La zanahoria de Milei para sacar los dólares del colchón
Tanto el Gobierno como economistas que adhieren al ideario del oficialismo creen que el temor a una depreciación del dólar ayudará a que muchos ahorristas decidan gastarlos
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Por encima de su rimbombante denominación, “Plan de Reparación Histórica de los Ahorros de los Argentinos”, las medidas anunciadas por el gobierno de Javier Milei presentan un costado revolucionario, que convive con las dudas sobre sus reales efectos inmediatos en la reactivación de la economía.
Lo más novedoso de este plan orientado a incentivar el consumo mediante el uso de los dólares atesorados por argentinos fuera del sistema financiero pasa por haber desmontado los rigurosos regímenes de información que exigían a bancos, escribanos, contadores y comerciantes comunicar a los organismos de contralor prácticamente cualquier operación comercial o financiera aun cuando se tratara de montos poco significativos. No pocos economistas y tributaristas coinciden en que la lección que se aprendió, después de décadas de intervencionismo y exceso de regulaciones por parte del Estado, es que cuando se pretende controlar todo, se termina no controlando nada y los grandes evasores o lavadores de dinero disfrutan de un festín.
Para el economista Agustín Monteverde, quien no oculta su apoyo a la política económica de Milei, asistimos a “una de las reformas más importantes que ha llevado a cabo el Gobierno, no tanto porque ayudará a dinamizar la economía, sino porque reconoce la aberración moral de un Estado que utilizó su poder normativo para perseguir como si fuera un delito el libre ejercicio del derecho de propiedad de quienes, comprando dólares, simplemente buscaban ponerse a resguardo de diferentes mecanismos de exacción a los que recurrían los gobiernos, como el impuesto inflacionario u otras expoliaciones recurrentes como los manotazos sobre los depósitos bancarios”.
Según Monteverde, con estas medidas “no solo se procede a terminar con esa infamia y sus ruinosas consecuencias, sino que se está gestando una reforma estructural para demoler un régimen tributario perverso que nos ha agobiado y un régimen cambiario que sojuzgó a los ciudadanos y convirtió al país en una gran cárcel, donde los argentinos estábamos condenados a desahorrar en una moneda viciada por completo”. En declaraciones a LA NACION, puntualizó que también “se está desmontando el ominoso régimen de delación con el que se pretendía sostener aquella locura”. Consideró que se trataba de “un régimen inmoral con el cual, desde el Estado, se pervirtió a la sociedad, incentivando a los argentinos a delatar a otros argentinos y donde escribanos, abogados, contadores y entidades financieras eran conminados a delatar a sus propios clientes”.
Otro economista, Luis Palma Cané, coincidió ante este diario en que “las regulaciones del llamado Estado presente han trabado la economía durante décadas” y en que estas medidas “van en camino hacia una mayor libertad para las transacciones cambiarias”. Sin embargo, objetó que se haya lanzado este plan sin las reglamentaciones correspondientes y sin tener aún los textos de leyes que se necesitarían para blindar a quienes atesoraron dólares adquiriéndolos fuera del sistema, como la penal cambiaria, la penal tributaria y la de procedimientos tributarios.
Opinó, asimismo, que “no habría que esperar algo muy importante para la economía real” con estas medidas, en sintonía con algunos informes de consultoras que fueron cautelosas a la hora de los pronósticos, por cuanto la remonetización en dólares sería marginal en el corto plazo.
El director de Econviews, Miguel Kiguel, sostuvo que las medidas podrían tener algún efecto en la dinamización del consumo en algunos sectores, como el de los bienes durables, pero difícilmente impactarán fuertemente en la economía en su conjunto en el corto plazo.
En ese mismo sentido, partiendo de la base de que el equipo económico liderado por Luis Caputo aspira a que la gente deje de atesorar dólares para que se mueva la economía, el economista Roberto Cachanosky sostuvo que no está clara cuál es la zanahoria que hará que esa gente saque los dólares que tiene debajo del colchón y salga a gastarlos.
La respuesta al interrogante sobre la zanahoria intenta ser respondida por quienes, como el economista Salvador Di Stéfano, desde hace rato vaticinan que el dólar irá descendiendo al piso de la banda cambiaria de flotación, cercano a los 1000 pesos.
De hecho, el tipo de cambio oficial y los dólares financieros bajaron desde el anuncio del plan, efectuado el jueves último. Desde entonces, la cotización del dólar para la venta en el Banco Nación pasó de 1160 a 1150 pesos, y en el Gobierno persiste la confianza en que seguirá descendiendo hasta el piso de la banda.
Del mismo modo, Monteverde esgrimió que las inversiones en pesos, desde la más simple como un depósito a plazo fijo, tienen chances de apreciarse frente a la alternativa de tener guardados los billetes estadounidenses. Precisó, además, que aun cuando apenas se moviera un porcentaje despreciable de los dólares que se estima que están debajo del colchón o en cajas de seguridad, esto representaría una masa enorme para la economía. De acuerdo con estimaciones oficiales, se calcula que los argentinos guardan no menos de 270 millones de dólares fuera del sistema financiero.
La cuestión que probablemente inmovilice a los ahorristas en dólares que están fuera del sistema y que nunca declararon sus tenencias al fisco es parecida a la que hace dudar a muchos grandes inversores locales y extranjeros a la hora de arriesgar su capital en la Argentina. Su duda reside en la posibilidad de que futuros gobiernos de distinto color político al actual den marcha atrás con el actual programa económico y con las medidas que hoy beneficiarían a quienes se hicieron de dólares fuera del circuito legal.
¿Con qué confianza podrían actuar quienes tienen sus dólares a resguardo si temen verse traicionados por futuros gobiernos? De ahí que desde la istración de Milei se busque avanzar en reformas del régimen penal tributario y de la ley de procedimientos tributarios. Se trata de normas que solo pueden ser modificadas por el Congreso de la Nación. Y es allí donde aumenta la incertidumbre, por las dificultades que tiene el oficialismo para conformar mayorías parlamentarias.
El mismo interrogante se extiende al futuro de las reformas estructurales proyectadas por el Gobierno y que son reclamadas por distintos sectores empresariales, como la reforma laboral, la tributaria y la previsional. De allí que el resultado de las elecciones nacionales de octubre adquiera tanta relevancia para Milei, como su deseo de derrotar al kirchnerismo en la emblemática provincia de Buenos Aires.
La respuesta a la convocatoria de Milei a dirigentes de otras fuerzas políticas a sumarse a La Libertad Avanza para “hacer de la Argentina el país más libre del mundo” será clave. Entretanto, el oficialismo podrá entusiasmarse con la posibilidad de duplicar en los comicios de octubre su número de legisladores nacionales, estimando que llegaría a tener 12 senadores y 80 diputados, que aún así no le alcanzarán para obtener el quórum propio sin acuerdos políticos más amplios.
