Las claves de la alimentación saludable en el trabajo para tener energía y mayor productividad
Comer apurado, salteado o mal fuera de casa afecta el rendimiento y la salud; mejorar la alimentación en el trabajo es una inversión rentable y fácil de implementar
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La alimentación es uno de los factores que condiciona el desarrollo físico e intelectual de las personas. También determina el estado de salud, bienestar, rendimiento y productividad de los individuos.
Es bien sabido que una persona que está mal alimentada, ya sea por déficit o por exceso, encontrará dificultades para rendir en su rutina diaria. Una alimentación monótona, repetitiva o carente de algunos nutrientes predispone a enfermedades y causa síntomas físicos y emocionales. Cansancio excesivo, falta de reflejos, somnolencia, apatía, desgano, bajas defensas, baja resistencia y sobrepeso, son algunos de los más comunes.
En 2011 las organizaciones de la sociedad civil latinoamericana solicitaron a la Asamblea General de las Naciones Unidas declarar a las enfermedades crónicas no transmisibles (cardiovasculares, cáncer, diabetes y crónicas respiratorias) como las principales amenazas para la salud humana. Las cuatro combinadas causan la mayor combinación de muertes y discapacidad mundial, por lo que representan un tema grave de salud pública y constituyen una emergencia sanitaria global.

El problema
Los trabajadores actualmente enfrentan jornadas laborales de ocho horas, por lo que hacen entre dos y tres comidas del día fuera de su casa. Comer salteado, apurados y en deshora es un hábito. La comida grasosa y muy condimentada, el exceso de café y los refrescos son compañía para muchos.
En algún momento, estas costumbres afectan al sistema digestivo causando gastritis, acidez, estreñimiento, entre otras. Otras consecuencias de la mala alimentación en el trabajo son el colesterol alto, accidentes cardiovasculares que a veces asustan y otras no avisan, la falta de energía que no es perceptible en forma aislada y que, acumulada, genera un cansancio permanente que no remite con la pausa del fin de semana.
Se pueden revisar algunas posibles soluciones:
- Si hay donde conservarla, preparar una vianda para llevar al trabajo. Quizás pueda ser una porción de la cena del día anterior. Dejarla lista en la noche, en un recipiente adecuado para aprovechar más minutos de sueño a la mañana es una buena estrategia.

Cocinar en casa lleva tiempo, pero ofrece un resultado fresco y conocido. Si la vianda no es una opción, tener a mano un local de confianza para comprar comida lista es indispensable. Mirar que los alimentos se preparen en el momento, que lo que necesita ser refrigerado esté en la heladera, evitar los alimentos que se exponen a temperatura ambiente y en o con el público son aspectos a considerar.
- Buscar variedad en los platos. Esto es fundamental para no generar aburrimiento y optimizar la combinación de nutrientes. A mayor variedad, mejor calidad de alimentación.
El comité de expertos en Nutrición del Ministerio de Salud Pública recomienda incluir todos los grupos de alimentos en las comidas diarias. Platos a base de verduras, cocidas si la higiene y manipulación no generan confianza, y demás alimentos preparados a la plancha, vapor u horno.

Además, es necesario cambiar el refresco por agua. Si el plato demora es preferible pedir una ensalada o tomar una sopa antes de comer para no sucumbir con la panera con el aderezo de mayonesa o manteca. Dejar los lugares de comidas rápidas para ocasiones especiales y mirar el menú antes de entrar a un lugar nuevo son medidas útiles para cambiar hábitos.
- No existe una única dieta perfecta, pero una sola comida no puede aportar lo que el organismo necesita por jornada. Pasar el día con infusiones y alguna galleta para comer hasta más no poder en la cena es contraproducente para el cuerpo, la mente y en definitiva también para el alma.
- Elegir alimentos de fácil digestión. Las comidas muy grasosas dan sueño y pesadez estomacal, piden más hacer una siesta que volver a la oficina. Si los horarios para comer en el trabajo no son fijos, tener a mano una fruta, cereales, un jugo, un yogur o una sopa son opciones que permiten acortar el tiempo entre la comida principal y la siguiente y nos mantienen alertas.
Más allá de la comida
Si el tiempo para hacer actividad física no alcanza, disminuir el tiempo sentados, levantarse para comentar un tema a un compañero en vez de mandar un mail o hablar por el sistema de comunicación interno, suma.

Si es posible, se deben usar las escaleras el lugar de ascensor y salir a respirar aire libre, lo que optimiza el tiempo de descanso. Aprovechar la hora de la comida para desconectarse, intentar no hablar de temas laborales ni de temas conflictivos es lo que recomiendan los especialistas en comportamiento organizacional. Comer al aire libre también permite volver más renovado al puesto de trabajo.
Está claro que atender la alimentación en el empleo es altamente redituable para los individuos, pueden implementarse cambios y medir los resultados en forma casi inmediata. Considerar este aspecto como una inversión es una actitud muy inteligente.
Mejorar la salud de los trabajadores potencia el rendimiento, aumenta la productividad, reduce la rotación y el ausentismo de los equipos. Los costos en planes de asistencia sanitaria y en indemnizaciones por accidentes de trabajo y por discapacidad disminuyen en forma significativa. Ya no debiera considerarse un beneficio extra.
Por Luciana Lasus
El País (Uruguay)
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