Arquitectos de historias: la pareja que hace biografías a medida y deslumbró a uno de los empresarios más ricos del mundo
Victoria Randle y Eduardo Zemborain crearon una exclusiva editorial dedicada a narrar historias de vida
6 minutos de lectura'
¿Puede una crisis económica y un regalo de cumpleaños cambiar la vida de dos personas? La historia de Victoria Randle y Eduardo Zemborain demuestra que apostar por una idea innovadora, a veces, no es solo el inicio de una empresa exitosa sino también de una revolución personal.
Todo arrancó en 2002 cuando para el cumpleaños número 40 de Victoria, Eduardo le hizo el regalo más original que se le ocurrió: una “biografía no autorizada” compilada por él con anécdotas y recuerdos aportados por los familiares y amigos de Vicky. Ese fue el primero de los más de 600 proyectos para clientes de todo el mundo y la primera del millón de historias que llevan contadas desde My Special Book, la editorial boutique que crearon luego del impacto positivo de aquel regalo. Hoy, con 40 años de matrimonio, cuatro hijos, dos nietos y 22 años de trabajo juntos, siguen encarando cada proyecto con la misma pasión y entusiasmo del primero. “Nos imaginamos un libro y trabajamos para que exista”, dicen.
–¿Por qué se denominan “arquitectos de historias”?
Victoria: –Es un juego de palabras, porque nosotros somos arquitectos y en nuestro emprendimiento empleamos la misma metodología que usábamos para hacer un proyecto, como una casa o un edificio, en el proceso de desarrollo de un libro. El arquitecto tiene flexibilidad para hacer al mismo tiempo un edificio de 40 pisos y remodelar el baño de la casa de una señora. Entonces, con esto lo que queremos decir, cuando decimos que somos arquitectos de historias, es que tenemos la capacidad de hacer cualquier proyecto. Y si bien los libros no los escribimos nosotros –tenemos escritores y un equipo, una infraestructura– sí ideamos cómo se va a escribir cada uno de ellos.
Eduardo: –Por ejemplo, el año pasado nos contrató una empresa minera argentino-sudafricana para hacer la historia de una mina de oro y plata en Santa Cruz, que cumplía 25 años. O sea, nada más árido que ese tema. Y terminamos construyendo un libro que es como una novela. Porque era un libro muy técnico y había que traducir la explicación de los ingenieros de minas en un cuento que un lector pudiera entender y que le resultara entretenido e interesante.
–¿Cómo surgió la idea de My Special Book?
Victoria: –El primer libro me lo hizo Eduardo a mí en 2002. Ese mismo año se nos presentó muy complicado económicamente, con cuatro chicos en edad escolar, en colegios privados, y con casi todas las obras pautadas caídas. Entonces, yo cumplía 40 años y estábamos quebrados. Eduardo dijo: “Bueno, ahora ¿qué le regalo? Le voy a hacer un libro con su historia”.
Eduardo: –Yo había empezado, en mi tiempo libre, a escribir un libro sobre arquitectura. Entonces me dije: “En vez de hacerle un video, que hay que hacerlo muy bien y uno después no lo ve nunca más, le voy a hacer un libro sorpresa con su vida. Voy a ar a las personas que forman parte de su historia y le voy a hacer su biografía no autorizada. Cuando busqué en internet, no encontré nada y entendí que era un nicho, que a este negocio había que inventarlo.
Victoria: –Y ese regalo fue para mí como una bomba atómica. Quedé impactada y a los pocos días ya arrancamos a full con este emprendimiento. Durante los primeros años nos enfocamos en los libros de regalo sorpresa, los que son para cumpleaños, aniversarios, homenajes de gente que falleció. Y al tiempo de estar haciendo muchos de estos libros, vino alguien y nos dijo que le gustaría contarles su historia a sus nietos. “Bueno”, dijimos, “como arquitectos flexibles, busquemos una metodología para hacer biografías”. Y así fuimos incorporando otro tipo de libros.
–¿Cómo es el proceso de cada proyecto?
Eduardo: –Cada tipo de libro tiene su metodología, su tiempo y su complejidad. Nosotros nos encargamos de todo, la persona nos da los os y las fotos y una breve reseña de quién nos va a recibir, y ahí arrancamos la investigación. Las biografías, por ejemplo, son historias de vida que se relatan con un escritor que las narra en primera persona. Todos esos libros demandan no menos de seis meses de producción. Además, no es lo mismo un libro en español, en inglés, en francés, holandés, alemán o en chino. No es lo mismo un libro producido acá en Buenos Aires, en Gran Buenos Aires, que tener que hacerlo para México, por ejemplo.
Victoria: –Nosotros dejamos la arquitectura para hacer esto, que es un servicio profesional muy parecido, con la diferencia de que en la arquitectura tenés muchos puntos que pueden ser conflictivos, y en esto es todo disfrute y uno termina siendo amigo de los clientes. Hacemos algo a medida, de alta calidad y con mucha dedicación y discreción. Hay que tener en cuenta que ponemos un equipo de profesionales senior a disposición de quien nos contrata, que le dedican no menos de dos meses a cada proyecto.
–¿Tienen un proyecto que recuerden en particular?
Eduardo: –Un proyecto increíble fue cuando le hicimos el libro de regalo sorpresa para sus 60 años a Stephen Schwarzman [CEO y fundador de Blackstone Group], titulado The Pursuit of Excellence, a pedido de su mujer. Él es uno de los empresarios más ricos del mundo. Nosotros hacía tres años que habíamos empezado y de repente estábamos en Nueva York. Nos quedamos dos meses trabajando, llegamos a la Casa Blanca, a los Kennedy, teníamos los teléfonos de las jueces de la Corte Suprema de Estados Unidos. La mujer le hizo una fiesta de 1500 personas, contrató a Rod Stewart , y el regalo fue de My Special Book. El tipo quedó tan contento que nos quiso conocer, fuimos a la casa, el tríplex más caro de Nueva York, y nos dijo: “Es el mejor regalo que he recibido en mi vida”.
–¿Cuál es el perfil de los clientes que los convocan?
Eduardo: –Los primeros 10 años hacíamos casi todos libros para personas de 60 y 70 años. Lo que se ha modificado este último tiempo es la amplitud de la franja etaria de nuestros clientes y también la variedad en los tipos de proyectos. Nosotros terminamos actuando un poco como psicólogos, un poco como confesores. Escuchamos muchísimo más de lo que va al libro, pero la gente nos abre el corazón.