La red Matriarca cumple 10 años y llega a Buenos Aires con su propuesta de piezas de decoración, cestería, indumentaria, rios y arte nativo realizadas por mujeres wichí, pilagá, qom y qomle’ec en fibras nativas.
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Llevar el arte nativo argentino a los centros urbanos del país y del mundo: ese es el objetivo de Matriarca, una marca y plataforma que trabaja con 2.600 artesanas del Gran Chaco, que producen objetos con fibras naturales como el chaguar, el carandillo y la lana de llama u oveja. Mediante el trabajo en territorio, herramientas tecnológicas y estrategias comerciales, colabora en mejorar la calidad del producto y fortalecer la organización de las mujeres (nucleadas en una cooperativa).

Su paso más reciente: un nuevo local, que comparte con la asociación afín Arte y Esperanza en Pedro de Mendoza 587, San Isidro. Allí se encuentran piezas de decoración, cestería, indumentaria, rios y arte nativo realizadas con técnicas típicas de los wichí, pilagá, qom y qomle’ec.
La apertura fue una buena ocasión para hablar con la antropóloga italiana Fabiana Menna, coordinadora general de Matriarca. Menna llegó al país hace 24 años convocada por un proyecto de cooperación con la Unión Europea. Interesada por la artesanía local, creó primero la Fundación Gran Chaco, que fortaleció la organización de las mujeres, y luego la marca Matriarca junto a Paula Marra y Marina Gómez.

- ¿Por qué un local en San Isidro?
Es una alianza con Arte y Esperanza, asociación que trabaja hace más de 30 años con comunidades indígenas. Colaboramos en territorio en diferentes ocasiones y tenemos un propósito común: difundir el arte nativo de Argentina apoyando el desarrollo de las organizaciones de artesanas.

La tienda es parte de la estrategia de Matriarca de asociarnos a quienes quieran sumarse a esta visión, convencidos de que hay un potencial enorme para la valorización de los textiles artesanales de Argentina. Estos productos son únicos, no se encuentran en otros lugares del mundo, y son poco conocidos: hay gente que todavía no sabe qué es el chaguar, esa fibra vegetal que usan los pueblos del norte y del Gran Chaco, una planta especial y de gran valor ambiental que permite variedad de diseños y de técnicas.
Hay una gran demanda en el mercado a nivel internacional y una gran cantidad de artesanas con un arte milenario y ganas de trabajar, de organizarse y de innovar a partir de sus tradiciones. Falta el nexo, ese socio para difundir a través de una cadena de tiendas o de franquicias

Esta es la tercera tienda de Matriarca, empezamos con Una tienda con propósito, en Salta, y abrimos una segunda en Córdoba, en Villa Allende. Gran parte de nuestros clientes son turistas extranjeros, en particular europeos y también asiáticos, y por eso las tiendas están en lugares turísticos, dando resultados muy buenos. En Argentina vemos que hay una valorización cada vez mayor, pero que sigue siendo poco conocido.
- ¿Cómo ha cambiado la vida de las artesanas gracias a este proyecto?
Las mujeres que son parte de Matriarca han crecido muchísimo, han mejorado sus condiciones de vida y de trabajo, su liderazgo en las comunidades. Tuvo un impacto no solo desde el punto de vista económico, sino también de calidad de vida. Se han generado redes de prevención de violencia, de a tecnologías de la información. Atrás de cada cartera, de cada chaleco, hay una transformación de la realidad para las mujeres indígenas de Argentina.

En las comunidades donde trabajamos, la artesanía es la principal fuente de ingresos de la familia. Por eso también las jóvenes y los varones cada vez colaboran más, integrándose en alguna parte de la fase de producción.
“En conjunto con la Fundación Gran Chaco, también estamos reforestando: replantando la palma, el chaguar, las plantas que proveen colorantes naturales”
- Matriarca cumple 10 años, ¿cuál es el balance?
Hoy es una red de 24 asociaciones con 2.600 artesanas de Salta, Jujuy, Chaco y Formosa. Funciona como una red de asociaciones y una cooperativa que las nuclea, una red de emprendedoras y emprendedores, y distribuidores en Japón y en París.

Hay un ecosistema de organizaciones que es Redes Chaco, donde hay otras ONGs y empresas como Samsung o Microsoft, que ayudaron con temas de conectividad o tecnología; Matriarca es posible por ese marco de otras organizaciones también. Y nos apoya el BID Lab, el área de innovación del Banco Interamericano de Desarrollo, y la Unión Europea.

- ¿Cuáles son los próximos pasos?
Tenemos hoy unas 2.000 mujeres que están pidiendo entrar a la red, así que estamos fortaleciendo el sistema de gobernanza e incorporando tecnología y procedimientos. También trazabilidad: queremos conectar al cliente con la artesana que hizo su pieza y que conozca el impacto que está generando a través de su compra.

Para nosotros siempre la visión fue trabajar en red, y las tiendas son un ejemplo concreto y tangible de eso: hacer junto con otros para llevar el arte nativo indígena al mundo
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