Los docentes ante el desafío de una tecnología que nadie se esperaba, y que los interpela
Los modelos generativos se volvieron asunto cotidiano de un día para el otro, en una escala histórica, y la educación, salvo excepciones, todavía necesita orientarse (de nuevo)
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Primero fueron la escuadra y el compás. Luego, la calculadora, la computadora e Internet. Ahora, la inteligencia artificial generativa (GenAI) irrumpe en el aula. ¿Pero están los docentes actuales y futuros adquiriendo las habilidades necesarias para incorporarla eficazmente?
La respuesta, a nivel global, es dispar. “Varios países como Estonia, China, Corea, India, Israel o Uruguay, entre otros, están comenzando a actualizar sus planes de estudio de formación docente, con la intención de incorporar las IA con sentido pedagógico”, señala el el ingeniero Mario Cwi, director de capacitación docente de ORT Argentina y del Centro de Recursos para la Enseñanza y el Aprendizaje (CREA) de la misma institución.
En la Argentina, la situación es más heterogénea. La mayoría de los programas de formación docente aún no contemplan la IA como una competencia específica a desarrollar. Sin embargo, hay ejemplos innovadores que marcan un camino posible. “El Instituto Superior Nueva Formación, de Córdoba, incluye la temática IA en los profesorados de Educación Inicial, Educación Primaria y de inglés. Aquí, los futuros docentes se capacitan no solo en el uso, sino en el diseño de materiales didácticos apoyados por esta tecnología”, ilustra Cwi.
A su vez, Cwi menciona que en la provincia de Entre Ríos, en carreras como el Profesorado de Educación Infantil, Educación Especial y Educación Primaria de la Universidad Autónoma de Entre Ríos (UADER), se incluyen asignaturas como Educación y TIC o Seminarios de Tecnología Educativa, que ya han comenzado a incorporar el análisis y uso de inteligencia artificial como parte de su propuesta formativa.
Otro caso en el nivel nacional es el de la Universidad Siglo 21. Leonardo Medrano, secretario general de Academia y Desarrollo de la institución, comenta que tanto el cuerpo docente como los estudiantes de la Licenciatura en Educación reciben formación específica en IA. “Nuestros alumnos no solo aprenden a utilizar la tecnología como herramienta pedagógica, sino también como un recurso para la optimización de tareas laborales diversas. Además, abordamos aspectos críticos como la ética y la privacidad de los datos”, asegura. Para Medrano, la irrupción de esta tecnología redefine el rol del educador: “Hoy el docente debe ser, más de un transmisor de contenidos, un diseñador de experiencias de aprendizaje”.
Ante este escenario, algunas instituciones escolares también empiezan a implementar proyectos innovadores. En ORT, por ejemplo, existe un Exploratorio de Nuevas Tecnologías, orientado a investigar el potencial educativo de herramientas emergentes. Además, este centro lleva adelante un proyecto de capacitación docente que apunta a la creación de chatbots personalizados, diseñados para acompañar el aprendizaje de los estudiantes.
Cuándo, cómo y para qué
Sin embargo, más allá de estos esfuerzos puntuales, la formación en inteligencia artificial sigue siendo una asignatura pendiente en la mayoría de los centros de formación docente. Daniela Borlenghi, cofundadora y co directora ejecutiva de PickApply, una plataforma de empleo especializada en el sector educativo argentino advierte: “Existe un vacío formativo. Es urgente una actualización curricular que incluya a la IA, no solo como tecnología sino como herramienta transversal de trabajo”.
Según Borlenghi, los colegios aún no priorizan de manera sistemática el dominio de la IA al momento de reclutar docentes, aunque esta tendencia comienza a mostrar signos de crecimiento. “Es cuestión de tiempo para que los perfiles con competencias digitales avanzadas sean cada vez más valorados”, anticipa.
En este sentido, los expertos coinciden en que no basta con enseñar el uso instrumental de herramientas de IA. Hay riesgos en formar a los futuros docentes simplemente como s de aplicaciones. “Los educadores deben preguntarse primero qué desafío pedagógico quieren abordar y, luego, decidir si la IA es el recurso adecuado para resolverlo”, reflexiona Medrano.
La Unesco, en su marco de competencias para docentes del siglo XXI, establece que el manejo de tecnologías, incluyendo la IA, debe ser una competencia transversal. Sin embargo, los tiempos de implementación de estas directrices suelen ser largos, lo que abre la puerta a ofertas de capacitación más dinámicas desde el sector privado.
Con la reconfiguración que IA impone a los modos de enseñar y aprender, la pregunta ya no es si los docentes deben incorporar esta tecnología, sino cómo, cuándo y con qué objetivos. Formar educadores capaces de integrar críticamente la IA en sus prácticas pedagógicas no solo es una necesidad urgente, sino una condición indispensable para garantizar una educación de calidad en el mundo que viene.
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