“Pedimos que nos dejen entrar”: el reclamo que los feriantes de La Salada llevaron a la Municipalidad de Lomas de Zamora
El complejo está clausurado desde hace una semana y media; los puesteros reclaman por la mercadería que quedó dentro de las instalaciones
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La vendedora María Gómez golpea un bidón de jabón líquido para lavar con un palo, al ritmo de los bombos y las cornetas de los otros feriantes. “Ya me imagino toda mi ropa llena de ratas. Hace dos semanas que no entran ni los de mantenimiento a la feria. Hay de todo ahí adentro, hasta carne podrida. Como mínimo pedimos que nos dejen entrar a sacar la mercadería”, dijo esta ciudadana peruana, de 50 años, con la mirada perdida en uno de los galpones clausurados de la La Salada. Ahí, en una de las tres ferias que componen el complejo, tiene un puesto de ropa masculina hace 15 años.

Hace ya una semana y media que las tres están clausuradas, con las persianas bajas y bajo custodia policial, como parte del operativo que siguió a la detención de Jorge Omar Castillo y otros 15 líderes del complejo, acusados de maniobras de lavado con empresas de la Argentina y Panamá.
La esquina de la feria Ocean donde esta mañana ella y otros feriantes, carreros, choferes y cocineros protestan antes de partir hacia la Municipalidad de Lomas de Zamora, es la única de la zona donde hay movimiento.
El resto de las calles linderas al complejo, por donde hace dos semanas circulaban miles de personas cargando carros con bolsas de ropa y compradores de todo el país con bolsos, son callejones vacíos y repletos de basura.
A las 10, los manifestantes llenaron la plaza principal de Lomas de Zamora, para exigir una reunión con el intendente Federico Otermín (Unión por la Patria), sucesor de Martín Insaurralde, con un canto unificado: “Queremos laburar”.
Tras la insistencia frente al cordón policial formado en la puerta del edificio, a algunos pocos feriantes se les permitió ingresar. Alrededor de las 11.30 terminó el encuentro. Según voceros municipales, se está organizando una reunión el jueves próximo en la Fiscalía.
La Salada es la feria informal más grande de América Latina con 30 años de historia, a la vera del Riachuelo y del enorme basural de Ingeniero Budge.
Un predio de más de 20 hectáreas, donde cada lunes, miércoles y sábados trabajan –o al menos, trabajaban– unos 8000 vendedores, según información judicial. La feria genera de manera directa 30.000 puestos de trabajo, de acuerdo a la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), a los que habría que sumar otros miles de beneficiarios indirectos, que incluyen desde a los productores de la ropa hasta los locales a la calle de prendas económicas de gran parte del país.
“Tienen que entender que toda la zona depende de La Salada. Y no solo la zona: desde el tipo que fabrica cierres hasta miles de otros fabricantes y vendedores”, dice Nelly, una feriante que pidió resguardar su identidad. Compra ropa en talleres de Ituzaingó y Padua, cerca de su casa, y cada semana la vende en su puesto de la feria de Punta Mogote.
“El intendente no hace ni dice nada, el presidente [Javier] Milei, tampoco. La mayoría de nosotros lo votamos”, dice Juana, una ciudadana salteña instalada en Lanús, que trabaja en La Salada revendiendo medias hace 19 años y tiene cinco hijos. “Solo pedimos que nos dejen trabajar” sumó. .
Mientras frente a la municipalidad la manifestación de los feriantes era pacífica, a una cuadra, un grupo de carreros (las personas que cargan en carros la mercadería desde los estacionamientos hasta los puestos) cortaron la avenida Hipólito Yrigoyen a la altura de la plaza, acompañados por una murga y por la explosión de bombas de estruendo de retumbaban en los locales de la zona. “Hace dos semanas que no trabajamos, la mayoría tenemos hijos chicos, y se está poniendo todo muy difícil en la zona”, dijo Christian, uno de ellos, quien solía cobrar 10.000 pesos el acarreo de la mercadería, monto que se dividía con su ayudante.
El grupo de los carreros es el más combativo dentro de los manifestantes. Los trabajadores desde el jueves pasado salen a las calle para exigir la apertura de la feria. Los otros grupos están generalmente compuestos por vendedoras y dueñas de puestos. “Tenemos mucha gente mayor, por eso siempre nos manifestamos de forma pacífica”, explicó Nelly, desde la puerta de la municipalidad.