Caravana del adiós. Fieles de los barrios populares despidieron a Francisco con un recorrido por Constitución, hospitales y las villas del sur porteño
La peregrinación tuvo seis escalas; partió de la Plaza de Mayo poco después de la misa en la Catedral
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“En casa teníamos un dicho, que el papa Francisco era un ‘cura pata de perro’ porque, como se dice, pasaba mucho tiempo recorriendo la calle. Por eso lo amamos, porque sirvió a los pobres, a los que menos tienen. Fue un cura callejero”, define Julio Néstor Sosa, enfermero de 62 años y vecino de la villa 21-24, donde vive entre las calles Luna y Aldo Cruz, al pie del inicio de este asentamiento del barrio porteño de Barracas, uno de los epicentros de los homenajes finales al Sumo Pontífice en la ciudad de Buenos Aires. “Lo conocí porque se la pasó ayudando a este lugar, llegaba todos los domingos a dar la misa. Yo siempre salía a jugar con mis amigos cuando era chico y él solía cruzar por esta calle, que aún era de tierra, y venirnos a saludar”, agrega.
A su lado están su esposa, Norma Peloza (54), y su madre Yolanda, quien rompe en llanto. “Por las mañanas temprano yo iba a trabajar y solía encontrarlo en la parada del colectivo. Ambos nos tomábamos el 70. Siempre andaba con su sotana negra, sus zapatitos negros y una carterita”, recuerda esta señora de 87 años, exmucama del Hospital Británico y una de las primeras habitantes del asentamiento más grande de la zona sur porteña.
Mientras dialogan con LA NACION, delante suyo cientos de fieles –en su mayoría de barrios populares– marchan a la parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé, la última de las seis postas de la peregrinación porteña que los párrocos villeros del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) vinculados con el Santo Padre hicieron en el marco de las ceremonias de su último adiós.

Luego de la misa en la catedral metropolitana, la primera parada fue en Independencia y Salta, donde se montó un altar en homenaje en la Casa Mama Antula, como se conoció a la primera beata argentina, María Antonia de Paz y Figueroa, canonizada por Francisco en 2024.

El cordón de feligreses llegó a extenderse hasta cinco cuadras entre pancartas, cánticos y símbolos religiosos con la estampita de Francisco. Desde Mataderos, Norma Lidia (77) se trasladó hasta allí para rezar en compañía de su nieto Franco (22). “La de Francisco es una pérdida enorme para la historia de la humanidad, por la humildad que tenía. Vine con él (por su nieto) porque como dijo el Papa ‘mientras los jóvenes caminan rápido, los viejos hacemos el camino’”, resume.

Constitución, con el sello del “padre Jorge”
Antes de convertirse en Papa, Francisco fue Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires. Ese cargo lo ocupó desde febrero de 1998 hasta marzo de 2013, cuando tomó un vuelo a Roma, como uno más de los tantos candidatos a ocupar la máxima prelatura de la Iglesia; un viaje que no tuvo pasaje de regreso.

Durante su época de cardenal porteño construyó una estrecha conexión con el barrio de Constitución, un emblema de los trabajadores y también epicentro del aumento de la marginalidad social en sus alrededores. Son recordadas sus misas abiertas a metros de la estación ferroviaria a comienzos de los 2000, donde exponía las redes de trata de la prostitución, el consumo de drogas y la explotación laboral en la producción textil.

“Francisco hacía acá misas contra el trabajo esclavo, contra la trata. Desde acá denunció a los talleres clandestinos que explotan a la gente, a los prostíbulos que también tienen trabajo esclavo y a tantos que a través de la venta de drogas también esclavizan a la gente”, responde desde la columna de la Iglesia Caacupé, su párroco Lorenzo “padre Toto” de Vedia, que se define como “compañero de ruta de Francisco” y quien aún mantiene vivo el legado de las ceremonias en Constitución.
“Que los descartables sean prioridad”
“En esta peregrinación hay mucho más de miles de personas, principalmente de los barrios populares, las villas, las comunidades de nuestros barrios y también muchos amigos que se sumaron y gente que adhiere a esta propuesta de Francisco de que los descartables sean la prioridad”, completa.

En Constitución, muchos recuerdan el 12 de julio de 2010, cuando Bergoglio encabezó una misa por las víctimas de la trata y brindó uno de sus discursos más potentes. “Hoy vinimos acá a pedirle a Dios la compasión de sus hijos y a pedir por nosotros, para que no nos hagamos los distraídos. Somos campeones en mirar para otro lado y dar un rodeo cuando no nos conviene. ¡No te metás! No nos hagamos los distraídos y señalemos dónde están los focos de sometimiento, de esclavitud, de corrupción, dónde están las picadoras de carne, los altares donde se ofrecen esos sacrificios humanos y se les quiebra la voluntad a las personas”, expresó el por entonces arzobispo en aquella jornada, cuyas frases fueron rememoradas por los altoparlantes que encabezaron la caravana esta tarde.
No solo los párrocos villeros de la ciudad de Buenos Aires asistieron a la actividad. Desde Puerta de Hierro y San Petersburgo, también lo hizo Nicolás Angelotti, al que todos conocen como “padre Tano”, acompañado de unos cien fieles que asisten en la parroquia San José de La Matanza, ubicada en la zona donde en los últimos días propuso fundar la zona como “Papa Francisco”. “Ese sueño surge de reconocer lo que ya se da en la realidad. No es inventar nada nuevo, es reconocer la cercanía del papa Francisco con una porción del pueblo de Dios en estos años de pontificado y antes también. Creo que toda la política va a acompañar, porque no lo podemos meter en el barro de la política, o de la interna, o de la grieta, o como lo queramos llamar. Es una realidad que existe y lo que falta es reconocerla”, remarca.
“Nos regaló camisetas”
La peregrinación, que se extendió durante más de cinco horas, contó con otro componente: la inmigración. Como arzobispo, Bergoglio supo hacer foco en las problemáticas de las comunidades vulnerables. En especial, la paraguaya. El país vecino, de hecho, fue el primero a nivel sudamericano que en calidad de jefe de Estado del Vaticano y de la Iglesia Católica visitó a mitades del 2015. Pablo Ramos llegó a Buenos Aires desde Asunción hace 35 años y supo tratarlo cuando comenzó a vivir en las periferias del sur de la Capital. Sobre la calle Lima, casi debajo de la Autopista 25 de Mayo, porta un cuadro con una foto donde se lo ve junto al por entonces “padre Jorge” y a un equipo de fútbol de amigos en una especie de parroquia.
“La foto es de 2002 durante la inauguración de la Capilla San Blas de la villa 21 (cuando todavía estaba dividida de la 24). La construimos varios paraguayos y él, que sabía que nos gustaba jugar a la pelota, ese día nos regaló camisetas para el equipo de fútbol que teníamos en la parroquia, el que se llamaba Sport San Blas. Es todo lo que se ve en la foto”, rememora. Según Pablo, de 64 años, “Francisco siempre se ocupaba de la gente, del lado más humilde, para que estemos más unidos en la sociedad, para que trabajemos juntos”. Lo vio por última personalmente en Paraguay, a donde viajó durante la visita papal que tuvo lugar hace una década. “Te hablaba como gente normal sin distancias”, añade.
Más adelante, Ruth Ortiz está vestida con un conjunto del Club Atlético Virgen Inmaculada (CAVI), donde es profesora y que depende de la parroquia de Villa Soldati, el barrio en donde vive. Al igual que Pablo, es de la comunidad paraguaya. “Francisco siempre estuvo presente, estamos más que nada para agradecerle. Muy contentas por todo lo que nos enseñó, por su humildad, por su fe. Estuvo en mi país que fue Paraguay, caminó por la calle en mi país y estoy muy agradecida”. En ese sentido, destaca la impronta que marcó Francisco a las costumbres de la Iglesia. “A diferencia del pasado, ayudó mucho en la aceptación de las personas. Aceptar tal cual como es uno. Aceptar al otro, ser aceptado y mirar al otro, mirar al otro, acompañando, pasar la mano. Si alguien necesita, no mirar al otro lado, que es algo que puede llegar a pasar mucho. Entonces, más que nada eso, mirar al otro y aceptar tal cual como es”, entiende.
El Hospital Muñiz, especializado en enfermedades infecciosas, está en Uspallata al 2200. Bergoglio solía visitar allí a pacientes internados y mantuvo o estrecho hasta último momento. “Tengo 17 años y soy de Villa Soldati. En los hogares de Cristo del barrio es donde estoy viviendo hoy, lo que me está ayudando a salir del consumo y de todas estas cosas”, relata Lucas Tamaño, que en ese punto donde se detuvo nuevamente la peregrinación (que completó sus paradas con el Hospital Borda y el Hogar de Cristo) leyó un testamento (“La vida aún sufrida, merece ser vivida”) con frases de Francisco para los jóvenes con problemas de adicciones que viven en la calle.
Sobre la vida en los barrios más marginados, Lucas asegura: “Es muy difícil desde adentro, hay mucho choreo, problemas de adicciones y malas cosas, pero siempre es necesario verle el lado positivo e ir para adelante siempre”. En esa postura se vio inspirado por la figura de Francisco. “Siempre nos dio el ejemplo de que vayamos para adelante, que ni por estar en el barrio ni por ser pobres, somos menos que nadie”, valora.
Mirta Iris Alonso también es de Vill Soldati. Tiene 75 años y lleva levantada una bandera de La Legión de María, la organización apostólica de laicos más grande de la Iglesia, con aproximadamente 3 millones de a nivel global. “Él ha venido al barrio, ha tenido un o muy, muy especial con el padre párroco de la Iglesia de Soldati, ‘el padre Andrés’. Hemos ido al santuario donde estaba él, la Basílica de San José de Flores. Fue una persona muy simple, muy directa, franca, y muy sensible a la mirada del otro, muy atento a cada persona y a las situaciones que planteaba”, rememora.
En el diálogo con este medio, esta docente jubilada repasó las principales banderas que levantó Francisco al frente del Vaticano, donde destacó su espíritu para restructurarlo internamente y las prioridades que les exigió a los líderes mundiales. “Dejó mensajes para cada gobernante diciéndole que se preocupara por los pobres, por los ancianos, por los niños y por los migrantes. Por otro lado, le exigió a políticos del mundo que trataran de tener mucho más alimento y que no produjeran más armas para terminar con la guerra”, enumera. Y cierra: “Es la persona más importante porque llegó a ocupar el cargo más importante que puede llegar una persona dentro de la fe que yo profeso”.
Pasadas las 18, el volumen de asistentes se mantenía casi intacto, mientras que los bombos y las consignas por el altoparlante seguían su rumbo entre los interiores de la villa 21-24, la parada final de la peregrinación. “Él se fue con lo que tiene puesto, nada más. Su legado lo deja acá en la tierra y es lo más importante que hay en el mundo, es él. No hay más nadie más. Renunció a las riquezas. Y se va como vino. Salió de este barrio, la villa 21-24 de Barracas, estuvo en Bajo Flores, Constitución, en el Borda. Esa era su ruta”, concluye Julio Néstor Sosa, desde la puerta de su casa en el asentamiento de Barracas, al que llegaba en colectivo de línea e ingresaba caminando por calles de tierra para dar la misa en sus tiempos de arzobispo Jorge Bergoglio.
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