Qué rol tuvieron las mujeres del 25 de mayo de 1810
Aunque en su propia época y la historiografía posterior fueron minimizadas, su papel fue clave en la formación del espíritu revolucionario y la sociedad porteña que lo hizo posible
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Comenzada la Semana de Mayo, en que se recuerda las tensiones con el Virreinato del Río de la Plata que derivaron en la independencia nacional, hay quienes se preguntan qué rol tuvieron las mujeres del 25 de mayo de 1810.
Aunque las personas que formaron la Primera Junta de gobierno patrio eran todos hombres, la lectura de aquel período también está influenciada por la historiografía posterior, donde las mujeres que fueron parte de la sociedad que decidió instaurar una istración criolla quedaron relegadas a un rol secundario.

Sin embargo, la revolución en todas sus etapas no hubiera sido posible sin el apoyo de distintas mujeres, algunas conocidas y otras anónimas, que cumplieron roles insustituibles dentro de la historia que llevó a lo que sería el estado argentino.
Qué rol tuvieron las mujeres del 25 de mayo de 1810
Sin entrar todavía en la guerra de Independencia, un largo proceso bélico donde participaron distinguidas mujeres como María Remedios del Valle, Juana Azurduy y Manuela Pedraza, las intrigas porteñas que derivaron en la salida del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros también fueron posibles gracias a mujeres con un rol destacado en la historia de los eventos celebrados el 25 de mayo.
Sin embargo, también hay que ponerse en el contexto de la época. Como recuerda Romina Zamora, investigadora del Instituto Superior de Estudios Sociales (ISES) “La mujer era considerada incapacitada por sí misma en la tradición jurídica europea, y debía soportar todo el peso de la normativa y la moralidad”. Aunque sus aportes eran limitados por este factor social condicionante, la inestabilidad política del Virreinato y algunas tradiciones locales daban a las mujeres “un margen de acción mucho mayor que el que estaba regulado”.

Ya en las invasiones inglesas de 1806 y 1807, que expusieron a los criollos a la posibilidad de autogobernarse, se destacó la figura de Águeda Tejerina de Posse, distinguida dama de la elite tucumana, que realizó una proclama destinada a las mujeres de su entorno social para colaborar con el ejército patriota.
Un rol más activo tendrían en el desarrollo de la Revolución de Mayo mujeres como Mariquita Sánchez de Thompson, distinguida miembro de la sociedad que dio su casa como escenario para tertulias donde se produjeron acalorados debates de ideas ilustradas, que moldearon el incipiente proceso revolucionario. La centralidad que el tema político tenía en sus reuniones se evidencia en que su hogar es uno de los posibles escenarios donde sonó por primera vez la Marcha Patriótica, como se conoció en un principio al Himno Nacional.

Ya desde los 14 años Mariquita se destacó por romper el compromiso arreglado por sus padres, lo que inició un juicio de disenso en el que el virrey Sobremonte —el mismo que escaparía de Buenos Aires en la primera invasión inglesa— le concedió la posibilidad de casarse con el hombre que amaba, Martín Thompson. Educada por sus padres desde la infancia, intercambió correspondencia con próceres y figuras de la intelectualidad porteña como Manuel Belgrano, Juan Manuel de Rosas, Domingo Faustino Sarmiento, Esteban Echeverría y Juan Bautista Alberdi.
En esos convites participaban damas ilustres como María Remedios de Escalada, que en septiembre de 1812 se casó siendo muy joven con el Gral. San Martín, al cual acompañó y colaboró activamente en las tareas de organización del Ejército de los Andes para liberar a Chile y Perú. Fue ella quien promovió la entrega de las joyas personales, gesto en el que la acompañaron las damas mendocinas el 10 de octubre de 1815, para contribuir al equipamiento de las fuerzas. También confeccionó junto a otras mujeres una bandera para el Ejército de los Andes, solicitada por San Martín.
Pero incluso cuando a las mujeres les era impuesto el rol social de ser madres o esposas, fueron indispensables en la formación de la élite porteña que acabaría destronando a la monarquía española. Un trabajo del CONICET firmado por Juan M. C. Larrosa y Laura C. del Valle destaca el rol que tenían los matrimonios como mecanismo social para el ingreso de individuos con ideas ilustradas a los linajes de las familias aristocráticas del Río de la Plata, y concluye que ya desde 1760 “sus roles diferenciados fueron, sobre todo, los de esposas e hijas, aportando a la reproducción social, económica y política de la red. Ellas contribuyeron, al igual que los hombres, en la construcción de una suerte de segunda red de relaciones”, lo que favoreció el cambio social que acabaría con la Revolución de Mayo.
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