El argentino que supervisa la seguridad nuclear mundial: la mirada de Rafael Grossi
Desde 2019, Rafael Mariano Grossi, como director general del Organismo Internacional de la Energía Atómica, dialoga con los grandes líderes de la política internacional

Rafael Mariano Grossi es un diplomático argentino de carrera. Desde el 3 de diciembre de 2019 se desempeña como director general del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), agencia dependiente de la ONU que tiene como fin establecer normas de seguridad nuclear y protección ambiental, ayudar a los países mediante actividades de cooperación, y alentar el intercambio de información científica y técnica sobre la energía nuclear.
“El Inspector nuclear tiene una actividad muy delicada: examinar todas las instalaciones nucleares que hay en el mundo, y controlar que ese material nuclear esté dedicado a fines pacíficos y no se desvíe a fines militares”, cuenta Grossi, protagonista de este minidoc de LA NACION; un espacio donde habla de sus tareas y su compromiso desde la OIEA. Por ejemplo, cómo este organismo puede influir positivamente en los conflictos armados para evitar el uso de armas nucleares –hoy mucho más potentes que las utilizadas durante la Segunda Guerra Mundial– y estragos como los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki; ataques que dejaron un saldo de 200 mil muertos y ciudades prácticamente destruidas.
“Hay que te tener ‘el ojo en la pelota’”, dice el diplomático, haciendo referencia a los resultados que debe obtener cuando se reúne con los grandes líderes del mundo: “Son conversaciones de una alta intensidad emocional, política y técnica. El interlocutor no siempre comparte valores, una visión del mundo de la que uno puede tener”. Por eso, “el diplomático multilateral eficaz es aquel que reconoce eso y que no quiere evangelizar a los demás. Si yo voy a un líder que es autoritario y le hablo de la división de poderes de Montesquieu y de la democracia, me equivoco”, agrega.
Un diplomático argentino bajo fuego
Rafael Grossi llevaba poco más de dos años en su cargo cuando se produjo la invasión rusa de Ucrania, iniciada el 24 de febrero de 2022. Poco después del comienzo de las hostilidades, Rusia ocupó la central nuclear de Zaporiyia, la más grande en Europa y una de las diez mayores del mundo, que llegó a sufrir un incendio en uno de sus edificios.
Como director de la OIEA, a Grossi le tocó hablar con ambos presidentes, Putin y Zelensky, temiendo que la central nuclear se convirtiera en un objetivo militar o un daño colateral en medio de la zona de combate activo: “Comprendí que el organismo internacional de energía atómica tenía que tomar un papel proactivo y no esperar a que la guerra terminara. Nadie me pidió que fuera allí y nadie quizás lo esperaba”.
La OIEA se instaló bajo el fuego, “inyectados en el medio de una guerra”: “Estamos generando un antecedente y jurisprudencia”, asevera Grossi, entendiendo que la intervención será exitosa si, al final del conflicto, lograron evitar que haya un accidente nuclear.”