Cuáles son los ocho comportamientos tóxicos de los hombres que no maduraron emocionalmente, según la psicología
Hay actitudes que dejan en evidencia la falta de madurez psicológica en los individuos; cómo advertirlas lo antes posible
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Cada vez son más los especialistas y divulgadores que ponen sobre la mesa diversas temáticas relacionadas con las relaciones humanas y la salud emocional. Saber identificar personas tóxicas o inmaduras, reconocer y expresar las emociones, gestionar el estrés y saber adaptarse a los cambios son los principales puntos para lograr el bienestar en los vínculos. Recientemente, el Centro de Psicólogos Móstoles analizó la conducta de los hombres inmaduros y elaboró una lista de ocho comportamientos frecuentes a los que denominó como “tóxicos”.

La Real Academia Española define esa palabra como “algo que contiene veneno o produce envenenamiento y, también, como alguien que tiene una influencia nociva o perniciosa sobre otra persona". Y los sinónimos que brinda son: venenoso, perjudicial, pernicioso, nocivo y dañino. Al respecto, el sitio especializado en psicología establece que los individuos que son inmaduros emocionales “suelen tener características conductuales, emocionales y mentales diferentes”, y es común que aquel que presenta una de ellas sea propenso a mostrar alguna otra actitud similar más.

Estas actitudes se pueden caracterizar como red flags o banderas rojas. Según Psicología Madrid CEPSIM, aunque el concepto se originó para visibilizar conductas relacionadas con la violencia de género, su uso se amplió para abarcar cualquier comportamiento que denote una falta de respeto o consideración en diversas relaciones. Pueden tratarse de parejas, amistades, familiares o laborales. Estas señales de alerta advierten sobre dinámicas potencialmente tóxicas que podrían afectar la salud emocional.

Ocho actitudes tóxicas de hombres inmaduros
Estas son las actitudes que hay que tener en cuenta de una pareja:
- No habla de sus sentimientos. Refleja una dificultad para reconocer y gestionar sus propias emociones, lo cual afecta su bienestar y la calidad de sus relaciones. Esta actitud suele estar vinculada a modelos tradicionales de masculinidad que reprimen la vulnerabilidad, impiden el desarrollo de vínculos profundos, la resolución de conflictos y una comunicación emocional saludable. Además, puede ser una forma de evitar responsabilidades afectivas, lo que obstaculiza el crecimiento personal y relacional.
- Hace gaslighting. Consiste en manipular emocionalmente a otra persona para que dude de su percepción, memoria o autoestima y genera confusión, inseguridad y dependencia. Este comportamiento, propio de relaciones tóxicas o abusivas, busca controlar y desestabilizar a la otra persona. Revela una profunda falta de empatía y una intención de ejercer poder sobre el otro, lo cual evidencia una grave inmadurez emocional.
- Se victimiza constantemente. De esta forma, evita asumir la responsabilidad de sus acciones y siempre culpa a los demás por lo que le sucede. Este comportamiento manipula, genera culpa en quienes lo rodean y dificulta la resolución de conflictos, ya que impide el diálogo honesto y el aprendizaje personal. Es una actitud que revela una falta de autocrítica, baja tolerancia a la frustración y una necesidad de atención o control.
- Es muy celoso. Muestra inseguridad, falta de confianza y una necesidad de dominar al otro para sentirse seguro. Este tipo de comportamiento suele disfrazarse de “amor” o “cuidado”, pero en realidad limita la libertad de la otra persona y genera relaciones desequilibradas y asfixiantes. Quien actúa así no gestiona bien sus emociones, teme perder el control y proyecta sus miedos sobre la pareja, lo que puede derivar en conductas posesivas, invasivas o incluso abusivas.
- Es un dependiente emocional. Implica una necesidad excesiva de la otra persona para sentirse valioso, seguro o completo, lo que genera relaciones desequilibradas y poco saludables. Quien la padece suele tener baja autoestima, miedo al abandono y una fuerte dificultad para estar solo, lo que lo lleva a tolerar situaciones dañinas o a volverse excesivamente demandante.
- Desprecia a otras personas. Se trata de una actitud de superioridad o desvalorización hacia la otra persona, que se expresa a través de burlas, sarcasmo, humillaciones o críticas constantes. Quien desprecia a su pareja suele tener una necesidad de controlar o minimizar al otro para sentirse fuerte.
- Maltrata psicológicamente a otros. Refleja una profunda inmadurez emocional y una dinámica abusiva. Se manifiesta en conductas como el control, la manipulación, el aislamiento, el desprecio o la intimidación, y tiene como objetivo debilitar emocionalmente a la otra persona. Este tipo de violencia no deja marcas físicas, pero deteriora la autoestima, la libertad y la salud mental de quien lo sufre.
- Es egocéntrico. Prioriza constantemente sus propias necesidades, opiniones y deseos por encima de los demás, sin considerar el impacto que esto pueda tener en su pareja o en la relación. Quien es egocéntrico suele mostrar poca capacidad para escuchar, ceder o entender puntos de vista diferentes.
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