Sin unidad, no alcanza. Y sin política, tampoco
El autor, intendente de Pergamino, explica su postura respecto de un acuerdo entre el Pro y La Libertad Avanza en Buenos Aires
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En estos días muchos me han preguntado qué pienso sobre un posible acuerdo entre el Pro y La Libertad Avanza en la provincia de Buenos Aires. Mi respuesta es clara: si estamos de acuerdo en los objetivos, no podemos darnos el lujo de seguir divididos. Lo que nos une es el cambio. La convicción de que el kirchnerismo, en todas sus formas, debe ser superado. Pero con una sola fuerza política no alcanza. Y no porque falten ideas, sino porque la fragmentación debilita cualquier intento de transformación profunda.
Lo vimos en las elecciones de la Ciudad de Buenos Aires. La libertad Avanza ganó, sí, pero por muy poco. Y si eso ocurre en CABA, con toda su tradición, ¿qué puede pasar en la Provincia de Buenos Aires? ¿Qué pasa si vamos separados en una provincia donde Cristina Kirchner y Axel Kicillof conservan un piso electoral? El riesgo es demasiado alto como para ignorarlo.
La unidad no es un fin en sí mismo. Es una herramienta al servicio de una agenda común. Y no hace falta discutir el color de la remera, porque la Argentina se juega muchas ligas el mismo domingo. En algunas regiones será el vecinalismo el que mejor interprete a sus votantes; en otras, el radicalismo; en otras, el Pro o La Libertad Avanza. Lo importante es que todos esos espacios puedan formar parte de un frente común, sin que nadie tenga que dejar de ser quien es.

La unidad no debe cercenar la identidad de los dirigentes que pensamos parecido. Cada uno tiene su partido, su historia, su recorrido. Lo que necesitamos es una agenda compartida y una voluntad política real. Y en esa agenda hay tres prioridades que no iten más dilaciones: educación, salud y seguridad. Si coincidimos en eso, lo demás puede discutirse. Sin imposiciones, sin vedas cruzadas, sin dogmas.
La política sigue siendo —aunque muchos la nieguen— un camino para transformar en serio lo que nos duele. Si la gente se aleja, si la abstención crece como pasó el domingo en CABA, si la bronca se convierte en resignación, no es solo por la economía. Es porque dejamos de mostrar que estamos a la altura de lo que se espera de nosotros.
Y no es verdad que todo haya empezado hace poco. Muchos intendentes aplicamos la motosierra antes de que Milei entrara en política. San Nicolás, Junín, Chivilcoy, Tandil, San Miguel, Mar del Plata, Vicente López, 3 de febrero, San Isidro y muchos otros tienen superávit fiscal, orden istrativo, y al mismo tiempo ejecutan obras reales, muchas de ellas para suplir las que la Provincia prometió y no cumplió.
No hablamos desde una teorización, hablamos desde la gestión. Sabemos lo que es priorizar. Sabemos lo que es decir que no. Sabemos lo que es sostener un municipio sin ayuda. Y aún así, seguimos apostando por una alternativa amplia, seria, firme y transformadora.
No alcanza con tener razón. Ni con tener un buen equipo. Hace falta tener la grandeza de construir algo en común. Porque si no lo hacemos nosotros, otros lo van a intentar. Pero quizás sin la misma convicción, ni el mismo equilibrio. El momento es ahora. La unidad no borra las identidades: las potencia cuando hay un rumbo compartido.
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El autor es intendente de Pergamino (Pro)

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