Ser amables con nosotros mismos no es debilidad, es fuerza; es elegir dejar de ser nuestro peor enemigo para convertirnos en nuestro primer aliado
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Ser amables con nosotros mismos y hablarnos bien no es un capricho ni un lujo: es una necesidad para vivir con mayor equilibrio, salud y bienestar.
Acá van algunas razones poderosas:
◗ La forma en que nos hablamos crea nuestra realidad interna: si uno se repite que no sirve, que no puede, que es un desastre… eso va moldeando la autoestima y la energía. En cambio, si uno se habla con compasión, se da ánimo y reconoce sus logros, empieza a construir una versión más fuerte de uno mismo.
◗ El cuerpo escucha lo que la mente dice: los pensamientos negativos generan estrés, tensión y hasta enfermedades. Hablarse bien es un acto de salud.
◗ Nos tratamos como aprendimos a tratarnos: muchas veces repetimos críticas internas que vienen de voces del pasado (padres, maestros, sociedad). Cambiar ese diálogo interno es parte del crecimiento y la libertad emocional.
◗ Cuando uno se trata con amabilidad, tiene más para dar a los demás: el autocuidado no es egoísmo, es la base para poder cuidar a otros sin resentimientos ni agotamiento.
◗ No se trata de mentirse, sino de ser justo con uno mismo: se puede reconocer errores sin humillarse.
Nos enseñaron a ser buenos con los demás: decir “gracias”, “por favor”, pedir perdón. Pero… ¿quién nos enseñó a ser buenos con nosotros mismos? ¿Cuántas veces uno se habla mal en silencio?
Ser amables con nosotros mismos no es debilidad. Es fuerza. Es elegir dejar de ser nuestro peor enemigo para convertirnos en nuestro primer aliado. Es tratar a nuestro cuerpo con respeto, a nuestra mente con compasión y a nuestro corazón con paciencia.
Porque no hay salud verdadera sin un diálogo interno sano. Porque las palabras que se usan para hablarse son las semillas de la autoestima, la energía y la paz interior.
Y porque cuando uno se habla bien, todo el sistema se alinea: el cuerpo, la mente y el alma.
Hoy invito a un nuevo hábito: hablarse bien. Cada día, aunque sea una vez, decirse algo lindo. Algo verdadero. Algo que sume.
Para ser feliz con uno mismo, se puede practicar la autoaceptación, el autocuidado y el enfoque en el presente. También se puede aprender a manejar el estrés y la ansiedad y a desarrollar resiliencia.
Porque uno también merece palabras que sanan.
