¿Qué pasó en el 6° A?: las preguntas sin respuesta sobre la masacre en un edificio de Villa Crespo
No se pudo explicar aún por qué nadie en el edificio escuchó gritos en el momento de los crímenes; tampoco se pudo establecer con claridad cuál era el problema psiquiátrico que sufría la mujer y qué signos de peligrosidad había
6 minutos de lectura'


Un día después de la masacre en Villa Crespo persisten interrogantes que los investigadores aún no pudieron responder respecto de las circunstancias que rodearon los crímenes que destrozaron a la familia Seltzer Leguizamón en Villa Crespo.
Si bien para los responsables de la investigación se habría tratado de un triple homicidio seguido de suicidio, presuntamente cometido por Laura Fernanda Leguizamón, madre de Ian e Ivo y esposa de Bernardo Adrián Seltzer, no está claro aún cuál era su patología de base o si, eventualmente, hubo un diagnóstico errado o su real estado de salud mental fue subestimado y no se previó que podía representar un riesgo para sí misma y para quienes convivían con ella.
Sí se sabe que su esposo estaba muy pendiente de la situación de la mujer y habían procurado acercarle atención psiquiátrica y psicológica; habían solicitado turnos médicos que no llegaron a concretarse, según pudo averiguar LA NACION en el entorno de la familia.
Por otra parte, otro aspecto a establecer es cómo fue posible que los vecinos no hayan escuchado gritos provenientes del departamento A del 6° piso del edificio situado en Aguirre 295.
Por la revisión de las temperaturas de los cuerpos de Seltzer, de 53 años; Leguizamón, de 51, y de sus hijos Ian e Ivo, de 15 y 12 años, respectivamente, los homicidios habrían ocurrido a las seis de la mañana del miércoles. Aproximadamente a esa hora comenzaba el movimiento habitual en la casa, ya que los chicos se levantaban para ir a la escuela.

En la hipótesis más probable, a partir de la reconstrucción del mecanismo que utilizó la mujer para matar a su esposo y a sus hijos se estableció que, por las heridas de arma blanca asestadas a las víctimas, debió haber habido gritos. Pero hasta el momento, ninguno de los testigos se refirió a supuestos pedidos de auxilio.
Se sabe, según fuentes de la investigación, que además del derramamiento de sangre provocado por las heridas en áreas vitales de las víctimas, no había señales de la presencia de terceros, ajenos a la familia, en el departamento, donde ocurrió la masacre.

Esta presunción se funda en el hecho de que los investigadores policiales y judiciales no hallaron nada revuelto en ninguno de los ambientes del departamento y ninguna de las dos puertas blindadas o ventanas de la casa había sido violentada. No obstante, todavía se desconoce quién o quiénes tenían llave de al departamento.
Lucía, la empleada que realizaba tareas domésticas en el departamento de la familia Seltzer Leguizamón, abrió con su llave una de las dos puertas. Llegó a las 13.30 al inmueble y en cuanto entró encontró a Ian, el mayor de los hijos del matrimonio, en el piso del pasillo que desemboca al living, exánime y con múltiples heridas.
En ese momento, la empleada, que trabajaba lunes, miércoles y viernes, de 14 a 22, entró en shock y llamó a la vecina del 6° B, quien alertó a la Policía de la Ciudad a través de un llamado al 911.

Al revisar el resto de los ambientes del departamento, los policías encontraron al niño, de 12 años, en la cocina. En uno de los muebles había una carta que traslucía una situación terminal. Sobre esta prueba existe todavía una duda: que fue escrita por alguien que sufría una patología psiquiátrica severa –la mujer, hipótesis más probable para los investigadores– o si lo hizo alguno de los niños, en estado de conmoción.
Los investigadores hallaron el cuerpo de Bernardo Adrián Seltzer en la cama, con varias heridas de arma blanca. En principio se había indicado que tenía la supuesta arma homicida en su poder. Pero después esa versión fue rectificada al revisar la escena del crimen. Debido a la distribución de las heridas y a la eventual ausencia de lesiones propias de un intento de defensa, los investigadores reforzaron la hipótesis de que habría estado dormido en el momento del ataque.
El cuerpo de Laura Fernanda Leguizamón fue hallado en el baño, sentada en el bidet. Según fuentes de la investigación, tenía una sola herida de arma blanca, en el corazón. La ausencia de lesiones compatibles con lucha o defensa abonó la presunción de que la mujer se habría quitado la vida después de matar a sus hijos y a su esposo.

Ante el hallazgo del cuerpo de uno de los hijos cerca de la puerta, los responsables de la investigación abonaron la hipótesis que indicaría que el menor trató de huir cuando era atacado por su madre. La presencia de heridas de defensa en ambos cuerpos indicaría que Ian e Ivo lucharon por sus vidas frente al ataque de su madre.
La hermana menor de Leguizamón, luego del desenlace trágico, dijo que Laura había sufrido una recaída hace dos meses de una patología psiquiátrica y psicológica que padecía y por la que ya había estado internada. Los investigadores aún no lograron precisar desde cuándo se produjo esa recaída y cuáles eran las evaluaciones y cursos de acción diagramados por los profesionales de la salud mental que la atendían.
No trascendieron públicamente, a un día de la masacre en Villa Crespo, los nombres de los profesionales que la atendían y que, supuestamente, no habrían advertido que la mujer representaba un riesgo para su vida y la de terceros, a pesar de la especial preocupación que el propio Bernardo Seltzer había manifestado en su círculo de amistades.

Se sabe que Laura Leguizamón tuvo hace al menos un año y medio un episodio de salud mental severo. Y que tomaba un medicamento, presuntamente, antipsicótico. Hace dos meses tuvo una recaída, un episodio de delirio, aunque no se sabe si se debe a una discontinuidad en el consumo de la medicación específica o a un agravamiento del cuadro de base.
Según pudo saber LA NACION, en los últimos días Leguizamón cursaba un cuadro que aparentaba una depresión, ya que le costaba levantarse de la cama; a su entorno le manifestaba su turbación por haber comprendido que tenía un problema psiquiátrico, lo que se sumaba los cambios en el relacionamiento con sus hijos, producto de su entrada en la adolescencia, y los cambios hormonales propios de la menopausia.
El entorno familiar asumió que las cosas eran así. Lo que no se sabe, aún, es si esa presunción diagnóstica contaba con el aval de un profesional de la psiquiatría. Tampoco se pudo determinar, en esa línea, si esas señales previas (los episodios, eventualmente de delirios psicóticos, la “depresión”, etc.) debían ser tomadas como alerta de una probable peligrosidad para sí y para terceros; una peligrosidad que, en los hechos, se confirmó, y lleva a preguntarse si los homicidios de sus hijos y de su esposo podrían haberse evitado.

Otras noticias de Homicidio
- 1
Congreso: el equipo de LN+ quedó atrapado en medio del avance de Prefectura y fue embestido por los agentes
- 2
Quién era Bernardo Adrián Seltzer, el padre de familia que murió en la masacre de Villa Crespo
- 3
Se conocieron los resultados de las autopsias del triple crimen y suicidio
- 4
¿Quién era Laura Leguizamón?