: Un cuento sin palabras, de Hernán Lucas
Dividido en dos partes, Un cuento sin palabras es también un libro de dos géneros (narrativa en “Pasaje”, la primera sección, y poesía en la segunda, “Pensativo”); incluso, tal vez, de dos autores: padre e hija. En la pandemia, Hernán Lucas (Buenos Aires, 1974) empezó a escribir en el celular frases sueltas, propias y ajenas, entre otras, las de Azul, su hija, a quien está dedicado el libro. En los breves relatos de la primera parte, que transcurren en un pasaje donde confluyen una encargada, una pareja de chinos, un excampeón mundial de boxeo, canteros con plantas, escaleras y una fuente, la voz de Azul, como la de otros personajes, se distingue de la del padre-narrador: “Hay unas zapatillas que no uso ‘porque están viejas’, le digo. Me responde que se las tendríamos que dar a una persona vieja”.
En los poemas, reaparecen –filtrados por la lógica del sueño– palabras, elementos y personajes de las escenas narrativas. Sin quebrar la continuidad de la transición, se pueden leer como la traducción alocada (el “cambio de rol”) del relato realista a la poesía dadá. “Para explicar algunas cosas es necesario/ desarrollar varios temas simultáneamente”, postulan los dos primeros versos. ¿Qué hay que explicar? El sentimiento de ternura y la desesperación, la fantasía, la realidad, la muerte (“Un día nos vamos a morir / pero todos los demás días, no”).
Los libros de Lucas, como puntualiza Oliverio Coelho en la contratapa, son “únicos en su especie”. Humorístico, curioso y hasta gruñón, Un cuento sin palabras (según la niña, “un cuento para pensar qué dice”) crea enigmas al paso y métodos de interpretación.
Un cuento sin palabras
Por Hernán Lucas
Caleta Olivia
62 páginas, $ 20.000