
Finstagram, o el lado B de Instagram
Contra la red aspiracional y pública, ésta es totalmente privada y sólo tiene fotos "feas"

MADRID.- Lo ha confirmado hasta Kate Moss en una entrevista reciente. La modelo más alérgica a exponer su vida en las redes sociales tiene una cuenta de Instagram. Una cuenta secreta. Pero no una cuenta privada sólo accesible a su exclusivo séquito. No, lo que a ella le va es el stalkeo selectivo para saber qué es lo que se lleva: "No me importa nada esa gente que sube fotos de lo que comen", dice, impasible ante las banalidades de la plebe, "he tenido que hacerme una cuenta porque si no, no sabría de lo que la gente habla". La rendición de Moss a la red social donde todo el mundo desayuna tostadas con aguacate à la Kinfolk demuestra que, cinco años después de su nacimiento, el músculo de Instagram no se atrofia. Sus 400 millones de s al mes lo ejercitan día a día. Lo que luego cada uno exhibe es otra historia, aunque se sobreentiende que el storytelling que predomina en la red es ese que idealiza y encasilla nuestra existencia. Selfies impecables y poses a lo Vogue. La tristeza no tiene cabida, aunque siempre será bienvenida con fotos de mar picado y alguna cita inspiracional de un escritor maldito. Aquí se juega a "estetizar" la vida y si no te gusta, andate a Snapchat, dirían los más puristas. Ésos son los que posiblemente no entiendan Finstagram, lo último en el absurdo sobre cómo mostramos nuestra vida digitalmente.
Falso Instagram
El Fake Instagram (Falso Instagram, aunque sus s lo apodan Finsta) -del que llevan un año haciéndose eco medios y blogs como Medium, SheKnows o The New York Times- vendría a ser cuando un crea dos cuentas de Instagram. Una será pública con su nombre real y contendrá fotos aspiracionales de felicidad. Acumulará varios centenares de seguidores y seguirá los patrones de conducta de rigor estético de la red. La otra, su Finsta, será una cuenta privada con seudónimo, accesible a unas pocas decenas de amigos, y en la que colgará su lado más payaso y sonrojante. Fotos feas, sin filtros y sin encuadres preciosistas que recogerán bromas, borracheras y momentos cotidianos. "En el finsta podés colgar esa foto en la que digas «Gracias a Dios que me fui de esa fiesta, no podía aguantarlo más»", cuenta en el video una de las jóvenes encargadas de explicar a los adultos qué es Finstagram. ¿Esquizofrenia digital? ¿Desdoblamiento de personalidad? ¿Pasar el doble de tiempo accediendo a las dos cuentas y doble de tiempo dedicado a la atención de cada uno de esos posts? Sí, a eso dedican los s de Finstagram.

Mientras The New York Times asegura que es ahí donde se captura la "realidad" de la vida de estos s con personalidad múltiple digital (y recuerda el polémico caso de la blogger Essena O'Neil, la semidesconocida que pasó al estrellato global por compartir su epifanía sobre lo falsa que era la vida que proyectaba en las redes), cabe destacar que los adolescentes, alumnos aventajados en este ámbito, destacan que sólo porque en Finstagram pongan fotos feas o no se preocupen de los filtros o el encuadre no significa que capturen su esencia. "Se trata de mostrar la vida de dos maneras: por un lado está el ideal, en el que se muestra lo que querés que la gente piense de vos, y en tu Finsta podés ser de una manera para que la gente diga: «Además de ser cool en Instagram en Finsta es divertida y real»". En sendos casos se proyecta un personaje, ya sea el "socialmente aceptado" o el "payaso" que puede hacer bromas internas con un grupo reducido y el nivel de autoexigencia para ser aceptado se multiplica por dos. "En ninguno de los casos se trata de retratar la realidad", defiende otra adolescente. "No creo que el objetivo de las redes sociales sea que la gente pueda ver cómo sos realmente, ésa nunca será la meta. Si querés hacer eso, escribí unas memorias, pero no te creés una cuenta de Instagram."
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