
Son muchas las personas que experimentan sensaciones de abombamiento, desequilibrio y rotación. Eso explica que los consultorios médicos registren numerosas consultas sobre mareos y vértigo. A menudo, ambos suelen meterse en la misma bolsa. Sin embargo, tienen diferencias.
"El 30 por ciento de los pacientes que consultan por mareos padece, en realidad, de vértigos", sostiene Adolfo Rubinstein, jefe de Unidad de Medicina Familiar y Preventiva del Hospital Italiano, donde entre el 2 y el 4 por ciento de las consultas corresponde a estos síntomas, generalmente en personas mayores de 60 años.
En el caso de los mareos, el diagnóstico es todo un desafío. Al ser un síntoma vago, el especialista debe valerse de un interrogatorio exhaustivo para categorizarlo.
Los mareos pueden ocasionar sensaciones de desequilibrio e inestabilidad. Asociar vértigos y mareos con la aparición de trastornos neurológicos se ha vuelto un folklore de la medicina.
"La posibilidad existe. Pero no es lo más común. En estos casos se realizan ciertas pruebas sobre el paciente, como por ejemplo pedirle que se toque la nariz con el dedo. Si no lo consigue, las alternativas son múltiples: desde un tumor cerebral hasta un problema funcional del cerebelo", asegura Matilde Israel, jefa del Servicio de Clínica Médica del hospital B. Rivadavia.
El gatillo del vértigo
Los movimientos bruscos de la cabeza son responsables del 80 por ciento de los estados vertiginosos.
"Existe un tipo de vértigo llamado posicional benigno que es limitado y no suele presentarse debido a problemas subyacentes. Es común del envejecimiento", agrega Roberto Fayanás, jefe del Programa de Medicina Interna General del Hospital de Clínicas.
El síndrome de Menière, en cambio, es una forma severa de vértigo crónico. Generalmente, se acompaña de trastornos auditivos como acúfenos, zumbidos o una disminución de la audición.
Por su parte, Israel sostiene que "enfermedades metabólicas como la diabetes, la gota o la uremia pueden desembocar en vértigos o mareos. En los más jóvenes, estos estados suelen relacionarse con cuadros depresivos, cambios del humor, insomnio o ansiedad.
Acudir al traumatólogo en caso de vértigo es otro mito que se mantiene en pie. Por lo general, el paciente no duda en asociar su malestar con afecciones articulares.
"La mayoría insiste en tomar radiografías de columna para identificar el problema. Lo cierto es que el 50 por ciento de la población mayor de 60 años padece artrosis cervical. Si bien ésta puede ser un factor predisponente, no gatilla el vértigo", indica Rubinstein.
A menudo, el tratamiento se limita a una serie de ejercicios que imita los movimientos que producen los estados vertiginosos.
Aunque el 90 por ciento de las consultas por mareos y vértigo corresponden a cuadros autolimitados y no revisten seriedad clínica, el médico no debe minimizar los síntomas.
Causas múltiples
Los mareos suelen tener comienzos bruscos, pero pueden prolongarse indefinidamente.
Las causas son múltiples. Una hipotensión arterial, un cuadro febril o una gastroenteritis están en condiciones de provocar sensación de flojedad e inestabilidad. Pero también pueden ser causados por arritmias cardíacas.
"En los ancianos, las consultas por mareos son bastante frecuentes. Por lo general, la causa que los explica es la toxicidad farmacológica de los medicamentos que ingieren. El médico generalmente opta por reducir la medicación que la persona toma para verificar si esto disminuye los mareos", explica Roberto Fayanás, jefe del Programa de Medicina Interna General del Hospital de Clínicas.