
Martín Canale:"Nunca hay un solo camino para llegar al resultado que buscamos"
A los 46 años es considerado el "Da Vinci" de la escultura de personajes de cómics y dice que no hay que casarse con los métodos


La banda de sonido de la película Deadpool suena de fondo. "¿La viste?", pregunta Martín Canale (46 años), considerado "el Da Vinci" de la escultura de figuras comerciales. "No", respondo bajito y un poco avergonzado. Estamos en el estudio de su casa en Barracas donde el cómic, la ficción y el terror brotan de las paredes: libros, esculturas de superhéroes, bustos a escala de personajes de historietas, afiches, papeles...
Sucede que Deadpool resulta un personaje de cómic bastante bizarro muy interesante, según me explica con esa paciencia tan amigable del "que sabe que no todo el mundo debe saber sobre lo que él sabe tanto". En este extraño mundo, Martín es una eminencia artística, un maestro, una especie de Gandalf oculto del resto de los mortales que tenemos trabajos más o menos normales. ¿Qué hace? Bueno, para explicarlo de modo sencillo, es uno de los pocos argentinos que diseña y crea las esculturas de los personajes de los cómics que luego se fabrican en serie y que se venden en todo el mundo. Esos muñecos que atesoran millones de fanáticos en estantes y vitrinas, y que pueden costar mucho dinero salen de la cabeza de tipos como Martín. "Lo de Da Vinci me lo pusieron los fanáticos o algunos seguidores porque me gusta mucho jugar con las anatomías, y busco que las figuras cuenten algo, una historia. Eso es lo que me dio una marca en esta industria", dice Martín, que hoy es lead sculpture y asesor de la dirección de arte de la empresa americana Sideshow Collectibles. Acaba de volver de Los Ángeles después de casi dos meses cerca de las oficinas centrales. "Me armé un estudio en el departamento donde parábamos porque me acostumbré a trabajar en mi casa", dice. Es que la mayoría del tiempo opera desde Buenos Aires de manera remota y digital.
-¿Siempre fuiste un fanático de los cómics?
-Vivía en José C. Paz y a los 13 me fui a estudiar dos años de pupilo a un colegio agropecuario, Padre Castellaro, en Berutti, donde mi abuelo era médico. Cuando volví a la civilización arranqué dibujando, copiando personajes de la revista Fierro, Cimoc o Zona 84. Estaba más influido por el cómic europeo. Los dibujaba con todos sus elementos y en ambientes funcionales. Pero quería hacer algo con volumen real y comencé a diseñar personajes con una estructura de alambre que forraba con Poxilina 10 minutos. Un coleccionista de cómics, Gustavo Melelia, me ó con la gente de la librería Entelequia que vendía figuras y dejé en consignación mis primeros diseños..., pero los hacía sin moldes, uno por uno, artesanal. Entonces empecé a intentar el tema de moldería que desarrollé un poco mientras trabajé en Iteco, una empresa de efectos especiales.
-¿No había una carrera profesional o artística de esto?
-Claro. Era probar materiales porque eran los 90 y no estaban las herramientas digitales. Mientras tanto estuve a cargo de un local Gore Gore Gore en Palermo, donde diseñábamos unas vidrieras que a los vecinos les daban miedo. Los vecinos "sensibles" de Palermo nos denunciaban en su diario barrial. Y también trabajé en publicidad...
-¿Cuál fue el primer paso para transformarte en un escultor?
-En 2000 cuando tenía 23 años, un dibujante de cómics, Carlos Meglia, me insistió para que fuera a la Comicom de San Diego. Llegué cargado como un ekeko con mis diseños y dibujos. Al año siguiente, la empresa Dinamic Force me pidió algunos trabajos. Un conocido había mandado una figuras mías a la revista Hobby Japan y mi trabajo ya había comenzado a conocerse afuera. En esa Comicom me encontré con monstruos que me tenían de nombre.
-¿Cómo funciona esa industria?
-Hay empresas que compran los derechos de los personajes de cómics para poder fabricar una determinada cantidad de figuras de una escala específica. Esas figuras se comercializan en todo el mundo. Pueden costar de 500 a 1500 dólares. Yo hago el diseño de esa figura, la pongo en un contexto y en una acción para que después se fabrique en serie como una escultura. Si bien esas piezas no van firmadas, los que coleccionan buscan los créditos donde aparece el nombre de quien lo hizo...
-¿Te interesan el arte plástico fuera del género?
-Mark Rayden, el hiperrealismo de Muek, lo mecánico de H. R. Giger..., pero siempre tuve una inclinación por lo macabro, lo grotesco, lo fantástico y la parte oscura del arte (está casado con la artista plástica Marisa Domínguez).
-¿Hubo algún hito más allá de las esculturas comerciales que realizás hoy?
-Meter un diseño mío en Bowen Designs (de Randy Bowens) antes de empezar a trabajar en exclusividad para Sideshow. Para mí fue un sueño porque fue el que empezó un poco con esta industria de manera formal.
-¿Te imaginaste que este hobby de chico se podría transformar en tu profesión?
-Nunca pensé que me daría de comer. Más allá del factor suerte, creo que cuando a uno le gusta hacer algo tiene que insistir. Cuando le dedicás tanto tiempo a algo terminás siendo bueno. Medio que me hice solo. Me inspiraron Carlos Rodríguez, Liliana Canale, Eduardo y María Bernasconi, Liliana Laborde.
-Debe haber cambiado mucho la forma de trabajar en las esculturas desde que empezaste, ¿no?
-Yo no me caso con los materiales. Empecé con Poxilina y hoy es digital. Sigue siendo importante la curiosidad porque yo nunca usé un material, sino que siempre probaba cosas nuevas. Es una actitud: nunca hay un solo camino para llegar al resultado que buscamos.
-¿Hay mucha gente que se dedica a esto?
-¿Comparado con qué? Claro: en el mundo hay muchos, pero en la Argentina soy como Gandalf: todos nos conocemos y estuvieron conmigo alguna vez.
-¿Cuál es tu visión sobre el fenómeno del cosplay o disfrazarse? Algunos deben tomar de referencia tus diseños...
-Me parece divertido. El steampunk y el cosplayer, aunque no soy un experto. Todo lo que implique jugar y trabajar para tus disfraces me parece interesante. Es aportar algo más a una fantasía. Además abarca mucho: animé, historieta, cómic... Es tu propia visión de cómo te imaginás a ese personaje. Hay tipos que gastan fortunas para llenar sus vitrinas porque consideran a estos personajes como las esculturas de dioses y héroes antiguos al estilo Perceo, Hércules... La idea es un poco la misma.
Una cerveza oscura

- "Soy un poco aburrido e ignorante porque no soy de tomar alcohol. Cuando salimos a comer, Domínguez (su mujer, a la que menciona por el apellido) cata el vino porque es la que sabe", dice Canale. Sin embargo, en una reunión de amigos prefiere la cerveza y si es stout o alguna negra, mejor.