La “selección” de saludos de Milei, en un festejo donde la motosierra se llevó los pastelitos y las pantallas led
El Presidente se detuvo a saludar a los opositores Santilli y Losada, mientras ignoraba a su vice y al jefe de gobierno
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No aparecieron las masitas ni los tradicionales pastelitos, por lo que los ministros debieron conformarse con agua, chocolate caliente y café, mientras esperaban al Presidente, en un día gris y destemplado.
La motosierra libertaria, expresada en ese tradicional detalle, también se extendió a la pantalla led, que posibilitaba a los asistentes de cada 25 de Mayo seguir desde afuera de la Catedral las alternativas de la homilía. Esta vez brilló por su ausencia.
La austeridad oficialista fue, sin duda, una de las notas destacadas de todo lo que rodeó al Tedeum. “No autorizaron esos gastos”, fue la respuesta formal ante la requisitoria periodística. Pero toda la atención se la llevó el manifiesto y doble desaire del presidente Javier Milei a su vicepresidenta, Victoria Villarruel, y al jefe de gobierno Jorge Macri, mientras el primer mandatario sí saludó a una larga lista de funcionarios y legisladores (varios de ellos de Pro) que pugnaban por acercarse a él.

Al ingresar a la Catedral, Milei prodigó besos y abrazos a un sinfín de funcionarios, entre ellos Diego Sucalesca (titular de la agencia de inversiones), Alejandro “Profe” Alvarez (subsecretario de Políticas Universitarias y miembro de Las Fuerzas del Cielo); el titular del Banco Central, Santiago Bausilli, y el diputado y futuro candidato bonaerense José Luis Espert.

Luego de saludar a Espert, el Presidente se dio vuelta y desairó a Macri, al que dejó con la mano tendida en el aire, y a Villarruel con una sonrisa nerviosa, mientras monseñor Jorge García Cuerva, detrás suyo, saludaba a ambos con gesto amable.
“Todo bien, todo espectacular. Roma no paga traidores”, decían muy cerca del Presidente, utilizando la misma frase que Milei escribiría en la red social X minutos después para justificar el desplante.
Ni Villarruel ni Macri le respondieron, “porque no hay nada para decir”, según afirmó un incómodo miembro de la comitiva que acompañó al jefe de gobierno porteño, primero al izamiento de la bandera, después a la ceremonia religiosa, y más tarde al cambio de guardia del Regimiento de Patricios.
Cuando García Cuerva terminó su fuerte homilía, y sin enojo aparente, Milei realizó otra ronda de saludos, especialmente seleccionados. Luego de saludar de modo afectuoso a García Cuerva y a los dignatarios religiosos −se detuvo un rato con el rabino liberal Ariel Stofenmacher y el teólogo islámico Marwan Gill−, Milei saludó de modo informal a del gabinete y a referentes oficialistas, pero también le dedicó un afectuoso beso y abrazo a la senadora radical Carolina Losada y los legisladores macristas Diego Santilli (¿de inminente pase a las filas libertarias?) y Alfredo de Angeli. Otros legisladores, como la macrista Carmen Álvarez Rivero, quedaron lejos del pasillo principal, con claras intenciones pero sin posibilidad de saludarlo.
Muchos de los embajadores presentes en la Catedral acompañaron minutos después el desfile militar. Entre ellos se hicieron ver diplomáticos de países cercanos en términos geopolíticos como Eyal Sela (Israel), pero también Wang Wei (China), además de Julio Bitelli (Brasil) y Fares Yassir (Marruecos), entre otros.

Con el interior de la Casa Rosada vallada y con pocos espacios habilitados para la prensa, los fotógrafos contaron con una tarima frente a la Catedral para retratar los movimientos de funcionarios. Eso sí: la tarima tenía casi un metro de alto, y ante la falta de escalera, los reporteros debían ensayar un salto casi deportivo para tomar ubicación.
En su camino hacia el centro de la plaza, la delegación oficial pasó, a pocos metros y sin darse cuenta, del denominado Olivo de la Paz, plantado en la plaza de mayo, hacia el año 2000, por el entonces arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, junto a representantes de otros credos.

Los integrantes de la banda de música de Patricios amenizaron el cambio de guardia con marchas militares, pero también interpretaron algunas estrofas de tango compuestas por Astor Piazzolla y algún tema folklórico, antes de desconcentrarse, siempre con Milei tomando distancia física de Macri y Villarruel, que mientras se mantenía sonriente intercambiaba algún comentario con el presidente provisional del Senado, Bartolomé Abdala, ubicado a su lado.
“La banderita, mil pesos la banderita”, gritaba sin demasiada energía una vendedora entre quienes se habían acercado a la plaza, que congregó a poco más de tres centenares de asistentes, y que distó de estar llena como en alguna celebración anterior. La mujer se iría, un rato más tarde, con muchas banderas celestes y blancas sin vender.
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