El talentoso Sr. Trotta, trabajador esencial de la ignorancia


Sería un error creer que Nicolás Trotta, el Ministro de Educación, es un "funcionario que no funciona", la definición misteriosa que Cristina Kirchner sembró como ántrax en su Epístola a los Albertos. Por el contrario: Trotta tiene talentos ocultos que no resultan fáciles de discernir para el ciudadano común. A simple vista, Trotta podría parecer pasivo, ausente; pero su función, que ejerce con maestría en el Gobierno, es impedir. La istración de Alberto Fernández se apoya en pilares encargados de frenar: la vuelta de los niños a las aulas (Trotta), las sesiones presenciales en el Congreso (Massa), o la libre circulación dentro del país (Wado). Ese grupo forja una tenaza que impide el movimiento y la libertad, generando una stasis que confunde y desmoraliza, mientras otros son los jugadores libres que avanzan: sobre la Justicia (Cristina), sobre la separación de poderes, o sobre la propiedad. En este esquema de tenazas y embestidas debe comprenderse el arte estático de Trotta, que se revela como un trabajador esencial de la ignorancia en la Argentina.
La catástrofe educativa está a la vista: según Flacso, 1 millón y medio de niños han perdido todo o con la escuela, muchos de ellos para siempre. Después de pasar a Brasil y Chile en muertos por millón con la cuarentena más larga del mundo, los casos se estabilizaron y reabrieron los casinos, gimnasios, cines y teatros, pero las escuelas siguen cerradas, y aquí puede observarse la pericia de Trotta en obstaculizar el derecho esencial de los niños a educarse. En Europa, la segunda ola trajo restricciones, pero las escuelas se mantienen abiertas para todas las edades: los estudios coinciden en que cerrar las aulas tiene un impacto negativo duradero en los chicos que no se justifica, además, porque la tasa de contagio es muy baja: por este motivo "las aulas deben ser lo último en cerrarse" (Angela Merkel). Sólo Bélgica y Alemania cerraron las escuelas en la segunda ola, con el plan de reabrirlas inmediatamente. En mayo, Nicolás Trotta declaró que no habría clases hasta que llegara la vacuna; en noviembre, con lo que se sabe del virus y de las estrategias educativas de otros países, mantiene impávido la misma postura. No sólo eso: pasaron ocho meses y Trotta no previó que las escuelas debían prepararse para la vuelta de las clases cuando la curva bajara; de hecho, el tema ni siquiera estaba en la agenda. Ante esta situación, la oposición ha pedido declarar la emergencia educativa y declarar la educación una actividad esencial, pero el oficialismo no da quórum en el Congreso.